DESDE
LA CARCEL
"Los zarpazos de
la fiera herida son atolondrados pero peligrosos":
Manuel Vázquez Portal
"Los zarpazos de la fiera herida
son atolondrados pero peligrosos. Debes y deben
precaver por si asoman las uñas. Todo sastre
antes de dar puntadas, toma medidas. Tómenlas,
pero no dejen de zurcir. No permitan que ningún
zascandil se les adelante. No se queden en la
playa, vayan hasta altamar, que se enteren todas
las costas del peligro que supone amar cuando
el amor anda tan lejos del corazón de la
fiera", escribió el poeta y periodista
independiente Manuel Vázquez Portal, condenado
a 18 años de prisión, a su esposa,
Yolanda Huerga.
Cárcel de Aguadores, 8 de febrero, 2004-02-29
Sra. Yolanda Huerga Cedeño
Puchita:
Esta será una carta muy breve. Hija de
la premura. Escrita con la urgencia de los mensajes
impostergables. Quien conozca el amor sabrá
por qué.
Recibí una visita entre pachanguera y
amenazadora. Por su burda sutileza te diría
que más amenazadora que cualquier otra
cosa. Los detalles son, por ahora, imposibles.
Sólo te repito, como te dije desde el principio:
de todo lo que tú digas soy yo el único
responsable. Que nadie intente ver en ti o en
tus actos otra culpa que no sea la de amarme.
Si alguien quisiera utilizar tus palabras para
inculparte por algo, conocerán entonces
de lo que soy capaz verdaderamente. El juego de
cultas fruslerías se convertiría
en guerra sangrienta y sin tregua.
Mantente alerta y alerta a toda persona que corra
el mismo riesgo. Los zarpazos de la fiera herida
son atolondrados pero peligrosos. Debes y deben
precaver por si asoman las uñas. Todo sastre
antes de dar puntadas, toma medidas. Tómenlas,
pero no dejen de zurcir. No permitan que ningún
zascandil se les adelante. No se queden en la
playa, vayan hasta altamar, que se enteren todas
las costas del peligro que supone amar cuando
el amor anda tan lejos del corazón de la
fiera.
Puchita, tú eres mi voz y cuanto digas
es mucho menor de lo que yo diría; si te
conminan al silencio, diles que entonces seré
yo la algarabía, y que tengo buena garganta;
no hay convenios, tenemos el derecho. La altamar
es el reino donde podemos navegar. Sé buen
marinero, no dejes nada en la ribera, que todo,
absolutamente todo, por nimio que sea, resuene
en todas las playas. Yo soy el autor -material
e intelectual- de todo cuanto afirmes. Si buscan
un culpable, aquí estoy, preparado y aguardando.
Tu delito es amarme. Mi delito, no haberte dado
a tiempo una patria donde defender el amor no
sea un delito.
Tuyo,
Yo
|