El
otro voto sobre Cuba
Por Andrés Cisneros. Para
La Nación,
Argentina, 4 de noviembre de 2004.
EL lunes 25 de octubre un pequeño, pero
ruidoso grupo que voceaba consignas de izquierda
se manifestó frente a la Cancillería
en favor del inminente voto en la ONU contra el
embargo norteamericano a Cuba. Se trata de una
ingenuidad o de un intento de apropiación
facciosa de un tema que es patrimonio de todos:
el sentido afirmativo de ese voto se resolvió
ya en la década del 90 y los gobiernos
sucesivos se pronunciaron invariablemente en el
mismo sentido. Se trata de una (de otra más)
política de Estado instalada en esa época
y continuada por los gobiernos posteriores. En
efecto, hace apenas días el embargo volvió
a ser condenado en la Asamblea General, por 179
votos a cuatro.
Buenos Aires y La Habana registran numerosos
antecedentes vinculados con la situación
cubana.
En su momento, el gobierno de Frondizi se opuso
vivamente a que la isla fuera apartada de la OEA
y luego trabajó abiertamente para su regreso
a la organización. Al canciller Cárcano
y a su subsecretario, Oscar Camilión, el
episodio les costó el puesto y al director
de Política, Carlos Ortiz de Rozas, el
pase a disponibilidad. Con el canciller Carlos
Muñiz se trabajó mucho con el gobierno
de Kennedy para restablecer el diálogo.
Eran tiempos en que la Argentina conservaba peso
en los asuntos hemisféricos.
A su vez, Cuba ayudó mucho después
de la Guerra de las Malvinas, cuando casi perdemos,
además, la vigencia del tema en el Comité
de Descolonización. Desgraciadamente, antes
había votado en favor de Videla, cuando
su régimen fue cuestionado en la ONU por
violaciones a los derechos humanos. La abierta
política cubana de exportar la violencia
revolucionaria sirvió de justificativo
a numerosos golpes de Estado que ensombrecieron
la región.
Cuando, a su vez, el régimen de Castro
resultó involucrado en las mismas violaciones
humanitarias, la Argentina alternó entre
la abstención de Alfonsín, la condena
de Menem y el regreso oscilante a la abstención
de las presidencias de Duhalde y Kirchner.
El embargo injusto
Donde sí hubo coincidencia perfecta fue
respecto del embargo, que perjudica mucho a la
población y muy poco al régimen.
Hasta ahora, todos se han pronunciado igual, con
gran coincidencia de los demás países
y con un poco conocido liderazgo que, en su momento,
ejerció el canciller Di Tella. En su opinión,
carecía de lógica proteger los derechos
humanos de una sociedad en uno de los votos y,
por otro lado, aplicar a esa misma gente un embargo
que agravaba el nivel de penurias a que ya la
sometía el régimen, que lleva cuarenta
y seis años gobernando en ese país.
El embargo es no sólo injusto, sino también
contraproducente: permite al castrismo, principal
responsable de lo que pasa en la isla, atribuir
todas las calamidades a la existencia de esa medida.
Esa militante posición argentina, iniciada
en esos tiempos, se encuentra registrada en los
anales de las numerosas reuniones multilaterales
de la región y en todos y cada uno de los
encuentros bilaterales que todos los cancilleres,
desde Di Tella hasta la fecha, han mantenido con
sus pares norteamericanos.
La persistencia de Washington en mantener una
medida que desde el inicio de su aplicación
viene recogiendo el unánime rechazo de
toda América latina no se explica si no
se toman en cuenta las peripecias internas de
su política doméstica y su relación
con los cubanos exiliados en ese país.
El hecho de que por trece años consecutivos
la totalidad de sus vecinos en el continente se
oponga a una posición de Estados Unidos
sin que éstos la reconsideren pone al descubierto,
una vez más, el escaso peso que Washington
reconoce a la opinión de nuestros países
cuando contradice una política interna
norteamericana y la urgente necesidad de que la
futura administración, no importa quien
gane, honre de una buena vez sus ya largamente
retrasadas promesas de establecer una política
completa y articulada en diálogo franco
con el resto de los países americanos.
El autor fue secretario general
y secretario de Estado de Relaciones Exteriores
(1992/1999) de la Cancillería argentina.
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