PRENSA INTERNACIONAL
Noviembre 3, 2004
 

"Corralito" a la cubana

Agencias La Habana. Aurelio Pedroso, La Vanguardia, España, 31 de octubre de 2004.

A partir del 8 de noviembre, el peso convertible comenzará a circular en sustitución del dólar de EE.UU. en territorio nacional", anunció Fidel Castro en un comunicado leído en la televisión cubana el 25 de octubre.

La noticia conmocionó la isla y coincidió con una crisis de "apagones" que ha creado gran malestar entre la población, poco días después de la caída accidental de Castro y a una semana de las elecciones de EE.UU.

"La población puede mantener en su poder, sin restricciones de ningún tipo, dólares de EE.UU. o cualquier otra moneda convertible en cualquier cantidad", enfatizó Castro. Es decir, ahora los cubanos pueden mantener en sus cuentas dólares en los bancos sin penalización, pero no podrán utilizar el dólar para transacciones comerciales en la isla. El peso convertible, conocido como chavito y que fue introducido en 1995, se cambiará 1 por 1 con el dólar, como hasta ahora.

El billete verde comenzó a circular en Cuba desde comienzos de 1990, cuando el Gobierno castrista se vio obligado a realizar reformas liberales para compensar la pérdida de la ayuda y el comercio soviético. La posesión de dólares fue legalizada en 1993 y desde entonces ha sido la moneda para comprar en las choppys (del inglés shopping, tiendas en divisas), donde se abastece la mayoría de la población.

El adiós al dólar afectará especialmente a miles de cubanos que reciben remesas de familiares de EE.UU., que a partir del día 8 tendrán un gravámen del 10% en sus cambios de dólares en efectivo si no reciben en euros u otras divisas. Para los cubano-norteamericanos, que envían a Cuba remesas desde E.UU. a Cuba a través de la Western Union, la cosa será complicada ya que esta empresa tiene que entregar el dinero en dólares por exigencia del Departamento del Tesoro norteamericano. Así, una buena grieta se ha abierto en la sociedad cubana. Entre los que lo poseen y los que no.

En ausencia de cifras oficiales, el sector financiero estima en varios centenares de millones de dólares el montante de billetes americanos circulando en la isla.

Para los expertos, Castro ha tomado una decisión sumamente arriesgada dejando fuera de juego al billete verde. Para un banquero occidental se trata de "una razzzia sobre los dólares".

"Se sustituye una moneda buena por otra en la que no hay confianza", agregó.

"¿Las emisiones de billetes de pesos convertibles van a correponder a los dólares que entren en caja o van dar la manivela de crear dinero", se preguntó. El riesgo de inflación se ha incrementado así poderosamente, dijo.

En su opinión, "la única cosa que crea esta medida es dudas, y las empresas no aman la incertudumbre". Consecuencia previsible, "las inversiones extranjeras en Cuba, ya en caída libre desde hace tres años, no se van a dirigir a la isla", agregó.

El Gobierno cubano descartó consecuencias para el comercio o las empresas que operan en el país y reiteró que la sustitución del dólar se debe al endurecimiento de la política de EE.UU. contra la isla. El último acontecimiento de esta naturaleza es el conocido caso del presunto lavado de más de 4.000 millones de dólares en la Unión de Bancos Suizos aún sin respuesta final, pero que conllevó a una multa por parte de la Reserva Federal de 100 millones de dólares a la UBS.

Según el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, la medida no afectará tampoco al sector turístico, porque el 75% del turismo procede de Canadá, Gran Bretaña y países de la zona euro.

Aún así, es de suponer que el dólar vuelva a introducirse en las redes del mercado negro, apreciación que sólo el tiempo podría confirmarla y de la que Cuba no sería una excepción. Por una simple razón, como lo ha calificado un especialista: "el dólar tiene valor universal; el peso convertible, local".

