PRENSA INDEPENDIENTE
Febrero 27, 2004

SOCIEDAD
Perros callejeros (II)

Oscar Mario González, Grupo Decoro

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - La adopción de perros guardianes de raza tiene, además de una dosis afectiva, una finalidad utilitaria. Pero los más pequeños llamados de compañía, y los "satos", son beneficiados enteramente por el amor y el cariño más sinceros de sus dueños.

Según el Departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), en el año 2002 se sacrificaron 103,237 de estos animales por no tener condiciones para mantenerlos, y a pesar de los esfuerzos que hacen los miembros y activistas de la Asociación Nacional de Bienestar y Protección Animal (ANIPIANT) para promover adopciones, éstas son mínimas.

¡No es para menos! La gente no cree hallar mucha diferencia entre la vida que lleva y la del perro. Las cosas no están como para andar criando animales; aunque se trate del mejor amigo del hombre. Precisamente, al amigo se le atiende y complace, y el dicho de que donde comen tres comen cuatro hace muchos años que perdió vigencia en Cuba. Ahora donde comen tres suele no comer ninguno, si por comer entendemos satisfacer a plenitud los reclamos del estómago.

La cuestión no es así cuando se trata de perros de raza, de ésos que se compran y venden en dólares.

En esto el hombre ha impuesto un racismo canino con una escala de precios y valores que van desde el gracioso salchicha que se adquiere del particular por 10, 15, 20 dólares, hasta uno de pelea, cuyo precio puede ser de cientos de dólares. Éstos, aunque cuesten un ojo de la cara, siempre serán una inversión rentable si se tiene en cuenta que en las contiendas caninas se suelen apostar miles de dólares y centenares de miles de pesos.

Por supuesto, entre los más de 200 mil perros callejeros que deambulan por las calles de nuestros pueblos y ciudades (según estimados del MINSAP) no se encuentran estos ejemplares caninos favorecidos por un perruno destino mucho más bondadoso.

Los callejeros son, por regla general, individuos carentes de linaje racial, que perdieron su pureza como consecuencia de perros amores marcados por la poligamia, la promiscuidad y los amores incontrolables de sus ancestros.

Son ellos los que deambulan tristes por las tristes calles de los pueblos y ciudades de la entristecida Isla. Cansados y enfermos sólo les queda esperar la muerte como desenlace inevitable de una existencia marcada por la indiferencia y el abandono. Un día cualquiera acabarán siendo víctima de los agentes de la zoonosis. Serán arrojados junto a otros en las perreras, a la espera de ser sacrificados, y de aquellos días felices en que un amo les dio cobija y alimentación sólo habrá quedado un confuso recuerdo.

Sin embargo, en sus peores días de canes callejeros no siempre anduvieron totalmente solos. A veces tuvieron como compañeros a esos ancianos a quienes también se les niega el afecto doméstico. Porque en estos tiempos en que tanto escasea el sentir y el querer, también los ancianos suelen ser arrojados a la indiferencia, aún dentro del hogar. En este sentido los perros tienen la libertad de poder callejear mientras que el anciano está impedido de hacerlo, por la sencilla razón de que en un país comunista se prohíbe la mendicidad. Aunque falso, la ideología proclama que en tal sociedad todos tienen asegurado un techo, un plato de comida y sobrados afectos.

Como la supuesta panacea marxista es incapaz de proteger a humanos y perros, y como la población de estos últimos crece y se multiplica, y con ello el número de callejeros, el gobierno propone el control de la reproducción. Se cree que la esterilización de las perras sería una solución. ANIPIANT arma "hospitales de campaña" en las localidades para efectuar las ligaduras. Pero esto, entre otras cosas, tiene muy poca divulgación, pues nunca le he oído a nadie hablar de estos hospitales de campaña.

Mientras tanto, en esta Isla hecha para el boniato, la yuca y la calabaza, el aumento de la población canina causa alarma y desasosiego, a pesar de que los perros "nuevos" ya ni siquiera claman por un hueso, sino que, como buenos "revolucionarios", se conforman con un boniato, una yuca o una calabaza.



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