¿Cuáles son los gestos del
gobierno cubano?
Oswaldo José Payá
Sardiñas. Opositor cubano y Premio Sajarov
del Parlamento Europeo. ABC,
España, 13 de agosto de 2004.
JOSÉ Daniel Ferrer, Leonel Grave de Peralta,
Normando Hernández González y Diosdado
González Marrero, son prisioneros políticos
pacíficos. Los tres primeros, muy activos
en el Proyecto Varela. Hoy 13 de agosto, los cuatro
llevan 78 días en celdas de castigo individuales.
Las celdas "normales" tienen 1,80 por
3 metros, con una puerta muchas veces tapiada,
muchos mosquitos, a veces ratas, una cama de cemento
y un tubería que se asoma a ras de la pared,
a pocos centímetros de altura del hueco
donde hacen sus necesidades. Hay también
una rendija para respirar y por la que puede escuchar
amenazas y ofensas de sus carceleros. Es difícil
que a las pocas horas no le duelan todos los huesos.
Puede imaginar el lector como es la celda de castigo.
Esto esta ocurriendo en Cuba, en la tristemente
célebre, por la crueldad, Prisión
del Kilómetro 5 1/2 de Pinar del Río.
Esto ocurre porque esos prisioneros se han negado
a que les confinen junto con presos comunes de
altísima peligrosidad. Ya existe la experiencia
de agresiones, provocaciones y hostigamiento perenne
contra los prisioneros políticos por parte
de comunes, instigados por los guardias de las
prisiones. Hace algunos meses Iván Hernández
Carrillo, prisionero político en la prisión
de Holguín tuvo que declararse en huelga
de hambre por varias semanas para defenderse de
este hostigamiento dirigido por los guardias.
En días pasados y hasta hoy, que sepamos,
Iván esta nuevamente en huelga de hambre
para protestar por el maltrato y las humillaciones.
Mientras escribo esta nota, el prisionero político
Margarito Broche de 47 años, está
en la sala de terapia intensiva del Hospital Salvador
Allende, antiguamente Centro Asturiano Covadonga,
debido a un infarto cardiáco.
Margarito cumplía 25 años en la
prisión de Guanajay por ser gestor del
Proyecto Varela y por dirigir una Asociación
de Exbalseros. Parece de bronquiciectasia y una
severa hipertensión. Pedía atención
y no se la dieron. Como protesta se negó
a afeitarse. Entonces el oficial de la Seguridad
del Estado, que como en todas las prisiones es
quien se encarga de regular la tortura y la crueldad,
auxiliado de otro oficial de la prisión,
sacaron a Margarito de la celda, los esposaron
de pies y manos, lo afeitaron y pelaron. Él
no se resistió. Después le hicieron
caminar largamente bajo un torrencial aguacero.
Dos días depués le dió el
infarto.
Es como si dosificaran la represión de
manera calculada contra los que ya están
en prisión, algo que incluye las amenazas
a sus familiares y también las amenazas
de muerte que los "valientes" guardias,
les repiten a los prisioneros políticos
recordándoles, que ellos (y nosotros los
que no estamos en prisión) "no veran
el final porque serían liquidados, fusilados".
Mientras tanto en el territorio anexo a las prisiones,
es decir, el resto del país donde la gente
se considera "no encarcelada", la represión
continúa. Está, en primer lugar,
la represión contra el cubano que tiene
que buscar el pan de cada día en un ambiente
de delito, ya que la persecución es propia
de un estado de sitio. La Policía no busca
armas, ni explosivos, sino café, pescado,
queso, arroz, cualquier producto decomisado, o
robado, sin más derecho que una multa o
una golpiza gratuita si el detenido se atreve
a reclamar lo confiscado, que en muchos casos
va a parar a casa de los policías.
La situación de opresión es más
grave cuan mayores son los privilegios de los
jerarcas que hoy son los nuevos y únicos
empresarios, los gerentes en el país donde
se persigue a una viejita viuda por vender pasteles.
