Las
tres victorias de Carlos Victoria
Olga Connor, Especial / El Nuevo
Herald. 7 de noviembre de 2004.
Esta es la semana de Carlos Victoria. Homenajeado
en Cádiz y en Miami, por tres libros suyos
que están siendo publicados al mismo tiempo,
parece que a veces no le sucede nada y ahora son
tres triunfos a una vez.
Bien lo merece, porque Victoria es un escritor
persistente. Apenas publicó nada en Cuba,
donde perdió todo lo que tenía guardado
en gavetas en una sola tarde, confiscado por la
Seguridad del Estado, y luego, de nuevo, otra
tarde en que lo quemó todo antes de salir
al exilio. A los 15 años fue premio de
relato de ''El Caimán Barbudo'', pero su
valía no vino a ser considerada realmente
hasta que salió de la isla por el Puente
Marítimo del Mariel, en mayo de 1980, a
la edad de 30 años. Sembró entonces
sus primeros textos en la revista publicada por
aquellos escritores y artistas que salieron a
la par que él, titulada precisamente Mariel,
de la que fue coeditor, y cuyo espíritu
vital y germinal fue su gran amigo Reinaldo Arenas.
Uno de aquellos textos, su cuento Halloween,
que apareció en la revista en el verano
de 1983, tuvo buena fortuna. Traducido al francés
por la reconocida escritora parisina Liliane Hasson
para la selección anual de ''Le Monde''
en 1985, publicado en su libro Sombras en la playa
(Universal, 1992), ahora se reedita en Cádiz
como todos los de ese libro, en la antología
Cuentos, editor Fabio Murrieta (Aduana Vieja).
En Cádiz se le rendirá homenaje
durante la reunión de exiliados cubanos
Con Cuba en la Distancia, mañana lunes
8 de noviembre a las 9 de la noche, en El Palillero,
con el concurso del escritor y editor de Betania
Felipe Lázaro.
En la Feria Internacional del Libro de Miami
presentará dos libros el sábado
13, a las 10:30 de la mañana El salón
del ciego (Universal), y a las 3:30 de la tarde,
la editorial Pureplay de Los Angeles dará
a conocer la traducción de su novela Puente
en la oscuridad, premio Letras de Oro, con el
título A Bridge in Darkness.
En la noveleta El salón del ciego, que
le da título al libro de relatos publicado
en Miami, se desarrolla una trama dramática
en la sala de un ciego que sirve cerveza, donde
se encuentran bebiendo un padre y un hijo inconscientes
de su parentesco. Mientras, horrendos actos de
repudio se realizan en las calles del pueblo,
y entre el gentío la madre lo busca angustiada,
pensando que ellos también serán
repudiados, por el telegrama que trae en la mano
de su hermana que les reclama por el Mariel. La
narrativa incorpora aspectos muy propios del estilo
que más caracteriza a Victoria, la del
ser en su circunstancia, llevado y traído
por caminos que no ha escogido. Es autobiográfico,
y Victoria no tiene empacho en confesarlo.
''La familia de mi padre no tenía el menor
contacto con nosotros. Uno de los relatos más
autobiográficos, más cercanos a
la realidad, es El salón del ciego. Yo
tomo anécdotas mías y luego las
envuelvo en ficción. Pero ésta sí
es bastante cerca de la realidad'', explica Victoria.
''En el 94 fui a Cuba a conocer a mi padre, cuando
yo tenía 44 años''. La idea de que
su tía los viene a buscar es histórica,
anota. "Pero en El salón del ciego
la anécdota principal es falsa. Y sin embargo,
podría haber ocurrido, ya que a mi padre
le gustaba mucho beber y a mí también
en aquella época''.
También hay alusiones muy gráficas
a sus relaciones con amigos en La estrella fugaz,
de El resbaloso y otros cuentos (Universal), que
es parte de la antología de Cádiz.
Guillermo Rosales, Reinaldo Arenas y Victoria,
aparecen respectivamente como William, Ricardo
y Marcos, uno de sus códigos onomásticos,
en un cuento muy alegre y muy triste, sobre la
muerte de sus queridos amigos.
Aunque ha publicado tres novelas, La travesía
secreta, La ruta del mago y la ya mencionada Puente
en la oscuridad, Victoria es reconocido como un
cuentista excepcional, como lo fue Julio Cortázar,
uno de sus favoritos, pero él, a diferencia
de Cortázar es un autor más reflexivo
que fantasioso. "Mi literatura es de reflexión.
Pero eso también es un peligro y tengo
que vigilarme a mí mismo, para que la reflexión
no se vuelva un sermón''.
Victoria se empeña en comunicarse con
el lector y serle fiel a la autenticidad, valor
esencial que define su creación. No es
en la forma novedosa o rebuscada, sino en el contenido
donde pone la mira. Lo que escribió ya
desde el invierno de 1984 en la revista Mariel
podría definir su credo estético.
"Uno de los objetivos esenciales de la buena
literatura, desde Homero hasta la fecha, es poner
al descubierto las complejidades del ser humano
y sus variadas relaciones con su circunstancia.
Donde sólo hay forma no hay literatura''.
Por eso se nota en él una afinidad con
autores existencialistas en una época en
que éstas no eran lecturas típicas
en Cuba, o cuando fuera de Cuba triunfaba el realismo
mágico latinoamericano, en los 70. Es la
presencia de personajes con un sentimiento de
extranjería en la tierra, de una visión
desolada y angustiante ante una realidad incomprensible,
y en búsqueda de algo que le dé
sentido a la vida del ser humano, características
de escritores como Albert Camus, por ejemplo.
''Me atraen la mayoría de sus libros,
El extranjero, La peste, La caída. Pero
lo más curioso es que nunca he visto a
Camus como un modelo'', aclara el escritor. "Sencillamente,
disfruto de la lectura de Camus, pero lo mismo
te podría decir de otros escritores que
me gustan muchísimo, y que son totalmente
ajenos a mí. Por ejemplo, me encanta Joyce,
que es el polo opuesto de lo que yo trato de hacer...
Y Camus, puede ser, ya que me lo mencionaste,
una de las personas con las que coincido... Un
escritor genuino no anda a la caza de influencias,
sino de identificación''.
Esa identificación la encuentra en Cuba
con Lino Novás Calvo. ''Escribe sobre él
mismo y sobre personajes atrapados en situaciones
en las que no hay una salida clara'', explica.
Pero como lector tiene muchos autores cubanos
favoritos, José Lezama Lima, Virgilio Piñera
y Alejo Carpentier entre ellos.
¿Cuando Victoria escribía en los
80 no sentía que hacerlo desde Miami era
anatema para la gente que vivía fuera de
Miami? ''Todavía lo siento'', responde.
"Estuve consciente de esa etiqueta en los
años 80 y lo estoy en el 2004. Pero no
me importa. Yo vivo en Miami, ésta es la
ciudad en la que escribo, es mi ciudad''.
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