Chiste
fuerte y críticas de Kirchner a un hombre de Bush
ProCubaLibre,
Argentina, 8 de enero de 2004. Fuente: Pagina/12
(Buenos Aires).
Kirchner aprovechó un acto junto a Felipe
Solá para meterse en el conflicto con Estados
Unidos. Criticó a los "nativos de
la Argentina que viven metiéndonos miedo"
e hizo chistes sobre su reunión con Bush,
mientras incluso su jefe de Gabinete polemizaba
con Roger Noriega, el subsecretario encargado
de América latina.
Néstor Kirchner pronosticó que
en la reunión que mantendrá el martes
próximo con George Bush "ganamos por
nocaut". La salida del Presidente -apenas
elaborada, una respuesta rápida en tono
de ironía a un cronista televisivo- sucedió
cuando todavía no se habían acallado
las repercusiones por el cruce entre el subsecretario
de Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega,
y el canciller Rafael Bielsa debido a la política
argentina hacia Cuba. El portavoz del Departamento
de Estado de los Estados Unidos avaló ayer
la postura de Noriega. Mientras, el gobierno argentino
en pleno salió a repudiar al funcionario
norteamericano, quien el martes había sostenido
que la política de Kirchner hacia Cuba
era motivo de preocupaciones y decepciones. Anoche,
en la Casa Rosada sostenían que aún
aguardaban de parte de Estados Unidos una aclaración
para saber si los dichos de Noriega representaban
la posición oficial del gobierno de Bush.
El Presidente bajó del helicóptero
envuelto en un torbellino de gente y de polvo,
una postal típica de sus incursiones en
el Conurbano. En este caso, la visita era a un
emprendimiento piquetero en San Justo. Mientras
lo saludaban y le tiraban del saco, el cronista
del programa "Informe Central" lo interceptó
y tuvieron un cruce en tono de broma:
-¡Qué round nos espera el martes
con Bush! ¿Cómo va a salir eso?
-Ganamos por nocaut -respondió Kirchner.
-¡Ganamos por nocaut! ¿Y quién
termina en la lona: Bush, Fidel Castro o nosotros?
-Nosotros -cerró el Presidente.
En rigor, las respuestas se contradecían.
O una suavizó a la otra. Pero rápidamente
las agencias de noticias -también las internacionales-
difundieron la respuesta del nocaut. Cerca del
Presidente remarcaban que se había tratado
de un chiste y que no pensaban en ninguna aclaración.
"Si se cuenta exactamente cómo ocurrió,
no hace falta agregar nada", explicó
un alto funcionario. "En cambio, lo que necesita
aclaraciones es lo de Noriega", agregaba.
Kirchner dijo algunas cosas más acerca
de su encuentro con Bush pero ya sobre el escenario.
"Terminemos de ser la alfombra: podemos aceptar
o concertar reuniones, pero a nosotros no nos
cita nadie, y para retarnos menos, porque somos
un país independiente y con dignidad",
sostuvo en su discurso, de tono vehemente. "A
la Argentina, no a un presidente circunstancial
y temporal, no la cita nadie", agregó.
Anoche, el ex presidente y actual titular de
la comisión permanente del Mercosur, Eduardo
Duhalde, salió en su apoyo. "La respuesta
del Presidente fue muy adecuada porque se terminaron
las épocas en las que la política
exterior argentina las dictaba Estados Unidos",
dijo.
La reacción
El enojo argentino hacia Noriega quedó
reflejado en las declaraciones de los integrantes
del Gobierno. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández,
calificó los dichos del funcionario de
Bush como "impertinentes y agraviantes para
el gobierno argentino. Han molestado y mucho".
Del lado norteamericano, la reacción fue
mucho más escueta. En su conferencia de
prensa diaria, el vocero del Departamento de Estado,
Richard Boucher, evitó opinar sobre los
comentarios argentinos. "No vamos a entrar
en el terreno de reaccionar frente a las reacciones
provocadas por las reacciones", respondió.
Y cuando le preguntaron específicamente
acerca de la postura de Noriega, dijo: "Sólo
diré que el señor Noriega probablemente
se expresó muy bien".
El martes, en una reunión del influyente
Consejo de las Américas, en Nueva York,
Noriega se manifestó desconcertado por
la política de Kirchner hacia el gobierno
castrista y puntualmente decepcionado con Bielsa
porque en su visita a La Habana no aceptó
reunirse con los disidentes cubanos.
En la Casa Rosada contaban que desde la embajada
de Estados Unidos se habían preocupado
en destacarles que los dichos de Noriega no habían
sido durante la conferencia que brindó
ante el Consejo, sino en un diálogo posterior,
más informal. También que, luego
de los cuestionamientos, Noriega esbozó
un arrepentimiento inmediato al destacar una obviedad:
que la Argentina es un país independiente
y que él no le iba a decir al presidente
Kirchner cuál debía ser su política
exterior.
Un funcionario de Cancillería explicaba
ayer la lógica de la airada reacción
argentina. "Lula fue con todo su gabinete
a visitar a Fidel Castro, se intercambiaron besos
y abrazos, no recibió a ningún disidente,
y Estados Unidos no le dijo nada", sostenía.
"Lo que pasa es que están acostumbrados
a que seamos dóciles y vulnerables a los
cuestionamientos. Tienen que entender es que esa
época se terminó", agregaba.
Los diplomáticos argentinos consideraban
que la salida de Noriega había tenido una
adecuada respuesta y que el entredicho estaba
cerrado.
El problema es que la diplomacia no adscribe
a las frontalidades de la política común.
Sus modales suelen ser florentinos. Hay que golpear
cuando no se espera. En ese sentido, queda por
averiguar qué consecuencias puede acarrear
el conflicto de cara al encuentro que Kirchner
y Bush mantendrán el martes 13 en Monterrey,
México, en el marco de la Cumbre de las
Américas que reunirá a los 34 presidentes
del continente. Todos, salvo Fidel Castro, excluido.
Había dos interpretaciones elaboradas
por hombres del gobierno.
La optimista recordaba que el encuentro había
sido solicitado con anterioridad al cortocircuito
y que en el ánimo de Bush no está
la intención de pelearse con los presidentes
de la región. En esta versión imaginaban
una reedición del encuentro que ambos mandatarios
sostuvieron en julio pasado en la Casa Blanca,
cuando fue todo sonrisas y Bush le dio un espaldarazo
a Kirchner en sus negociaciones con el FMI.
La pesimista imaginaba que después del
entredicho difícilmente Bush evitara sacar
a relucir el tema Cuba durante la conversación.
Sin llegar a preguntarle por la dirección
del voto argentino en la próxima reunión
de la comisión de Derechos Humanos en la
ONU, tal vez Bush exprese en voz alta su preocupación
por las políticas de Fidel y esperará
la opinión de Kir-chner. Un dolor de cabeza
adicional sería que plantee la situación
de los acreedores privados de la deuda externa
en default.
La solución, el martes que viene.
Por Fernando Cibeira
© Comisión Argentina
Pro Derechos Humanos en Cuba
comision@procubalibre.org.ar
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