HISTORIA
El estadio de Morón
CIEGO DE ÁVILA, febrero (www.cubanet.org)
- "Se quedó como el gallo de Morón,
sin plumas y cacareando", exclamó
Ricardo Maduro, pariente cercano de Bobby Maduro,
por entonces dueño del equipo profesional
de béisbol The Cuban Sugar Kings, categoría
triple A, al contemplar la triste figura del estadio
de Morón.
El 10 de abril de 1958 se inauguró el
primer estadio de Cuba con pizarra lumínica,
segundo en Latinoamérica, con un juego
entre dos equipos integrados por jugadores profesionales
de la liga invernal.
El arquitecto del estadio, Antonio Carvajal Rojas
y los ingenieros Ramón Pardo y Guillermo
Zanoletti habían logrado la construcción
de una magnífica instalación deportiva,
la cual contaba con tapia por todos sus límites,
glorieta, placa volada (única en Cuba en
aquellos tiempos) y la instalación de cabinas
para transmisión radial, además
de ocho torres para el alumbrado.
Todos los miércoles se desarrollaban juegos
de la serie nacional. El estadio era un lugar
importante. En la Isla existían pocos.
Con el paso de los años esta instalación,
orgullo de los moronenses, se fue deteriorando,
y en 1998 se inicia una remodelación y
acondicionamiento del terreno -considerado uno
de los mejores del país-, y el 28 de enero
de 1999 es reinaugurado con un partido de la XXVIII
serie nacional entre los equipos Metropolitanos
y Ciego de Ávila.
¿Qué vemos cinco años más
tarde? Nada. Fundamentalmente de noche las gigantescas
torres se quedaron sin alumbrado. Si fueran lámparas
de uso doméstico pudiéramos pensar
en hombres arañas robándolas.
"No conocí a Roberto Maduro (Bobby),
pero sé que era propietario de la sociedad
anónima Operadora Deportiva S.A., arrendataria
del estadio. Si Bobby resucita y ve el estadio
ahora, se infarta y se vuelve a morir", expresó
Ricardo Maduro.
"Es duro verlo así", comentó
un fanático de la pelota. "Cuando
inauguraron el estadio yo tenía 20 años.
Recuerdo a mi profesor, el señor Llanes,
quien fue el organizador de un comité pro-construcción
del estadio municipal. Él vivía
con ese orgullo y era tan modesto que no permitió
siquiera que le pusieran su nombre al estadio".
El doctor Benito Llanes Recino, abogado, periodista
y profesor del Instituto de Segunda Enseñanza
de Morón, luchó tenazmente por esta
obra, y con el apoyo del entonces alcalde municipal,
doctor José Pardo Jiménez, logró
su anhelo, que era el anhelo de todos. ¿Volverán
esos tiempos?
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