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Inicia en Cuba foro para coordinar
contra el ALCA
LA HABANA, 26 (AP) - Más de 1.000 delegados
de movimientos contra el Acuerdo de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) de 32 países
comenzaron en la isla el lunes un encuentro, encabezado
por el presidente Fidel Castro.
"El ALCA es una tragedia que podemos derrotar",
dijo el diputado y economista cubano Osvaldo Martínez,
quien inauguró el foro.
El ALCA, impulsada principalmente por Washington,
aspira a crear una zona de libre comercio continental
para el año próximo.
Según Martínez, el ALCA es una
estrategia para abrir los mercados latinoamericanos
a las empresas de Estados Unidos, cada vez más
dependiente de su exportaciones.
A Estados Unidos "le interesa abrir y penetrar
mercados por cualquier medio", dijo el economista,
y añadió que América Latina
con sus 270 millones de pobres tiene economías
"anémicas" y no será un
buen destino para las mercancías foráneas.
Las causas de esta situación, dijo el
experto, son las políticas de apertura
ya implementadas durante la última década.
Paralelamente, Martínez desestimó
que el futuro acuerdo sea una solución
para atraer inversiones hacia los países
más pobres de la región.
"Los que creen que con el ALCA se abrirá
el cuerno de la abundancia, deben saber que la
abundancia allá es financiada por esta
región llena de pobres", comentó
economistas.
Martínez recordó que América
Latina es área que más capitales
exporta hacia Estados Unidos.
Castro no tomó la palabra.
En su mayoría, los activistas presentes
en la isla vienen de México, Estados Unidos,
Canadá, Venezuela y Brasil.
Las sesiones del encuentro para coordinar acciones
se desarrollarán hasta el jueves.
Se despide de Cuba patriarca ortodoxo
LA HABANA, 26 (AP) - Tras cumplir una agenda
de cinco días, consagrar una catedral,
abogar por el fin del embargo a Cuba y hablar
en favor de la libertad religiosa, el patriarca
ortodoxo Bartolomeo I se despidió de la
isla este lunes.
Acompañado al aeropuerto por el presidente
Fidel Castro, el sacerdote dijo adiós a
la capital caribeña al mediodía.
Durante su visita, el patriarca se encontró
unas seis veces con Castro.
Vestido de uniforme verde olivo, Castro saludó
al pie del avión a la comitiva patriarcal
a la usanza ortodoxa de los dos besos.
Bartolomeo llegó a la isla el miércoles
para consagrar la catedral de San Nicolás,
un templo financiado por las autoridades cubanas.
El patriarca también se reunió
con funcionarios y líderes religiosos cubanos,
pero no con disidentes políticos, pues
no fue a una recepción convocada por diplomáticos
estadounidenses a la iban a asistir los opositores.
En su lugar Bartolomeo envió a sus arzobispos,
como lo hizo con actividades organizadas por otras
embajadas.
Paralelamente, el patriarca rompió el
anuncio de que no tomaría una posición
política y se pronunció en contra
del embargo estadounidense a la isla.
Según el sacerdote, es su deber "predicar
con franqueza que el bloqueo de los pueblos y
países" es "un error histórico".
"Todo se resuelve persona a persona, nada
espalda a espalda", dijo Bartolomeo, durante
la consagración el domingo de la catedral.
También enfatizó que la libertad
religiosa es "un derecho humano básico".
En diciembre, el Departamento de Estado norteamericano
acusó a a Cuba de limitar la libertad religiosa.
Aunque las autoridades buscan tener buenas relaciones
con las iglesias, los católicos se quejan
de que no se les permite edificar templos.
Drama de un exiliado cubano
Jorge Luis Macías, reportero
de La
Opinión.
La Opinión - Julio Benítez Rodríguez
fue encarcelado por un año en Cuba, y durante
una década de residencia como asilado político
en Los Angeles se mantuvo en silencio, pero ahora
sus ideas y pensamientos encontraron la libertad.
"Me aplicaron la ley de asociación
y manifestación ilícita. Un año
estuve preso en el combinado penitencial de la
provincia de Guantánamo'', relató
Benítez, ahora profesor de secundaria de
Los Angeles y ex miembro del Comité Cubano
Pro Derechos Humanos en Cuba.
Benítez, quien trabajó para el
Ministerio de Cultura de Cuba, fue hecho prisionero
a los 41 años de edad.
"En aquella época, vi al abogado
que me defendería sólo media hora
antes del juicio, mientras en las afueras del
tribunal cientos de gentes habían sido
convocadas para pedir contra mí una fuerte
condena''.
La amargura y la barbarie sufrida en su propia
patria daña aún a Julio Benítez,
quien enfrentaría en aquel tiempo una pena
máxima de dos años en prisión.
"El fiscal pidió al juez sólo
tres meses de cárcel para mí, pero
cuando hubo una apelación al caso, me dieron
un año'', recordó Benítez,
ahora de 52 años y residente de Glendale.
"En la cárcel siempre pretendieron
achacarme que yo usaba drogas, mientras que afuera
los 'monstruos' de Fidel Castro registraban físicamente
a mi madre y a mi esposa''.
El hombre, que acudió el sábado
a la ceremonia de recordación del natalicio
del libertador de Cuba, José Martí,
en Echo Park, narró que tras su detención,
su abogado le dijo hace más de una década:
"Te traigo aquí para defenderte del
juicio del pueblo''.
Ganador de concursos literarios y profesor en
su natal Cuba, hasta el día de su juicio
Benítez fue escoltado personalmente por
un jefe de cárceles y prisiones.
"Vine a Estados Unidos en 1994 y me salvé
de que me aplicaran la nueva ley de peligrosidad
social''.
Recogida en el artículo 72 del código
penal de Cuba, la institución de la peligrosidad
se define como "la especial proclividad en
que se halla una persona para cometer delitos''.
Como índices de "peligrosidad'' se
establecen la embriaguez habitual y la dipsomanía
(alcoholismo), la anarcomanía (tendencia
al anarquismo) y la conducta antisocial, en la
que se incluyen a enajenados mentales y personas
de desarrollo mental retardado, siempre que representen
una amenaza para las personas o del orden social.
Es decir, la sola idea de que exista la posibilidad
de cometer un delito basta para ser encarcelado.
Además, los expulsados de sus centros
de trabajo por motivos políticos corren
el riesgo de ser calificados como peligrosos,
así como los que subvierten el orden protestando
contra las medidas perpetuas del gobierno, como
ocurrió el día 5 de agosto de 1994,
por lo que centenares de jóvenes cubanos
fueron confinados a prisión bajo concepto
de "peligrosidad social''.
"Me llenaron de actas de advertencia. Siempre
viví acosado, hasta que salí desde
la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba
bajo la petición de asilo político'',
recordó Benítez.
Los problemas para exiliarse, sin embargo, fueron
una odisea. Los telegramas enviados a su hogar
nunca le fueron entregados, hasta que un amigo
le informó de su cita y la aprobación
de su petición de asilo por parte del gobierno
estadounidense.
"Mi madre [Islevira Rodríguez] falleció
aquí, en 1996. Ahora vivo con mi esposa
Leocracia Lobaina y mi hijo Julio'', dijo Julio
Benítez. "Todos creemos en la libertad
del ser humano en todos los frentes, sin extremos
de izquierda o derecha. La gente tiene derecho
a expresar sus ideas sin tapujos, siempre que
no impliquen odio''.
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