SOCIEDAD
¡Pícalo, pícalo!
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org)
- Cuchilla en mano mientras gritaba el imperativo
de la palabra picar, un joven con apariencia de
marginal corría detrás de su víctima,
en tanto una turba de compañeros eufóricos
por el suceso coreaba a plena voz la misma palabra
repetida: ¡pícalo, pícalo!
Unos metros más y el muchacho sería
cortado por el héroe de la noche y para
beneplácito de la jauría, sedienta
de violencia.
La escena presenciada personalmente un sábado
en la noche, constituye un hecho que se va haciendo
cotidiano en casi todas las fiestas de fin de
semana en la ciudad de La Habana. Decenas de jóvenes
se dan cita en casas o locales habilitados para
el baile y la música. Sin embargo el índice
de agresividad que converge en estos espacios
para diversión supuestamente sana, va cobrando
un nivel alarmante en la sociedad. Allí
acuden estos muchachos de apenas quince años
cumplidos, portando armas blancas para ser utilizadas,
o bien para agredir o bien para defenderse. Los
padres, conocedores de esa situación, prohíben
a sus hijos el participar de dichas fiestas, sean
populares o caseras.
Es notable la desproporción entre los
varones y hembras que se reúnen para supuestamente
bailar. Lo que ocurre realmente es que estas actividades
se convierten muchas veces en la justificación
para tener un lugar donde consumir alcohol y drogas,
lo que hacen más peligrosa la estancia
en estos antros.
La mayor incidencia de hechos violentos ocurre
entre jóvenes de raza negra y mestiza.
Muchos de ellos han abandonado los estudios y
presentan una desorientación social que
se remite al seno familiar y a la falta de futuro
que ellos dicen sentir en su medio social concreto.
Muchos terminan por asociarse en pequeñas
bandas compuestas mayoritariamente por adolescentes,
realidad que cobra fuerza y se convierte en una
amenaza para la sociedad habanera, sin que se
observe una solución definitiva para las
mismas por parte de las autoridades.
Generalmente con la ocurrencia de estas riñas,
la fiesta termina. La música se suprime
y los participantes se dispersan en pequeños
o medianos grupos. Finalmente concertarán
una nueva cita para el próximo sábado
y lo más seguro es que en la misma se protagonice
un nuevo incidente, que por lo general terminará
como el que llegué a presenciar. cnet/21
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