El amigo Fidel
Jaime Campmany / ABC.
España, 3 de agosto de 2004.
Mucho han esperado. Creía yo que lo harían
antes. Pero por fin han planteado los socialistas
a los países de Europa, Miguel Ángel
Moratinos de correveidile simpático, la
situación tan injusta en que se encuentra
el amigo Fidel Castro, que sufre un castigo de
desvíos diplomáticos por el pecado
venial de cepillarse a tres jóvenes cubanos
que cogieron un barquito para marcharse de Cuba,
y que tiene en la madrastra a unos cuantos cientos
de ciudadanos latosos que dan la tabarra con la
discrepancia política. ¡Marcharse
de Cuba! Además, a Norteamérica,
¿Pues, y qué habría sido
de ellos, pobrecillos, sin Fidel que los cuidara
y expuestos a todos los excesos del capitalismo
insaciable y cruel? Nada, nada, antes muertos
que sometidos a esos tormentos de la sociedad
de libre mercado.
Ya habrán comprobado las democracias europeas,
catedrales de la desigualdad y de la explotación
del hombre por el hombre, que con el amigo Fidel
de nada sirven castigos, bloqueos y entrecierres
de embajadas. Ningún país tiene
derecho a inmiscuirse en la política soberana
de otro. Pero es que además, el amigo Fidel
es un demócrata. A su manera, como nosotros
a la nuestra, por ejemplo, con el tripartito,
pero al fin y al cabo, un demócrata. Porque
¿qué quiere Fidel? Está claro:
el bien de su pueblo. Que los cubanos no salgan
de Cuba para que los exploten los gringos. Ya
se sabe que quien sale de Cuba, allí deja
enterrado su corazón. Pues mejor será
enterrarle entero.
Y a mayor abundamiento, a Fidel, al amigo Fidel,
no se le puede ir por las malas. En todo caso,
si se pretende que suelte a dos o tres disidentes
como prueba de buena voluntad con los países
metomentodo, hay que hablarle por las buenas,
convencerle como a un niño, que al fin
y al cabo tiene el corazón de un niño.
Anda, Fidelito, no seas terco hombre, dale un
poco de gusto a Europa y deja sueltos a tres o
cuatro incordiantes, y ya verás qué
contentos se ponen todos, especialmente los españoles,
Felipe, Zapatero, Llamazares, que de allí
vino, todos.
Fíjate qué bien ha caído
en el infierno capitalista que hayas liberado
a esa chica Marta Beatriz Roca. Eso sí
que ha sido una prueba de buena voluntad, porque
con el nombre que tiene la chica, nadie negará
que eso de liberarla es una heroicidad. Marta,
se llama Marta, como la hermana de Lázaro,
pero la que trabajaba, no la que se quedaba rezando
con los ojos en blanco. Y Beatriz, como la niña
de Dante. Que con doce años hay que ver
la que organizó en la poesía, y
en Florencia, y en el mundo. Jope, si llega a
tener veinte. Si llega a tener veinte años
hay un derrumbe de endecasílabos. Bastó
un soneto, pero menudo soneto, Fidelito: "Tanto
é gentile, tanto onesta pare / la donna
mía...". Toma nísperos con
el soneto. Bueno, pues Marta Beatriz, a la calle.
Y por si faltara algo, el apellido. "Roca",
manda carallo el apellido. Bueno pues roca y todo,
Fidel que la pone en la calle. ¿Qué
más quieren estos demócratas de
la eme?, que diría la señora ministra.
Y todavía las embajadas del infierno capitalista
regateándole relaciones al amigo Fidel,
Medalla de Oro ¡y sin lobby!, al salvador
del pueblo cubano.
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Madrid, 2004.
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