PRENSA INTERNACIONAL
Agosto 2, 2004
 

Balsero narra terror que sintió al mirar un tiburón a los ojos

La Opinión. Los Angeles, EU, 1 de agosto de 2004.

MIAMI, Florida (AFP).- Félix Izquierdo recuerda con nitidez el terror que sintió hace 10 años al mirar a un tiburón a los ojos mientras huía de Cuba flotando en una cámara de neumático, más la desesperación al ser detenido, y luego el premio de ver realizado su sueño americano.

Izquierdo, de 31 años, estaba entre los 36 mil cubanos que se lanzaron al mar en precarias balsas, botes robados o cualquier cosa que flotara: gente desesperada que huía de la profunda crisis de la isla y quería comenzar una nueva vida en Estados Unidos.

Este hombre está entre los suertudos que sobrevivieron al cruce de los 150 km. de mar lleno de tiburones que separa La Habana del sur de Florida.

"Eramos tres. Salimos en una balsa de tractor, un neumático y dos remos. Nosotros teníamos una brújula bien antigua. Nos fuimos hacia el norte", evocó.

"Se nos puso un tiburón abajo de nosotros, era más grande que la balsa. Le vimos los ojos".

El 17 de agosto de 1994, tres días después de dejar La Habana, el exhausto trío se encontraba apenas a unos pocos kilómetros de Miami.

Pero el peligroso viaje fue apenas el primer paso hacia la nueva vida de Izquierdo.

Pese a que el trío celebró su llegada a las aguas territoriales estadounidenses, fueron recogidos por el Servicio de Guardacostas y llevados a Guantánamo, donde Estados Unidos había levantado rápidamente un campo de prisioneros para los miles de cubanos detenidos en el mar.

El éxodo había comenzado a fines de julio de 1994. El fenómeno tomó impulso en agosto: el gobierno encabezado por Fidel Castro, que normalmente prohíbe la salida de personas, hizo la vista gorda, en una medida que muchos creen estaba destinada a forzar a Estados Unidos a negociar acuerdos migratorios.

La Habana y Washington terminaron por llegar a un acuerdo el 9 de septiembre de ese año, por el cual se estableció el otorgamiento de 20 mil visas a cubanos por año, y Castro volvió a apretar las tuercas sobre la migración ilegal.

Pero en los 16 meses subsiguientes, Estados Unidos seguiría siendo un sueño distante para Izquierdo y muchos de sus compañeros balseros.

No fue sino hasta diciembre de 1995 que fue liberado de su detención en Guantánamo y Panamá, y se le permitió llegar a lo que consideraba la tierra prometida.

"Fue magnífico. Como un sueño", dijo.

LOS AÑOS DUROS

Izquierdo admite que los primeros años fueron duros. Pero ahora vive en una cómoda casa en un suburbio tranquilo de Miami, tiene esposa, una bebé, dos autos, y lo que considera como un buen trabajo de camionero. En un año -dice- obtendrá su pasaporte estadounidense.

"Como todos los refugiados, al principio, fue bastante difícil para los que llegaron en 1994, particularmente porque llegaron en grandes cantidades", dijo Joe García, cabeza del influyente grupo de presión Fundación Nacional Cubano-Americana.

"Encontraron su equilibrio. Empezaron a trabajar y ahora son miembros productivos de la comunidad", señaló.

"No se los puede distinguir de otros miembros de la comunidad cubana", añadió García.

"Un cubano, es un cubano. Las encuestas muestran que todos los cubanos en Estados Unidos (95% de ellos) odian a Castro", dijo.

Izquierdo dice que no hay dudas de que detesta al dictador comunista, pero dice tener pocas otras cosas en común con la generación de exiliados cubanos mayores, a la que considera intolerante con cualquiera que no comparta su visión política sobre Cuba.

"Si uno piensa diferente a ellos, te pueden llamar comunista", indicó, añadiendo que personalmente apoya el levantamiento del embargo contra Cuba, porque no ha logrado debilitar a Castro desde su imposición hace 40 años.

Izquierdo tampoco está de acuerdo con las restricciones que Washington impuso recientemente a las visitas familiares a Cuba.

Un sondeo realizado a comienzos de julio reveló que 45% de los cubanos que llegaron a Florida después de 1980 cree que no debería haber restricciones sobre tales visitas, y sólo 27% de los que llegaron antes de esa fecha comparten esa visión.

Debido a que la mayoría de los que llegaron con el éxodo de 1994 lo hicieron en balsas, tienden a ser personas jóvenes, y por tanto generalmente tienen familiares cercanos en la isla.

Por ello son los más afectados por la restricción a los viajes, y los que más se oponen a la medida, algo que los encuestadores estiman que podría traducirse en una caída del apoyo cubano-americano (que tradicionalmente vota republicano) al presidente George W. Bush.

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