PRENSA INDEPENDIENTE
Septiembre 24, 2003

ECONOMIA
A una década del autoempleo en Cuba (I)

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Septiembre de 1993. La economía cubana cuesta abajo en una indetenible caída como consecuencia del desplome del Muro de Berlín. En Cuba, cientos de fábricas y centros de trabajo cierran sus puertas. No hay materia prima y la electricidad vuelve a estar racionada en "apagones" que en algunos lugares llegan a ser alumbrones.

En esos momentos se promulga el Decreto Ley 141 que estipulaba en una nueva versión el autoempleo o como le han dado a llamar en Cuba, el cuentapropismo.

Pero esta autorización a llevar a cabo actividades económicas independientes del gobierno fue hecha a regañadientes, con tantas trabas que hacen casi imposible que los cuentapropistas se desarrollen de una forma completamente legal. A casi diez años de la promulgación del Decreto Ley 141 -en enero de 2003- comenzó una violenta ola represiva contra la economía informal en todo el país, que incluyó allanamientos de viviendas, detenciones y confiscación de bienes.

Ya en 1968, el estado se había apropiado -a través de una campaña denominada "ofensiva revolucionaria"- de miles de pequeños comercios y talleres privados que habían sobrevivido a las grandes confiscaciones de principios de esa década.

Pero a medida que el estado fue demostrando su ineficiencia para garantizar una serie de actividades, en el orden de los servicios principalmente, se abrieron espacios para los trabajadores privados. En 1976 se promulgó, muy discretamente y casi sin publicidad, el Decreto Ley 14, de julio de ese año titulado "Sobre el ejercicio de actividades laborales por cuenta propia".

En la década de 1980 el estado se sintió más seguro con las subvenciones soviéticas, y la cifra de trabajadores por cuenta propia disminuyó. En 1986 se realizan de nuevo amplias operaciones represivas contra los trabajadores informales -operaciones "Pitirre en el Alambre" y "Adoquín". Se decomisan mercancías y se producen arrestos.

En 1993, previo a la promulgación del Decreto Ley 141, estaban registradas 46,632 personas en unas 75 profesiones ejercidas legalmente, con un aporte al fisco de 23 millones 200 mil pesos.

Ante la nueva situación creada por la pérdida de los subsidios soviéticos, en 1993 la dirección política del país, en contra de sus deseos, abre la posibilidad de que los trabajadores que perdieron sus empleos pudieran ganarse la vida en actividades privadas. En el texto del decreto se expresaba su objetivo de "ayudar a la reactivación económica del país". La mayor parte de los trabajadores encontraron reubicación en esta forma de empleo en los momentos peores del Período Especial.

Entre septiembre y octubre de ese mismo año la provincia de Cienfuegos comenzó a aplicar la nueva experiencia y entre diciembre del 93 y mayo del 94 se observa la etapa de auge de esa actividad, al llegar a la cifra de 162 mil participantes. Ya en diciembre del 94 es de 169 mil, pero al aparecer el Decreto Ley 186 referido a las contravenciones, viene un período de estancamiento. Se cierra el otorgamiento de licencias a especialidades como la de venta de alimentos ligeros, de flores y el servicio de choferes entre otras.

No obstante, la Resolución Conjunta No. 1 fijó en 157 las actividades que se podían ejercer de forma privada en el país, que llegó a incluir hasta a profesionales, cifra que nominalmente no ha variado hasta la actualidad. A fines de 1995 se logra el máximo de licencias otorgadas, 208,500.

El Decreto Ley 141 fue recibido por el pueblo con mucho entusiasmo. Pero no sucedió así con la dirigencia política del país. Pese a que numerosos economistas trataban de demostrar que prácticamente era imposible enriquecerse llenando fosforeras o vendiendo refrigerios en una esquina, el temor a un bienestar legal por medio de las actividades económicas privadas quitaba el sueño a la nomenclatura cubana.

Algunos analistas consideraban que este paso tenía una característica coyuntural, que el cuentapropista era un "invitado por compromiso" al reflote económico y social. En otras palabras, que el estado prescindiría de su participación en el momento que lo considerara conveniente.

Las autoridades valoran la iniciativa privada como caldo de independencia económica, y como tal, la reprimen. La prensa es un fiel reflejo de ello, ya que no ofrece ninguna información sobre el sector, a no ser las noticias que informan sobre violaciones e incumplimiento por parte de estos trabajadores, ejemplos "negativos" del proceder social.

A diez años del reestreno del cuentapropismo, ¿cuáles son sus perspectivas? ¿Cuál es su verdadero estado actual? ¿Qué papel desempeña en nuestra sociedad? cnet/27


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