PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 20, 2004

AGRICULTURA
La agricultura en la mesa del cubano

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Al cierre del pasado año 2003 las autoridades castristas, como ha sido habitual a lo largo de 45 años, calificaron al mismo de exitoso y auguraron nuevo éxitos para 2004.

Inmerso en un viejo dilema durante casi medio siglo, el cubano de a pie ha visto empobrecerse a la nación, al tiempo que su gobierno dice haberlo hecho progresar año tras año. El gobierno ofrece cifras que él mismo elabora para sustentar su discurso triunfalista.

La objeción y la duda a la afirmación estatal, que en una sociedad abierta es derecho y deber ciudadanos, bajo el totalitarismo es atrevimiento y falta de fe en la sobreentendida honestidad y transparencia revolucionarias, que colocan al individuo en la lista negra de enemigos de la revolución; porque al totalitarismo sólo se le complace con la aceptación y el aplauso.

Según la propaganda oficialista (reiterativa e incansable en su voluntad manipuladora), a los consabidos éxitos en la educación, el deporte y la salud del pasado año se agregan los obtenidos en la esfera agrícola, y específicamente en la agricultura urbana.

Dicen, los que en Cuba están autorizados a decir y hablar, que el pasado año se inauguraron 220 centros comercializadores (mercados agropecuarios estatales); que el país cuenta con 932 de ellos, así como con 1,270 puestos de venta. Los números siguen y así se dice que la producción agrícola es responsable de 326 mil puestos de trabajo, y de una producción cercana a los cuatro millones de toneladas de hortalizas y condimentos frescos.

Se le acredita a la agricultura urbana el protagonismo del supuesto crecimiento agrícola, y en especial a la sabia conducción del llamado Grupo Nacional de Agricultura Urbana, rectorado por el Instituto de Investigaciones Fundamentales a la Agricultura. Todo lo anterior, cimentado en las sabias indicaciones del general Raúl Castro del 27 de diciembre de 1987, ofrecidas en un evento sobre la eficiencia de los organopónicos.

Pero a pesar de las cifras que ofrece el gobierno y a toda esta atmósfera destinada al lavado de cerebros con perfume de triunfalismo agrícola, la realidad visible me muestra algo bien diferente. Pienso que los resultados palpables de la agricultura durante el pasado año son muestra -y los reafirman una vez más- del fracaso del régimen y su incapacidad para generar riquezas y bienes materiales.

Si algo debiera sobrar en nuestro país, si algo podría estar al alcance de todos en abundancia, calidad y variedad, son los productos agrícolas. No sólo porque nuestro país posee más del 80 % de su superficie compuesta de suelos cultivables, sino porque además el pasado año no fuimos afectados por ningún ciclón y, por añadidura, cerca de la mitad de las tierras tradicionalmente dedicadas al cultivo de la caña de azúcar están a disposición de la agricultura y la ganadería.

De los 220 mercados agropecuarios supuestamente inaugurados el pasado año, muchos existían y simplemente fueron reparados o pintados; están poco abastecidos y con una pobre variedad de surtidos. Los puestos comercializadores suelen ser una mesa improvisada en cualquier esquina habanera, con 4 ó 5 renglones y escaso volumen de productos, cuya oferta se agota después del mediodía. Muy inferiores a los vianderos de antaño y de siempre, que a golpe de carretilla rompían la quietud de las calles con sus pregones.

Por todas estas razones y otras tantas que escapan a mi mente, es para que la vianda, el frijol, la hortaliza y la carne de cerdo estuvieran tan abundantes y baratos como para que 3 ó 4 pesos llenaran una jaba de viandas y hortalizas. No para que el tomate, en plena cosecha, esté a 1.50, 2 ó 3 pesos la libra; la malanga a 2.50 y el plátano burro o fongo a 50 centavos la unidad.

Ojalá y pudiéramos festejar junto al gobierno los avances y progresos de la agricultura. Ojalá y fuese cierto. Qué más quisiéramos. Porque si de algo están necesitados los cubanos es de comida y libertades. Para que se haga realidad ese dicho guajiro que, auque no se expresa de bellas palabras, es expresión de una realidad indiscutible convertida en anhelo en la Cuba de hoy: A barriga llena, corazón contento. cnet/03



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