POLITICA
El castrismo y sus
prisiones
Oscar Mario González,
Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Para los
que seguimos de cerca el acontecer nacional y
reflexionamos sobre las acciones y actitudes del
régimen cubano, nos llena de curiosidad
la reciente atención que vienen mostrando
las autoridades de la Isla hacia la problemática
carcelaria.
Definitivamente, el gobierno cubano está
preocupado por las múltiples denuncias
y acusaciones relacionadas con el trato inhumano
y degradante que sufre la población penal
y particularmente los presos políticos,
así como el estado deplorable de las prisiones
y las arbitrariedades perpetradas contra los reclusos.
Tal aseveración se ve reforzada por las
recientes e insólitas visitas de periodistas
de la gubernamental televisión cubana (TVC)
a las esposas de opositores y periodistas independientes
encarcelados, así como por la última
mesa redonda, íntegramente dedicada a hacer
propaganda a las supuestas bondades del sistema
carcelario de la Isla.
En el primer caso, se trata de una periodista
y un camarógrafo, que en acción
sorpresiva han visitado esposas de periodistas
y opositores encarcelados durante la ola represiva
iniciada por el régimen a mediados de marzo
del año pasado.
El hecho es único y marca un hito en la
tenebrosa historia de arrestos y encarcelamientos,
tan añejos como viejo en el tiempo es el
régimen cubano.
Las señoras Dulce María Amador,
esposa de Carmelo Díaz; Margarita Borges,
esposa de Edel José García; Cruz
Delia, esposa de Julio Valdés Guevara;
Gisela Delgado, esposa del opositor Héctor
Palacios, y Blanca Reyes, esposa del poeta y periodista
Raúl Rivero, fueron visitadas por la televisión
cubana.
En el último caso, la señora Blanca
Reyes dice haberlos botado de su casa, por considerar
su presencia como una ofensa, ya que se trataba
de personas sin escrúpulos ni ética
profesional.
Indudablemente, la presencia de estos comunicadores
en las casas de los encarcelados, recabando entrevistas,
es algo urdido, maquinado, organizado y dirigido
por la Seguridad del Estado, y por orden suprema
del jefe de todos los jefes. Pensar lo contrario
es de ingenuos, o de alguien que se quiere hacer
el bobo. Porque estos supuestos periodistas no
son tales. Bajo el totalitarismo marxista no puede
haberlos. Todos los códigos deontológicos
comprometen al periodista con la verdad; con el
amor y la defensa de la libertad y la democracia,
mientras que el gobierno totalitario los conmina
a la lealtad al poder político. Esto no
lo decimos nosotros; lo afirma la ideología
marxista, al conceptuar al comunicador como un
propagandista del gobierno. En la práctica
se convierten, a gusto o disgusto, en inoculadores
de veneno.
El otro hecho significativo fue la mesa redonda
informativa del martes 23 de marzo. Estoy convencido
de que si la propaganda del gobierno mintiera
menos, ganaría credibilidad, y haría
más efectiva su labor manipuladora. Pero
no es así. Y ahí está su
mayor error. La mentira es tan desproporcionada
que sus propios excesos revelan la falsedad.
Las cárceles cubanas, de acuerdo a la
mesa redonda, están mejores que la calle.
La cárcel chiquita es mejor que la cárcel
grande.
De acuerdo a lo mostrado en la televisión,
vale la pena hacer cualquier diablura con tal
de caer preso, sobre todo en el Combinado del
Este o en la cárcel de mujeres de occidente.
Son verdaderas panaceas donde el tránsfuga
puede encontrar todo lo que deleita a su aberrada
personalidad: poco trabajo, música, baile,
deportes, atención médica y hasta
la posibilidad de contraer matrimonio y lograr
descendencia en las acogedoras habitaciones habilitadas
para las recién paridas. Como si fuera
poco, enseñanza gratuita y de la mejor
factura, donde cada cual puede estudiar lo que
quiera y de "rescabucheador" o mira
hueco y asesino-violador, puede convertirse en
observador de estrellas en el telescopio, o especialista
en educación sexual.
Pero como Cuba es el país en el que más
presos políticos por número de habitantes
existe a nivel mundial; como es uno de los países
del planeta con mayor densidad de población
penal, por cuyas razones casi todas las familias
isleñas tienen o han tenido a un pariente
encarcelado, nadie creyó una coma de lo
que dijeron en la mesa redonda. A no ser aquéllos
que se chupen el dedo o quieran tapar cuevas de
culebras con lagartijas.
No sabemos qué artimañas trama
el régimen, ni que "burundanga"
tienen metida en la cabeza con todo esto de las
entrevistas y las mesas redondas. Si el condumio
que andan cocinando es para consumo nacional o
para la exportación. Pero de lo que sí
estamos seguros es de que desde el hocico del
caimán hasta la punta de la cola, nadie,
absolutamente nadie se llama a engaños
con el régimen, y está convencido
de que si la cárcel grande está
como está, ¡qué no será
de la cárcel chiquita!
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