SOCIEDAD
Embestida fatal
Oscar Mario González,
Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El 30
de enero ocurrió un fatal accidente entre
un automóvil, un camello de la ruta M-6
y un tren de pasajeros.
Según la nota oficial emitida por el Ministerio
de Transporte y publicada cinco días después
de los hechos por el periódico Granma,
el accidente, donde perdieron la vida cuatro personas
y sufrieron lesiones cerca de tres decenas, se
originó cuando los dos vehículos
automotores (el camello y el automóvil
embistieron contra un tren de pasajeros dedicado
a la transportación de niños escolares,
que por suerte venía vacío.
Frecuentemente han venido ocurriendo hechos de
tal naturaleza y magnitud. Los medios de información
oficialistas, siguiendo idéntico estilo
y formato, ofrecen muy pocos detalles sobre el
origen y consecuencias de los accidentes y escasas
o ninguna imagen de los sucesos. La cobertura
informativa se orienta a entrevistas a los heridos
que desde la cama de los hospitales, con la voz
quejosa y soñolienta, enfatizan la buena
atención médica recibida en el hospital
y su agradecimiento a enfermeras, médicos,
y a la revolución y el socialismo; y por
supuesto, al Comandante en Jefe, a quien le deben
la vida; pues de no haber sido por él,
seguramente los hubieran arrojado en una fosa
común, como sucede en el capitalismo cuando
no se pueden pagar los servicios médicos,
según la propaganda oficialista.
Pero sobre este caso en particular he notado
una mayor cobertura informativa. Cuando digo cierta
cobertura no estoy aludiendo a ninguna pormenorizaciòn;
me refiero, simplemente, a un menor mutismo que
el habitual.
Al gobierno cubano no le conviene mucha indagación
sobre los móviles más remotos o
sobre los orígenes primarios de lo que
acontece en la sociedad. Cuando se busca en los
recovecos causales, en la génesis de los
acontecimientos adversos, se concluye y se evidencia
la presencia del sistema social, económico
y político que impera en el país.
En el caso que nos ocupa, la comisión
creada por el Ministerio de Transporte (MITRANS)
para investigar el accidente determinó
que el impacto del tren contra el camello (metrobús)
de la ruta M-6 y el automóvil, se produjo
por la obstrucción de la zona de cruce
por ambos vehículos automotores, los cuales
iniciaron la marcha sin percatarse de la aproximación
del tren, por haber estado detenidos debido a
la circulación de otro tren. Según
la misma comisión, en el momento de los
hechos no se encontraba el guardabarrera, porque
estaba almorzando.
Pero, ¿cómo es posible que en el
2004, a 45 años de gobierno revolucionario,
en uno de los países más cultos
del mundo (según el gobierno) y con un
movimiento de innovadores y racionalizadores de
primera línea, un paso a nivel tan importante
y vital carezca de un sistema automático?
Algo tan simple y modesto de recursos para la
moderna técnica de la automatización.
¿Acaso sucedería lo que con la mitad
de las industrias básicas del país,
cuyos sistemas automáticos no funcionan
por carecer de elementos y componentes electrónicos?
¿Por qué el guardabarrera no recibe
su almuerzo en el puesto de labor si ello es así
para con muchos trabajadores cuya ocupación
no implica peligro o riesgo en caso de ausencia?
¿Por qué es ahora, y no desde siempre,
cuando se van a implementar medidas de seguridad
en estos cruces, algunas de ellas tan elementales
como las señalizaciones?
En realidad, cabe preguntarse si los choferes
de los vehículos automotores y el jefe
del guardafrontera son los únicos culpables
de la trágica embestida del 30 de enero
de 2004 en el cruce a nivel del Café Colón
del municipio Arroyo Naranjo.
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