Que se decidan
El
País Digital,
Montevideo - Uruguay. 8 de marzo de 2004.
La declaración de la Cámara de
Representantes denunciando la violación
de los fueros del diputado Jaime Trobo causada
por la acción de los servicios de inteligencia
de la República de Cuba puso nuevamente
al descubierto la ambigüedad con que el Encuentro
Progresista aborda la "cuestión cubana".
Los hechos que llevaron al diputado Trobo a plantear,
tan digna y firmemente, una cuestión de
fueros son por demás claros: la pública
confesión de un calificado vocero del gobierno
cubano de que se interceptan las comunicaciones
de los legisladores uruguayos. Ante la gravedad
de la afirmación, la única actitud
digna que como blancos y orientales cabe adoptar
es la de condenar lisa y llanamente tal proceder.
Lo que el congresista cubano tan suelto de cuerpo
manifestara significa, lisa y llanamente, que
el gobierno cubano viola la soberanía de
nuestro país.
Dada la gravedad de los hechos, no cabe buscar
atenuantes ni sembrar interrogantes que no hacen
otra cosa que desviar el debate del centro de
la cuestión: ¿Viola o no viola Cuba
la soberanía nacional? La respuesta positiva
ante la cuestión planteada ameritaría
una condena firme y radical por parte del Frente
Amplio. No obstante, y aunque parezca increíble,
aquel persiguió infructuosamente a lo largo
del debate quitar importancia al tema, procurando
evitar un pronunciamiento de la Cámara
a tenor del que definitivamente realizara.
Desde los lejanos tiempos en que Castro asumiera
el poder y hasta la actualidad, la izquierda ha
persistido en su apoyo incondicional al líder
cubano. La imposición del marxismo a través
de la triunfante revolución convirtió
a Cuba en el modelo inspirador de la izquierda
americana. En el ejercicio de esa función,
se fomentaron movimientos insurgentes a lo largo
de todo el continente, aportando recursos en pos
de la "liberación de los pueblos americanos".
Basando su economía en las contribuciones
de la Unión Soviética y utilizando
sofisticados aparatos de propaganda, Cuba se erigió
en el estandarte del socialismo latinoamericano,
que vio en ella el paradigma de todo lo bueno
que a través de la revolución se
podía conquistar.
La desaparición del socialismo real puso
al descubierto en su cabal magnitud la tragedia
que para el pueblo cubano significa la tiranía
castrista. La dictadura más antigua de
América si por algo se caracteriza, si
por algo sigue siendo célebre, es por la
violación generalizada y sistemática
de los derechos humanos.
Esta realidad que es tan clara, que es indiscutible,
que no tiene justificación de tipo alguno,
es sistemáticamente negada por el Frente
Amplio; y cuando no lo hace, cuando la acepta,
siempre encuentra una excusa o aunque más
no sea un atenuante, pretendiendo justificar lo
injustificable. Resulta francamente penoso que
la dirigencia del partido político más
votado de nuestro país no se defina y manifieste,
sin temor a equívocos, si condena o apoya
a Castro; y sería bueno que lo hiciera
ahora que se están acercando las instancias
electorales, para que así la ciudadanía
pueda apreciar cuál es el verdadero sentir
de la dirección frenteamplista.
Somos conscientes que para algunos de los partidos
que conforman el Frente Amplio la decisión
no será fácil. Son muchos años
de vinculación, de obtener beneficios,
y tal vez tengan temor al desencanto de sus votantes.
Mas los ciudadanos merecen una explicación.
¡Qué se decidan de una vez!
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