Payá:
estrategia inteligente
José J. Basulto. El
Nuevo Herald, 30 de diciembre de 2003.
Decía un profesor mío que, para
vencer el miedo ante un lienzo vacío y
poder comenzar una obra de arte, lo más
difícil era el primer paso y que había
que darlo con un brochazo cualquiera, al cual
lo demás le seguiría. El primer
brochazo para iniciar un proceso de activismo
y reflexión nacional lo acaba de dar Oswaldo
Payá, dejándonos a nosotros el trabajo
de realizar nuestra propia obra de arte.
La estrategia planteada por este nuevo instrumento
de trabajo de la lucha cívica no violenta,
diseñado por Payá y sus colaboradores
en la isla, pone en nuestras manos una propuesta,
con un primer enfoque, a una larga lista de problemas
nacionales que necesitan atención y para
los cuales solamente un consenso nacional podría
ofrecer respuestas válidas. Payá
no pretende hacerlo él solo en el documento.
Este según entiendo, es sólo para
comenzar el diálogo entre los cubanos.
Nuevamente algunos en el exilio caen en el error
de confundir forma con sustancia y le atribuyen
al trabajo presentado por Payá la falsa
identidad de ser éste el objeto buscado
y no la del instrumento útil para conseguirlo.
El Plan Varela tuvo por resultado que miles de
cubanos en la isla, poniendo el miedo a un lado,
dieran también el primer difícil
paso de identificarse como opositores, así
como el de generar la formación de los
primeros cuadros de trabajo. Dichos cuadros están
ahora disponibles para recoger los resultados
de esta consulta popular, previa al diálogo
nacional. Percibo el propósito de esta
nueva iniciativa como una forma de estimular la
participación cívica de una ciudadanía
que hasta ahora se ha mantenido políticamente
inerte, y a la vez conducirla a la toma de conciencia
necesaria para poder forjar, entre cubanos, un
nuevo proyecto nacional. Dicho proyecto tendría
el peso de un reclamo, iniciado dentro de Cuba,
que resonaría en el mundo entero.
Este tipo de mensaje tendría resultados
devastadores para el régimen y para sus
relaciones con países que hasta ahora le
han suplido lo que EEUU le ha negado. Para lograr
este objetivo la oposición interna se ha
visto necesitada de tomar distancia con la percepción
de asociación que existe entre el exilio
y EEUU. Se reafirma así que: ''Esta lucha
es nuestra'', de los cubanos.
Este plan que Payá propone tiene el potencial
de convertirse en el instrumento de lucha propio
que hasta ahora nos ha faltado. Nos pondría,
como nación, en el mapa de los que saben
lo que quieren y tienen el valor de expresarlo.
Este nuevo instrumento de lucha propio, a diferencia
del embargo (el cual tratamos como si fuera un
instrumento político nuestro, sin serlo)
nadie nos lo podrá quitar.
La estrategia que se plantea en la lucha cívica
no requiere de la existencia de un líder
máximo para funcionar o de una estructura
formal de mando, como aquélla de un ejército
o un gobierno: sólo requiere de un entendimiento
básico por parte de la ciudadanía
sobre el propósito de la misma y de una
participación individual numerosa.
Noté la ausencia de convocatoria a las
organizaciones. El plan está hecho, aparentemente,
con el propósito de movilizar al hombre
de la calle, a que libremente y sin presiones
de grupo, piense y actúe por sí
mismo. Esto es posible y funciona bien; así
se hizo posible la obra realizada por nuestra
comunidad en favor de los balseros donde Hermanos
al Rescate, la organización, actuó
sólo de instrumento. El rol de las organizaciones
debe ser aquí el de promover la participación
de sus miembros en el plan y nunca crear una situación
de rivalidad o de competencia.
Aquí se nos propone un plan de trabajo
inteligente de implementación realizable,
que puede poner al régimen contra la pared.
No depende de un solo hombre o de un grupo audaz,
sino de todos nosotros y es capaz de instrumentar
lo que conceptualmente hemos dicho muchas veces:
que ''el cambio soy yo''. Que el poder radica
en el ciudadano y en su dignidad humana, actuando
individualmente, sin orientadores o intermediarios
cuando expresa claramente su propio pensamiento
en la forma de un mandato nacional.
En los puntos cubiertos en la propuesta aparecen
las preocupaciones (obstáculos al cambio)
que el régimen utiliza para intimidar al
pueblo y mantenerlo bajo control. La devolución
de la que fue nuestra vivienda y la participación
política e inmediata del exilio a su eventual
regreso a Cuba son los temas favoritos para la
discordia. La respuesta para ambas cosas la tendrá
el sentido de justicia de doce millones de cubanos,
de dentro y de fuera, que decidirán qué
hacer (si logramos tener una democracia) cuando
el momento llegue.
Mientras tanto, la opinión de Payá
vale tanto como la mía, aclarando que estoy
dispuesto a renunciar a lo que fue mi casa, si
esto facilita el final de la dictadura, así
como a someterme a la debida espera para participar,
en lo político, en un proceso del cual
personalmente, no espero nada.
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