El euro, entretanto, continuará vigente en la playa de Varadero y algunas zonas de la cayería norte antillana. En 2003, el entonces ministro de Turismo, Ibrahim Ferradaz, pronosticó que en enero de este año ya estaría en La Habana. Diez meses después, ni Ferradaz permanece en su cargo y aún en la capital el euro no factura daiquirís en El Floridita. Ahora, podría ser su oportunidad.

Expertos cubanos residentes en el exterior califican la medida como un intento por , la moneda fuerte capaz de paliar la difícil situación por la que atraviesan las arcas estatales cubanas. Carmelo Mesa-Lago, profesor Emérito de Economía de la Universidad de Pittsburg, ha dicho que "de momento esto sugiere que están absolutamente desesperados por conseguir dólares, que podrían conseguir a corto plazo, pero a largo plazo creará problemas mayores".

Lo cierto es que muchos en las calles de La Habana ya están considerando que el gravamen no es otra cosa que otro aumento encubierto de los precios de productos de primera necesidad en los establecimientos de venta en dólares, ya de por sí elevados hace tan sólo unos meses entre un 10 y 15%.

Las cifras de dólares que la población cubana pudiera tener fuera del sistema bancario, aunque desconocidas, bien pudieran ser respetables, en atención a cálculos de entidades internacionales, que estiman en torno a los 800-1.200 millones de dólares que por concepto de remesas ingresan cada año.

Estos envíos, de hecho han comenzado a reducirse en virtud de leyes de la administración Bush que limitan la cuantía y obligan a los cubanos residentes en EEUU a visitar la isla sólo cada tres años.

A la mañana siguiente de dada a conocer la resolución, los bancos cubanos alcanzaron records de asistencia de clientes. Por vez primera desde su fundación, uno de ellos, el Banco Metropolitano, perteneciente al grupo Nueva Banca, se vio atestado de personas que acudían a preguntar y... abrir nuevas cuentas en dólares. El jueves, primer día de canje, hubo una afluencia notable y desacostumbrada a los 1.660 puestos de cambio . habilitados.

Lo no previsto por los analistas, que la gente, lejos de guardar los dólares en casa, fuese a depositarlos amparados en el artículo correspondiente de la resolución que les permitiría obtener cuando así lo desearan lo mismo dólares que pesos convertibles sin gravamen alguno.

Sin embargo, otra mucha gente ha preferido mantener de momento el dinero en su casa porque avizoran una suerte de corralito (en un momento imprevisto, el peso convertible podría dejar de ser cambiado por dólares, como ocurrió en Argentina) a la cubana.

Entre las reacciones más variadas de la ciudadanía, algunos dan por sentado que ese paso llegará inexorablemente dada la carencia de divisas fuertes. Son los que ahora se limitarán a un canje parcial y conservar bajo la almohada o en cajas de zapatos los dólares.

"Yo no sé qué voy a hacer con unos dólares que guardaba para Navidad, si cambiarlos por los convertibles, abrir una cuenta bancaria, o gastarlos todos", decía Maritza, una indecisa ama de casa que recibe varias remesas al año de familiares residentes en EE.UU.

Un jubilado, que esperaba cambiar dólares por pesos, opinó que esta medida "no hará daño a EE.UU., pero sí a los que mandan las remesas y a los que las recibimos aquí".

En Miami, en un célebre restaurante de La Pequeña Habana, Julissa García, que llegó a Florida en 1960, dijo que ella va a enviar 400 dólares a su cuñada enferma de cáncer. "Está a punto de morir y mi hermano necesita ayuda", dijo. A su vez, Leslie Lozano, que también pertenece a los 1,5 millones de exiliados cubanos en EE.UU. dijo que seguirá enviando dinero a Rogelio, el hijo de su ex-novio, "porque la gente de allá no tiene nada".

Aquí y allá, todo el mundo parece en trance monetario. No sólo una gran operación financiera ha comenzado, sino también un inmenso culebrón popular.

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