PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 5, 2004

SOCIEDAD
Fin de año: ¿Qué fiesta?

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Tal parece que las Navidades de alegría y regocijo no volverán a Cuba en un buen rato. Las de 2003 fueron nuevamente de recogimiento y silencio.

Avidos transeúntes, en busca de algo distinto para poner en la mesa, estuvieron hasta bien tarde recorriendo tiendas y comercios vacíos de ofertas el 24 de diciembre, día de reunión en la familia cubana.

El objetivo central era comprar a un precio asequible un pedazo del tradicional lechoncito, pues el gobierno había prometido una rebaja. No se podía contar con el alto costo de un pollo en pesos devaluados; mientras, el pavo tuvo que descartarse, pues no se vendía ni siquiera en dólares.

Fue una burla. El régimen sacó de sus arcas congeladas (para "tiempos de guerra") unos enormes cerdos con grasa de tres pulgadas a un precio "rebajado" risible, convirtiendo la compra de un pernil en el empeño de dos meses del salario promedio de 250 pesos (10 dólares). Sin contar los costos vegetales no tradicionales (la lechuga brilló por su ausencia) y el aumento del precio de los frijoles negros tradicionales.

La opción estaba clara: o había cena el 24 o se postergaba para el 31, fin de un año terrible para el cubano. El comercio minorista, reflejo de la debacle económica nacional, no se quedó atrás. Mal abastecido durante 10 meses, sólo vendió ron "peleón" los últimos 15 días de diciembre, también a precios desorbitantes. La cerveza y el vino fueron convidados de piedra, mientras las tiendas en dólares tenían una oferta pobre y cara.

Mientras los medios de difusión oficiales cantaban loas al cumplimiento de planes y a toda voz proclamaban una alegría inexistente, el ceño adusto del cubano de a pie se reflejaba hasta en el saludo: nadie felicitaba, sólo se hacían votos por la salud y mejores "cosas" para el 2004.

Y llegó el 31 de diciembre más silencioso de los últimos 45 años. Alguien recordó el de 1958 y se le dijo que por lo menos entonces había esperanza, pues era inminente un cambio. Las calles de La Habana, de habitual bulliciosas, estaban desiertas y semioscuras en un ominoso silencio, tanto en los apartados barrios como en las céntricas avenidas a medias iluminadas. En la televisión, una película americana, "Charlie's Angels", salvaba del tedio y la monotonía de los "educativos" canales que, cuando no transmiten "teques" políticos ponen orquestas salseras.

A las 12 de la noche no se percibía en la ciudad la llegada de un año nuevo. Pocas casas iluminadas en un ritual de puertas adentro, esperando "mejores cosas" en 2004, sin definir abiertamente qué, pero nada de lo que tenemos ahora. Ni fuegos artificiales hubo.

El día primero del año, el régimen dictaminó que las orquestas salseras, los roqueros convertidos y los raperos domesticados aparecieran en "shows" bailables en 15 plazas de la ciudad, todos con música políticamente correcta y bajo una abrumadora vigilancia policial, como en el "protestódromo" frente a la embajada americana en el Vedado.

Nada, que fue un triste fin de año. ¡Solavaya! cnet/05



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