PRENSA INDEPENDIENTE
Marzo 23, 2004

SOCIEDAD
El pollo de la miseria

LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - La compra de carne de pollo a los Estados Unidos es sin dudas un alivio para la maltrecha economía cubana, no sólo por el valor de la tonelada de este producto, sino por la cercanía geográfica. No en vano se ha planteado siempre que Cuba es un mercado natural del vecino del Norte y viceversa. Luego de levantarse las restricciones a la prohibición de compras de alimentos en el país norteño, el gobierno cubano ha podido adquirir grandes cantidades de varios productos, entre ellos el pollo congelado, cubriendo grandes necesidades de la demanda interna del comercio en la Isla. Así se han visto auxiliada la ya mermada distribución por el sistema normado.

Desde pequeño siempre escuché que el hambre y las necesidades económicas que confrontábamos en Cuba se debían al bloqueo norteamericano. El pueblo cubano ha vivido todos estos años con la esperanza de que el día que se levante ese embargo, los cubanos iban a conocer una abundancia tal, que les permitiría satisfacer ansias acumuladas por decenios, entre ellas comer como Dios manda. Ahora resulta que ya no soy tan pequeño y las calamidades siguen en aumento, mientras paradójicamente el embargo ha ido perdiendo la fuerza de sus primeros años. Las realidades señalan más al fracasado modelo económico existente en el país desde hace más de cuarenta años como el culpable de que esas expectativas no se vean satisfechas. Un simple hecho puede servir para ilustrar esta afirmación.

Esta semana se vendió por medio de la libreta de productos racionados, la cantidad de media libra de pollo por persona, correspondiente al mes de marzo. Esto es un dilema para cualquier ama de casa, pues con esa cantidad que incluye el correspondiente peso en hielo, además del "aporte" solidario para que el carnicero viva un poco mejor, el total obtenido por esta vía no alcanza ni para tres días. Con esa miseria se supone que se debe subsistir el resto del mes y tienes que arreglártelas haciendo maravillas en la cocina para extender lo más posible la paupérrima porción. Lo que sucede en la generalidad de los casos, donde hay niños o enfermos en la familia, es que se termina renunciando al consumo de la proteína en favor de los más necesitados. Ahora no comerás pollo, no por culpa del bloqueo yanqui, sino por la deficiente distribución planificada por el sistema socialista.

Una parte considerable de estas compras son dirigidas al mercado en dólares que se extiende por toda la Isla. Queda entonces la contrapartida de poder comprar en dólares lo que falta para completar el mes. Pero el precio de 2.25 el kilogramo hace que esa forma de adquisición esté lejana de muchos bolsillos sencillos de la población.

Una vez en la casa con las seis y media libras de pollo que correspondieron a las personas que conviven en el núcleo, entre ellas tres niños y una anciana, nos propusimos compartir lo mejor posible una comida que satisficiera a todos. Determinamos hacer un fricasé de pollo con papas: el pollo para los niños y las papas para los mayores. Así resuelven la mayoría de los hogares cubanos una situación que nada tiene que ver con el famoso embargo de Estados Unidos y sí con un encaprichado modelo económico y político que agobia al pueblo humilde. La miseria repartida sigue siendo miseria. cnet/21



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