SOCIEDAD
El pollo de la miseria
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org)
- La compra de carne de pollo a los Estados Unidos
es sin dudas un alivio para la maltrecha economía
cubana, no sólo por el valor de la tonelada
de este producto, sino por la cercanía
geográfica. No en vano se ha planteado
siempre que Cuba es un mercado natural del vecino
del Norte y viceversa. Luego de levantarse las
restricciones a la prohibición de compras
de alimentos en el país norteño,
el gobierno cubano ha podido adquirir grandes
cantidades de varios productos, entre ellos el
pollo congelado, cubriendo grandes necesidades
de la demanda interna del comercio en la Isla.
Así se han visto auxiliada la ya mermada
distribución por el sistema normado.
Desde pequeño siempre escuché que
el hambre y las necesidades económicas
que confrontábamos en Cuba se debían
al bloqueo norteamericano. El pueblo cubano ha
vivido todos estos años con la esperanza
de que el día que se levante ese embargo,
los cubanos iban a conocer una abundancia tal,
que les permitiría satisfacer ansias acumuladas
por decenios, entre ellas comer como Dios manda.
Ahora resulta que ya no soy tan pequeño
y las calamidades siguen en aumento, mientras
paradójicamente el embargo ha ido perdiendo
la fuerza de sus primeros años. Las realidades
señalan más al fracasado modelo
económico existente en el país desde
hace más de cuarenta años como el
culpable de que esas expectativas no se vean satisfechas.
Un simple hecho puede servir para ilustrar esta
afirmación.
Esta semana se vendió por medio de la
libreta de productos racionados, la cantidad de
media libra de pollo por persona, correspondiente
al mes de marzo. Esto es un dilema para cualquier
ama de casa, pues con esa cantidad que incluye
el correspondiente peso en hielo, además
del "aporte" solidario para que el carnicero
viva un poco mejor, el total obtenido por esta
vía no alcanza ni para tres días.
Con esa miseria se supone que se debe subsistir
el resto del mes y tienes que arreglártelas
haciendo maravillas en la cocina para extender
lo más posible la paupérrima porción.
Lo que sucede en la generalidad de los casos,
donde hay niños o enfermos en la familia,
es que se termina renunciando al consumo de la
proteína en favor de los más necesitados.
Ahora no comerás pollo, no por culpa del
bloqueo yanqui, sino por la deficiente distribución
planificada por el sistema socialista.
Una parte considerable de estas compras son dirigidas
al mercado en dólares que se extiende por
toda la Isla. Queda entonces la contrapartida
de poder comprar en dólares lo que falta
para completar el mes. Pero el precio de 2.25
el kilogramo hace que esa forma de adquisición
esté lejana de muchos bolsillos sencillos
de la población.
Una vez en la casa con las seis y media libras
de pollo que correspondieron a las personas que
conviven en el núcleo, entre ellas tres
niños y una anciana, nos propusimos compartir
lo mejor posible una comida que satisficiera a
todos. Determinamos hacer un fricasé de
pollo con papas: el pollo para los niños
y las papas para los mayores. Así resuelven
la mayoría de los hogares cubanos una situación
que nada tiene que ver con el famoso embargo de
Estados Unidos y sí con un encaprichado
modelo económico y político que
agobia al pueblo humilde. La miseria repartida
sigue siendo miseria. cnet/21
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