PRENSA INTERNACIONAL
Noviembre 22, 2004
 

El zapatazo de Zapatero

Pablo Alfonso, El Nuevo Herald, 21 de noviembre de 2004.

Los sesudos analistas políticos de la Cancillería cubana tienen por estos días un arduo trabajo: descifrar las declaraciones del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Por los pasillos del poder de la dictadura cubana anda en puntillas y en voz baja una pregunta inquietante, ¿Zapatero habla en serio o son declaraciones para la galería?

Resulta que el presidente socialista español se aparece ahora exigiendo a La Habana lo mismo que el resto del mundo democrático: apertura política, aministía política, cambios "profundos e inmediatos''.

''España tiene un importante compromiso de inversión económica en Cuba, y lo que deseamos hacer es ayudar en esos cambios, fomentarlos y exigirlos si es necesario desde el punto de vista político y desde la convicción que tenemos de que el régimen tiene que cambiar profundamente'', afirmó Rodríguez Zapatero en una entrevista concedida a la agencia oficial española EFE.

La entrevista se realizó el pasado martes, pero no fue publicada sino horas antes de la llegada de Rodríguez Zapatero a Costa Rica, para participar en la Cumbre Iberoamericana.

''Deseo y espero que haya cambios en el régimen cubano, especialmente para esas personas privadas de libertad por ejercer la libre expresión o por ser disidentes'', dijo Rodríguez Zapatero.

¡Menudo deseo! Hasta ahora todos los gobernantes y figuras internacionales que han pedido lo mismo, desde el Rey de España hasta el Papa Juan Pablo II, han obtenido el mismo resultado: ninguno.

A muchos de ellos Castro los ha acusado, por lo menos, de intervenir en los asuntos de Cuba, de violar su soberanía; incluso de ser aliados del "imperialismo norteamericano''.

A los más dichosos Castro los ha escuchado --como el mismo ha reconocido en el pasado-- ''con la paciencia de Job y la sonrisa de la Gioconda''. Ahora que lo escribo, para mí esa comparación del dictador cubano me parece grotesca porque, ni Castro tiene la proverbial paciencia de Job ni mucho menos la plácida sonrisa de la Gioconda.

Las declaraciones de Rodríguez Zapatero no serían inquietantes para la dictadura cubana si hubieran tenido un marco político diferente. No sólo porque fueron publicadas en vísperas de la Cumbre Iberoamericana, sino también porque se producen mientras la diplomacia española se empeña en flexibilizar la política de la Unión Europea respecto a Cuba.

Hasta ahora La Habana ha visto con discreta complacencia ese esfuerzo de las huestes de Moratinos, y es posible que lo hayan interpretado como un apoyo de Madrid al régimen. Sin embargo las declaraciones de Rodríguez Zapatero, si hay que tomarlas en serio, le habrán aguado la fiesta a más de uno en la cúpula del poder castrista.

Creo que vale pena añadir que la declaración del presidente del gobierno español, coincidió con la resolución del Parlamento Europeo, aprobada con amplia mayoría, en la que se expresa que la Unión Europea debe mantener las actuales sanciones diplomáticas a la dictadura cubana, y promover la democracia y los derechos humanos en la isla.

Los próximos días dirán si el dictador Castro coloca a Rodríguez Zapatero en la lista de los colaboradores de Estados Unidos, o en una más agraciada: la de los ignorados.

palfonso@herald.com

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