Las perspectivas son las de "apretar más".
Término que en buen código cubano,
significa el anuncio de más represión
y más opresión.
Por superar esta situación están
encarcelados los Prisioneros de la Primavera de
Cuba y aunque no existe ninguna voluntad de cambio
por parte del Régimen, continuamos el Proyecto
Varela y muchos ciudadanos quieren firmarlo. También
continuamos la campaña de Diálogo
Nacional para redactar un Programa de Transición
Pacífica de los cubanos. Para esto se van
formando muchos círculos ciudadanos de
reflexión y diálogo. Pero estas
campañas ciudadanas no se desarrollan en
ambiente de tolerancia, ni en perestroika.
La Seguridad del Estado ha desplegado en todo
el país una ola represiva contra el Proyecto
Varela. Sus agentes están visitando uno
a uno, a los 25.000 firmantes del Proyecto Varela
cuyos datos conocen, ya que entregamos la petición
con sus datos y firmas a la Asamblea Nacional
del Poder Popular. Los amenazan, los tratan de
obligar a que se retracten, a algunos les expulsan
del trabajo. La Seguridad ha repartido listas
en los Comités de Defensa, para tener vigilados
y fichados a estos ciudadanos que ejerciendo un
derecho constitucional hicieron esta petición
ciudadana en referendo.
Con los miembros de los Comités Ciudadanos
del Proyecto Varela es más grave. Los detienen,
los ofenden, les registran sus casas, amenazan
a sus familiares. Sólo relato lo que le
ocurrió a Nivaldo Díaz, uno de los
dirigentes del Proyecto Varela y del Movimiento
Cristiano Liberación en Pinar del Río.
Nivaldo vive en un pueblo cautivo conocido López
Peña. Estos pueblos son el fruto de la
concentración forzosa que hizo el régimen
desalojando a miles de familias de las provincias
centrales para que no apoyaran a las guerrillas
que se le opusieron en los años 60 o para
que no volvieran a surgir. Es una larga historia
de crueldad aplicada masivamente y que destruyó
miles de familias y las confinó en pueblos
prisiones. A Nivaldo la Seguridad lo hostiga permanentemente,
le amenaza, le provoca, le apedrea la casa en
la madrugada. Finalmente, la semana pasada un
automóvil de la Seguridad le detuvo. Los
agentes le obligaron a subir al coche y durante
el viaje lo insultaban con bajezas irrepetibles,
hasta que amenazaron la integridad de su hijo.
En ese momento Nivaldo, que iba en el asiento
de atrás, se tiró por encima del
agente que conducía, tomó el volante
y giró para que el automóvil cayera
por un puente diciendo: "Si amenazan a mi
hijo vamos a ver si están dispuestos a
morir conmigo".
El oficial copiloto quedó paralizado de
miedo y el chófer mordió a Nivaldo
fuertemente en el brazo. Tras controlar el automóvil
obligaron a Nivaldo a apearse allí mismo
en medio de todo tipo de amenazas. Las cosas,
hasta para los pacíficos, tienen un límite.
Y un buen límite es cuando un padre tiene
que defender la vida de un hijo con su propia
vida. Eso, más que un derecho humano, es
un mandato divino.
Esto refleja todo un ambiente y una soberbia
que no hay por qué estimular en los opresores.
Lo que hay que estimular es el movimiento por
los cambios pacíficos en Cuba. Movimiento
que no tiene odio, ni deseos de venganza y que
da pasos muy firmes y realistas para que sean
los propios cubanos, perdiendo el miedo, los que
superen pacíficamente la violencia y la
opresión. Lo que es necesario atender y
apoyar son estos gestos que no son solo gestos
sino un movimiento social por los cambios hacia
la democracia en Cuba.
Copyright ©
ABC Periódico Electrónico S.L.U,
Madrid, 2004.
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