El presidente Kirchner, ni un
Chávez ni un Lagos
Andrés
Oppenheimer, El Nuevo
Herald, 18 de enero de 2004.
MONTERREY, México.
No conocía personalmente al presidente
argentino Néstor Kirchner hasta que me
dio una entrevista de 35 minutos durante su visita
aquí para la Cumbre de las Américas
la semana pasada, de manera que estaba curioso
por saber si es tan cerrado y populista como lo
pintan algunos en Washington D.C.
Aunque Kirchner goza de una popularidad masiva
del 70 por ciento en Argentina, voces influyentes
dentro y alrededor del gobierno de Estados Unidos
lo ven como un líder que está engañando
al país al vender la idea de que Argentina
puede crecer sin pagar sus deudas y reestablecer
su crédito. También lo culpan de
alimentar la tradición adolescente argentina
de culpar a los demás por las cosas que
andan mal en casa.
Apenas dos semanas atrás, antes de que
las relaciones entre Estados Unidos y Argentina
volvieron a su cauce tras una entrevista entre
Kirchner y el presidente Bush el 13 de enero,
el subsecretario de Estado Roger F. Noriega había
lamentado públicamente el acercamiento
de Kirchner a Cuba apenas pocos meses después
que la dictadura de Fidel Castro ejecutara sumariamante
a tres personas y condenara a 75 opositores pacíficos
a largos años de prisión.
''¿Hay una visión distorsionada
de usted en Estados Unidos?'', fue mi primera
pregunta.
''Las cosas siempre importan según de
quién vienen'', respondió Kirchner,
refiriéndose a Noriega. Agregó que
la reunión de 50 minutos con Bush había
sido ''muy buena'', y que "lo vi (a Bush)
con una actitud de solidaridad y apoyo, lo que
no implica que no tengamos diferencias''.
''Bush no sacó el tema de Cuba en la entrevista'',
dijo. Cuestionado sobre la decisión del
canciller argentino Rafael Bielsa de no entrevistarse
con la oposición pacífica durante
una reciente visita a la isla, Kirchner dijo:
"Nosotros estamos por la autodeterminación
de los pueblos. No nos gusta interferir en la
vida interna de los pueblos. Entonces, Bielsa
tomó esa decisión en ese marco''.
Me alegro que haya sacado el tema del pueblo
de Cuba, dije yo. Porque las organizaciones de
derechos humanos internacionales coinciden en
que el pueblo cubano debería poder votar,
y decidir su destino.
''Y bueno, también el pueblo cubano no
quiere el aislamiento'', respondió. "Yo
creo que es un tema que lo debe resolver el pueblo
cubano''.
Eso significa que su gobierno no hablará
con la oposición cubana?
"Nunca se puede ser tan taxativo en la vida.
Hacer una definición tan cerrada sería
un equívoco. Habrá que ver. Es muy
importante estar en el lugar, hablar con la gente.
Yo no condeno al que piensa diferente. Yo creo
que es un tema muy particular. Por eso digo, quiero
ver la evolución de los hechos''.
(En una entrevista separada, Bielsa me dijo que
la próxima vez que visite La Habana, "trataría
de encontrarme con ellos [los disidentes]''.
¿Irá a Cuba este año?
"Bueno, no se lo podría afirmar,
pero puede ser. ¿Por qué no? He
ido a Nueva York, he ido a Miami, ¿por
qué no voy a ir a Cuba?''
Considerando que su gobierno se considera progresista,
¿por qué no hace como los gobiernos
progresistas de Europa, que se oponen tanto al
embargo comercial de Estados Unidos como a las
violaciones de los derechos fundamentales en Cuba?
"Cada uno tiene una visión del tema.
Yo creo que los últimos acontecimientos
del año pasado en Cuba repercutieron negativamente.
No fueron un acierto, precisamente, de Fidel.
Yo respeto la autodeterminación, por eso
propugno la abstención (en la Comision
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas), que
es la postura que tomó Argentina el año
pasado''.
Según reportes de la prensa argentina,
usted ''apoyó'' al dirigente cocalero boliviano
Evo Morales en una reciente visita a Bolivia.
¿Es cierto eso?
"Yo no le dije a Evo Morales que lo íbamos
a apoyar. Lo que le dije a Evo Morales era que
yo pensaba que era fundamental abandonar cualquier
idea insurreccional, apoyar fuertemente la defensa
y la consolidación de las instituciones,
y que, apoyar las instituciones en ese momento
pasaba por apoyarlo a Carlos Mesa, el actual presidente
boliviano''.
Kirchner también rechazó versiones
de prensa de que habría apoyado al candidato
presidencial izquierdista Tabaré Vásquez
en una visita a ese país. Lo que pasó
es que recibió las llaves de la ciudad
del alcalde opositor de Montevideo, y un funcionario
del gobierno --luego desautorizado-- dijo que
se había inmiscuido en la campaña
electoral uruguaya, señaló.
Sobre sus frecuentes reuniones con la autoproclamada
dirigente de los derechos humanos Hebe de Bonafini,
que aplaudió los ataques terroristas del
11 de Septiembre y apoya la supresión de
la libertad de expresión en Cuba, Kirchner
dijo que: ''Yo tengo un gran cariño con
ella'', pero que ''siempre estuvimos políticamente
en veredas diferentes''. Agregó que "si
tuviera que coincidir con cada uno que viene a
mi despacho, no podría recibir a nadie''.
¿Le gusta o no le gusta que digan que
hay un eje izquierdista que pasa por Argentina,
Brasil, Venezuela y Cuba?, pregunté.
"Ni me molesta ni me deja de molestar, porque
cada uno sabe lo que es. Del único eje
cierto que le puedo hablar en Sudamérica
es el de Brasil/Argentina o Argentina/Brasil.
Esta es la realidad. El periodismo tiene derecho
a opinar, pero basta ver qué políticas
conjuntas hemos hecho (con Venezuela y Cuba),
y no hemos hecho ninguna. Lo que no significa
que yo estoy de acuerdo con que aislen a Chávez,
o a cualquier presidente. Por el contrario, creo
que el diálogo es fundamental''.
¿Mi primera impresión de Kirchner?
Lo positivo es que no es un líder mesiánico,
es directo --como cuando me dijo que no le gustan
mis columnas-- y genuino. Ha logrado infundir
un nuevo clima de optimismo en Argentina, y hace
bien en defender los intereses de su país
en asuntos como el proteccionismo agrícola
de Estados Unidos y Europa.
Lo negativo es su visión parcializada
de los derechos humanos, que lo lleva a minimizar
los abusos de las dictaduras de izquierda, y que
parece demasiado confiado en que Argentina podrá
salir de la bancarrota sin reinsertarse en la
economía global una vez que su actual recuperación
--basada en factores coyunturales-- llegue a su
fin. Ya se trate de China, España o Chile,
no conozco país alguno que haya logrado
reducir la pobreza aislándose del mundo.
La buena noticia es que Kirchner no es como Chávez.
La mala noticia es que, en un mundo en el que
cada vez más países compiten por
atraer un monto limitado de capitales, hace falta
mucho más que no ser un Chávez para
recuperar la confianza de los inversionistas argentinos
y extranjeros.
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