Cuba: iglesia y Estado coinciden
contra Bush, pero divergen en la reconciliación
Por Carlos Batista. Diario
El Popular, Canadá, 10 de julio, 2004.
El gobierno del dictador Fidel Castro y la iglesia
católica en Cuba rechazaron las nuevas
medidas de Washington contra la isla, pero al
mismo tiempo se mueven numerosas divergencias
entre ambos, que inclinan el equilibrio agridulce
de su relación.
Parapetado en su estrategia de plaza sitiada,
el gobierno enfila sus armas contra opositores
internos y externos, mientras la iglesia llama
a la reconciliación de todos los cubanos,
al margen de sus diferencias políticas.
El programa anunciado por Washington el 6 de
junio pasado para acelerar la salida de Castro
del poder y promover una rápida transición
democrática en Cuba, unificó en
su rechazo a los seguidores y opositores de Castro
en la isla, la iglesia católica y hasta
buena parte de la emigración.
Las medidas estadounidenses endurecen el embargo,
limitan los viajes y las remesas de los cubano-estadounidenses,
asignan millonarias sumas a la oposición
interna y a las transmisiones de radio y televisión
Martí hacia Cuba, así como asignan
a un funcionario norteamericano para dirigir el
proceso de transición cubano.
De inmediato, los obispos emitieron una nota
reiterando su rechazo al embargo y las leyes Torricelli
y Helms-Burton.
Los prelados señalaron, además,
que las nuevas disposiciones de Washington perjudican
especialmente a la familia cubana "pues a
las dificultades y agobios de todos conocidos
se añaden nuevas privaciones".
Pero opinaron que "la solución"
del problema cubano "pasa por un proceso
de diálogo entre cubanos, de conciliación,
de búsqueda".
Esta es la principal divergencia actual, al menos
pública, entre los obispos católicos
y el gobierno de Castro, a seis años y
medio de la visita del Papa Juan Pablo II a la
isla, una estancia que movió el tablero
de la relación, pero no introdujo cambios
sustanciales.
Ambas partes declinan ante la prensa comentar
el estado actual de su relación, una historia
de 45 años "con momentos de bonanza
y épocas de turbulencia", según
dijo en el 2003 su principal pastor, el cardenal
Jaime Ortega Alamino.
La iglesia católica, con poco más
de 600 templos y 345 sacerdotes (170 cubanos y
175 extranjeros), está encabezada por 12
obispos en 11 diócesis.
"Ni el nivel de disenso político
hacia el Estado socialista que se exterioriza
desde la institución eclesiástica
llega a violentar los límites de tolerancia
admitidos, ni las restricciones impuestas a la
iglesia desde el sistema sociopolítico
admiten calificativo de represión",
opina el académico Aurelio Alonso, un estudioso
del tema.
Para Alonso, dentro de esos límites suceden
muchas cosas: posturas de sectores de la iglesia
"que elevan la tensión por el nivel
de discrepancia e incluso a veces el tono de desafío",
mientras que otras veces expresan "reacciones
que distienden al mostrar que se identifican en
el rechazo de las presiones que amenazan a nuestra
soberanía nacional".
En el mismo sentido se pronunció la revista
católica Palabra Nueva, la que llamó
al gobierno a aprovechar las coincidencias de
rechazo al programa para "sumar, integrar
de una vez".
La contrapartida de esas posturas, según
Alonso, se caracteriza "por políticas
dictadas desde posiciones ajenas a la fe religiosa",
en un Estado que se entiende laico, pero dirigido
por ateos.
"Las libertades religiosas, garantizadas
en la ley y en la práctica del individuo,
no suelen satisfacer las aspiraciones de la iglesia,
que aspira a incrementar sin trabas su presencia
y su influencia como institución",
señaló el académico.
Recordó que a principios de los años
90, el sistema político cubano prohibió
constitucionalmente la discriminación por
motivos religiosos, y abrió las herméticas
filas del Partido Comunista (PCC), hasta entonces
reservadas a ateos, a creyentes de cualquier credo.
Practicantes de cultos de origen africano y evangélicos
entraron al PCC. Dos pastores protestantes mantienen
desde entonces sus bancas en el parlamento.
Según estudios académicos, el
85% de los 11,2 millones de cubanos profesa algún
sentimiento religioso, pero sólo un 15%
los hace en creencias estructuradas como la católica,
la evangélica o los cultos de origen africano.
El 70% restante se manifiesta en lo que se ha
denominado como "religiosidad popular",
una mezcla compatible de esas tres influencias.
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