El meollo de Menoyo
Humberto López y Guerra.
El
Nuevo Herald, 15 de julio de 2004.
Estocolmo -- ¿Qué es lo que diferencia
a Eloy Gutiérrez Menoyo de otros disidentes
u opositores del régimen cubano?
Si nos basamos en las declaraciones contra el
régimen, las exigencias de democratización,
libertad de expresión, coherencia en la
crítica contra un sistema estático,
centralista y opresor, observamos que en el discurso
utilizado no hay grandes diferencias entre Menoyo
y otros opositores que, aunque coinciden en la
crítica al régimen, mantienen una
actitud más indulgente hacia Estados Unidos
con respecto a las nuevas medidas restrictivas
que fueron puestas en vigor el 30 de junio pasado.
Entonces, ¿por qué esa burda campaña
de difamación contra Menoyo? Campaña
que se torna a veces grosera, e incluso poco digna
de un periodismo que se autocalifica de independiente
en el que independiente es, supongo, su principal
divisa?
La razón es simple: Menoyo no vive de
la ''ayuda'' económica del Fondo Nacional
para la Democracia (NED en sus siglas en inglés),
la Agencia de Información de Estados Unidos
(USIA en sus siglas en inglés), la misma
CIA o las otras tantas y tantas formas de financiamiento
estadounidense a la disidencia y el rentable negocio
del anticastrismo. Es más, Menoyo reprocha
abiertamente a aquéllos que prefieren conservar
sus subsidios económicos de disidentes
en lugar de criticar la política injerencista
de George W. Bush.
Algunos de estos furibundos antimenoyistas también
tratan continuamente de descalificar al ex comandante
y ex preso político por no haber nacido
en Cuba. ¿Qué hacer entonces con
Máximo Gómez? ¿Eliminarlo
de nuestros textos de historia porque era dominicano?
Hasta el disidente democristiano Oswaldo Payá
ofrece su contribución a esta xenófoba
batida al declarar recientemente a la agencia
de noticias de EFE: "Si lo que quiere [Menoyo]
es hacer política como español,
hágala en su país, y no la haga
a costa de nuestra lucha por la liberación''.
Si descalificamos a Menoyo por no haber nacido
en Cuba, esa descalificación tendríamos
que hacerla extensiva a los miles y miles de cubanos
nacidos en el exterior y que hoy día tienen
un sano anhelo de contribuir al futuro de Cuba.
La sangre de los Menoyo abonó la tierra
cubana durante la lucha contra el corrupto dictador
Fulgencio Batista. Además, Eloy Gutiérrez
Menoyo, como en el caso de Húber Matos,
no sólo obtuvo los grados de comandante
durante la lucha contra la dictadura batistiana,
sino que también cumplió condena
de más de 20 años de cárcel
al oponerse, incluso con las armas en la mano,
a la nueva dictadura. Menoyo no sólo tiene
todo su derecho como cubano a ejercer la oposición
que más considere real y oportuna, sino
que no se le puede inculpar con alevosía
de por qué a tal o más cual opositor
no lo dejaron salir de Cuba.
El permiso que la autoridad cubana concedió
a Menoyo para viajar a España, para participar
en el XXXVI Congreso Federal del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), y las razones por
las cuales este o aquel disidente no pudo participar
en el cónclave socialista, ya sea porque
no le dieron el permiso, porque la invitación
llegó demasiado tarde, o porque no le dio
la gana de presentar siquiera su solicitud de
salida, o simplemente, porque decidió presentarla
a través de su centro de trabajo, son cuestiones
de las que no podemos culpar al líder de
Cambio Cubano.
Cuando la Sección de Intereses de Estados
Unidos en Cuba denegó la visa de entrada
al opositor socialdemócrata Dimas Cecilio
Castellanos Martí, para participar en un
evento organizado por el Instituto de Estudios
Cubanos en Miami, ninguna de esas voces que se
alzan para criticar a Menoyo --e, incluso, inculparle
alevosamente de que por su culpa otros disidentes
no pudieron asistir al Congreso del PSOE-- se
alzaron para criticar la política selectiva
estadounidense de visas a disidentes cubanos.
Castellanos Martí es miembro de Arco Progresista,
otro grupo disidente que como Cambio Cubano critica
la actual política injerencista de Estados
Unidos contra Cuba.
Obviamente Cuba y Estados Unidos consideran que
hay dos clases de opositores: los que no aceptan
la injerencia extranjera y los que agradecen la
generosa ''ayuda'' estadounidense. Al menos en
algo se han puesto de acuerdo.
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