Ejes de la política futura
en Cuba (I)
Jorge Hernández
Fonseca. El
Nuevo Herald, 17 de febrero de 2004.
Cuanto más débil se presenta el
tambaleante régimen dictatorial cubano,
más arrecia su estrategia para aferrarse
al poder absoluto que disfruta hace 45 años,
estimulando y promoviendo las contradicciones
existentes entre sus opositores políticos.
Capítulos importantes de estas diferencias
lo constituyen: la polémica entre los luchadores
dentro de la isla y los exiliados, el diferendo
entre EEUU y Europa por su influencia en Cuba
y la anticipada lucha política entre las
tendencias de derecha e izquierda de los distintos
grupos opositores.
Es innecesario decir que estas contradicciones
benefician al dictador, que por haberse dedicado
a la retórica de la difamación,
ha perdido ya su capacidad de argumentar. Por
ello --y como una contribución en este
campo-- se estima necesario hacer algunas consideraciones
al respecto, con espíritu constructivo
más que como un factor adicional de confrontación.
En las condiciones actuales, cuando Europa y
EEUU luchan sordamente por el control de la transición
democrática en Cuba, un grupo de cubanos
dentro y fuera de la isla se empeñan en
llevar al ''ruedo nacional'' la diferencia existente
entre ''los de fuera'' y ''los de dentro'', mezclándola
con componentes ideológicos polarizados
de la izquierda y la derecha.
La preocupación geopolítica con
los intereses norteamericanos y europeos no debe
enfocarse --por un lado-- partiendo de los remanentes
del espíritu antinorteamericano que la
dictadura ha tratado de sembrar en nuestras mentes,
o de los rencores contra Europa (España)
derivados del uso que ha hecho de la debilidad
económica por la que atravesamos, pactando
con el dictador cubano el apartheid económico
que actualmente padecemos. Este enfoque geopolítico
debe ser un análisis maduro y objetivo,
centrado en las consecuencias desfavorables que
para la isla tendría una dependencia exterior
que lesione y comprometa su futuro económico,
político y comercial, o que tienda a frenar
el establecimiento de una Cuba democrática
ya.
Toda esta situación se ha visto potenciada
recientemente, cuando un alto funcionario del
Departamento de Estado norteamericano exteriorizó
el criterio --no se sabe si oficialmente-- de
que el exilio debería desempeñar
un papel ''instrumental'' durante el proceso de
transición. Casi en paralelo con lo anterior,
una funcionaria de la cancillería española
expresaba en Madrid sus opiniones de cómo
debería sucederse la transición
cubana, pidiendo ''cordura'' al exilio.
Son las potencias en pugna por la isla, intentando
controlar la fuerza cubana existente en el exterior,
teniendo como equivocada hipótesis subyacente
que los cubanos del interior serían más
fácilmente controlables por su historia
de 45 años de sumisión. Irak demuestra
lo contrario.
Nada en contra con que altos funcionarios de
ambos gobiernos, representando las potencias en
lucha por el control de la sucesión cubana,
tengan criterios sobre el fin de la dictadura.
Eso sin embargo no quiere decir que concordemos
con lo expresado por ambos ''observadores'' (no
muy imparciales) del acontecer político
nacional y que actuemos con independencia de ambos.
En paralelo con este ''ruido'' externo al sistema
libertario cubano actual, se recrudece la lucha
de las posiciones políticas del futuro
democrático cubano, materializándose
ya --antes de tiempo-- un diferendo perjudicial
entre la ''derecha'' y la ''izquierda'' existentes
hoy dentro de la oposición cubana, que
tienden a nuclearse (no del todo) alrededor de
las potencias en pugna.
Si sumamos el frente de lucha ''dentro-fuera''
con los intereses geopolíticos de las potencias
que aspiran a decidir el futuro de Cuba y la suma
la mezclamos con la divergencia de los intereses
políticos ''derecha-izquierda'', tendremos
el complejo panorama en el que se mueven los tres
ejes principales sobre los que trabajan las líneas
políticas opositoras cubanas actuantes
hoy día.
El control de las manifestaciones argumentales
y efectivas que Europa y EEUU decidan ejecutar
para garantizar sus objetivos en el futuro de
la isla está totalmente fuera de las posibilidades
de la oposición cubana, a no ser el hecho
elemental de tratar de evitar dar oxígeno
a ese fuego. Armas en esta lucha lo constituyen
el embargo, las inversiones europeas en Cuba,
la autorización de viajes de norteamericanos
a la isla y la normalización de relaciones
con Europa.
¿Pero y los otros dos ejes?
Exiliado cubano en Brasil. Profesor de la Universidad
de Belem.
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