El profeta habla del regreso
a Cuba
Luis Aguilar León. El
Nuevo Herald, febrero 29, 2004.
Esta columna, de evidente actualidad, fue saludada
en el momento de su aparición, hace tres
años, por los lectores cubanos a quienes
iba dirigida. Pero su éxito fue mayor que
el esperado y continúa siendo reproducida
en diversos medios del continente aunque, en ocasiones,
sin dar el debido crédito al autor.
En cuclillas, a orillas del mar, el profeta trazaba
en la arena rasgos enigmáticos y observaba
cómo las olas los borraban lentamente.
Entonces un grupo de cubanos se le acercó
y uno de ellos le dijo: ''Maestro, háblenos
de cuándo regresaremos a Cuba''. Irguiendo
la frente hacia el horizonte, el profeta habló
casi en susurro.
'Ustedes no están en Cuba, pero Cuba está
en ustedes. Cuba es una isla cargada de dolor
y de alegría. Aférrense a ese dolor,
porque en él están las raíces
de su pueblo; cultiven esa alegría porque
ella es el carácter que salva a ese pueblo.
Dondequiera que ustedes estén, el sufrimiento
los hermana; donde quiera que ustedes canten,
canta el indomable espíritu y la dolorosa
esperanza de ese pueblo. Ustedes son una ola en
el mar infinito de la patria. ¿Por qué
preocuparse tanto por el 'cuándo van a
volver', si ustedes no saben cuándo van
a morir?
"Ustedes se afanan todos los días
en sus menesteres, y hacen planes de futuro y
no se preocupan por cuándo llegará
el viento negro que borra los semblantes. Pues
bien, trabajen con igual fervor por el retorno
a la patria y no se preocupen por cuándo
ha de llegar la hora del retorno. ¿O es
que el amor tiene una cuota de tiempo y la esperanza
un término fijo, y el deber un plazo limitado?
Cumplid la cuota de deber de cada día y
cada día mejoraréis la faz del futuro.
Pero no le pidais al futuro que os señale
una fecha.
'Vivan con la ilusión del regreso, pero
no crean que van a regresar a la ilusión.
Las arenas del tiempo caen inexorablemente, y
nadie retorna a su pasado o a su juventud. 'Generación
va y generación viene, mas la tierra permanece
siempre', dice la Biblia. Hubo una Cuba antes
de vosotros y habrá una Cuba después
de vosotros, pero la que ustedes conocieron y
amaron no la han de encontrar jamás. Ella
es parte de vuestra música y parte viva
de vuestro dolor, pero el recuerdo amado es como
la luz de un farol rodeado de sueños que
se va extinguiendo en la mente.
'Aprendan la parábola de una madre prudente
a quien su hijo le dijo: 'Madre, enseña
a mi esposa a hornear el pan, porque el que ella
me hace nunca sabe como el que tú me hacías'.
Y la madre prudente le respondió: 'Ni yo
ni nadie puede hornearte ese pan, hijo mío.
Yo lo cocinaba para un muchacho de doce años
que corría como el viento y tenía
un voraz apetito. Mas tú eres ahora un
hombre de cuarenta años volcado en el trabajo
y los problemas. Yo puedo ofrecerte el mismo pan
que siempre hago, pero no puedo devolverte la
energía ni la voracidad de los doce años.
Vuelve a tu esposa y aprende a disfrutar el pan
de los cuarenta. El de los doce años nadie
te lo puede devolver'.
"Cuidad de vuestros hijos y no permitais
que la ilusión del regreso se convierta
en tema que os separe de ellos. Ellos marchan
detrás de ustedes, pero su visión
cabalga a la vanguardia de ustedes. Y el futuro
de la caravana está en las manos de aquéllos
que sepan mirar con ojos firmes el mañana.
Muchos cubanos han ayudado y van a ayudar al regreso,
aun cuando ellos mismos no lograron o no lograrán
regresar. Y en ellos alentó y alienta el
verdadero amor a la patria. Pues, ¿quién
tiene más mérito, aquél que
trabaja esperando una recompensa o aquél
que se sacrifica sin esperar recompensa? ¿Quién
tiene más valor, quien siembra para recoger
su cosecha, o quien siembra esforzándose
porque la cosecha sea fecunda y a todos aproveche?
"Trabajad cada día para que haya
una amplia y generosa cosecha que abrigue a los
cubanos de hoy y a los de mañana. Y si
alguien os critica venenosamente, no permitais
que el odio tienda sus negras alas en vuestras
almas y cubra de resentimientos el futuro. No
olvidéis que, aun cuando parezcan triunfantes,
los malvados saben cuán ásperas
se tornan las horas del odio; y odiar al tirano
no justifica derramar odio en todos los rincones.
Vuestro pueblo marcha hoy malherido y necesita
vasto apoyo y larga generosidad; ofrézcanle
toda la cuota que puedan ofrecer. Y no olvidéis
que no ha bastado aprender las palabras de vuestro
apóstol para crear libertad; es necesario
conocer su conducta, que debió haber sido
modelo de ética en vuestra historia. De
ahí que sea más sabio preocuparse
más del cómo que del cuándo
será el regreso''.
Yel profeta reclinó su mirada y volvió
a trazar rasgos en la arena y a observar cómo
las olas barrían lentamente las huellas
de sus trazos.
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