Reunión entre gays y heterosexuales,
en Cuba
"El Mejunje", un
peculiar centro cultural de Santa Clara, es un
punto obligado de encuentro entre heterosexuales
y gays cubanos, además de un atractivo
más de la ciudad que alberga el mausoleo
de Ernesto "Che" Guevara
Infoabe,
Argentina, 1 de agosto de 2004.
(EFE).- "Sin duda, 'El Mejunje' -proyecto
social-cultural concebido hace 20 años-
es un centro único en Cuba, no hay nada
que se le parezca, por lo amplio de su proyecto
cultural y por el público que asiste a
este lugar. Nunca se ha marginado a nadie y acoge
a personas que en otros lugares eran un poco rechazadas",
explica su director, Ramón Silverio.
El local, ubicado en una céntrica zona
de Santa Clara -unos 300 kilómetros al
este de La Habana-, sirvió durante años
de escenario para espectáculos de travestis,
que todavía se programan en ocasiones.
Aunque Silverio asegura que "El Mejunje"
se abarrota de heterosexuales y homosexuales a
diario, reconoce que en las noches de los sábados
los gays son mayoría.
"Se sienten dueños, son muy libres
y entran en parejas, pero otro público
también entra sin prejuicios, y se aprecia
mucha armonía", señaló
el director.
"Este sitio ha hecho que Santa Clara sea
hoy la ciudad más tolerante de Cuba",
asegura Silverio.
A su juicio, "Santa Clara está ya
está pasando de la tolerancia a la aceptación
y 'El Mejunje' pasó de la tolerancia a
la aceptación de los gays hace rato".
Según Silverio, el local que dirige "es
un ejemplo de cómo debe ser la sociedad
en el futuro, donde la gente conviva, se respeten
las individualidades, donde cada cual pueda ser
feliz, sin importar si es marxista, cristiano,
o gay, porque hay que respetar la diversidad sexual
y de otro tipo".
Por "El Mejunje" han pasado personajes
tan distintos como "el obispo de la ciudad
y Ricardo Alarcón", presidente del
Parlamento cubano, recuerda.
"Hoy la gente viene a Santa Clara a visitar
la Plaza Ernesto "Che Guevara -donde descansan
los restos del guerrillero argentino caído
en Bolivia en 1967- y 'El Mejunje'", insiste.
"Llegar a nuestra ciudad y no visitarnos
es como no venir a Santa Clara", afirma Silverio,
que asegura que no ha tenido problemas con las
autoridades de la zona.
La clave, dice, está en que "la gente
sabe que éste es un sitio donde hay una
gran libertad, la gente sabe disfrutar de esa
libertad hasta donde puede disfrutarla, ya que
las normas las ponen los mismos asistentes porque
se sienten como dueños".
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