Las
'sanciones inteligentes' europeas
Soren Triff. El
Nuevo Herald, 16 de septiembre de 2003.
Es inaceptable que se utilice
la soberanía de los estados para justificar
flagrantes violaciones de los derechos humanos.
- Kofi Annan, sec.
gral. de la ONU
El Parlamento Europeo condenó la semana
pasada la ''continua y fragante violación
de los derechos cívicos y políticos
y las libertades fundamentales de la oposición
y los periodistas independientes''. Franco Frattini,
presidente del Parlamento, declaró que
la situación de los derechos humanos continúa
deteriorándose en la isla.
Parece la misma retórica diplomática,
pero no lo es. Este es el informe europeo seis
meses después de la ola de condenas contra
líderes de la sociedad civil cubana y cien
días después del inicio de las ''sanciones
inteligentes'' que la Unión Europea acordó
el 5 de junio contra Fidel Castro. Indica la dirección
y alcance que puede tener este instrumento de
las relaciones internacionales en el caso cubano.
Aunque usted no lo sepa, el régimen isleño
lleva unos tres meses bajo ''sanciones inteligentes''.
¿Qué son estas sanciones? Se les
llama así a un grupo de acciones de coerción
diplomática, legal o económica,
dirigidas contra figuras, sectores específicos
de la sociedad y conductas reprochables de ciertos
gobiernos, mientras evitan todo lo posible perjudicar
a la población. Estas sanciones no son
una varita mágica, como vemos en varios
países que resisten exitosamente las presiones
''inteligentes'', pero en Cuba se pueden notar
ciertos resultados esperanzadores.
Las sanciones han logrado una acción multilateral
genuina. La Unión Europea trabaja en concierto
con Estados Unidos de manera armónica.
Este es en parte un éxito diplomático
de Colin Powell poco reconocido. Otro aspecto
positivo de las sanciones europeas es que se está
llevando a cabo de manera sensible, pero determinada,
algo que se ve raramente en el viejo continente.
Las sanciones inteligentes necesitan de una aplicada
y diligente acción para que llegue de manera
correcta el mensaje de solidaridad a los seguidores
forzados del régimen, a la oposición
y a la población, y de rechazo a quienes
sostienen conductas reprochables, sin que el gobierno
pueda distorsionar el mensaje como una agresión
contra la soberanía del país.
Europa pasa del ''diálogo constructivo''
de la guerra fría a las sanciones ''inteligentes''.
Estados Unidos también deja atrás
el embargo improductivo y pasa a una versión
de las sanciones europeas. Canadá parece
alinearse a estas medidas. La compañía
Sheritt acaba de vender sus acciones en la empresa
cubana de teléfonos celulares. El proceso
de reframing de Castro ha comenzado con buen pie.
Castro hoy aparece abrazado a los retrógrados
comerciantes sureños norteamericanos blancos
y a los congresistas republicanos, y repudiado
por los intelectuales liberales y la izquierda
internacional. Este es el verdadero marco donde
siempre debió estar.
Por otra parte, el distanciamiento de los gobiernos
europeos del régimen isleño es una
señal importante para que los seguidores
forzados del comandante no se vean obligados a
seguirlo como la única opción legítima
o factible. Castro ha utilizado las relaciones
con empresas y gobiernos europeos como señal
de legitimidad de apoyo a sus acciones, y se presenta
al pueblo como la única conexión
y exclusivo proveedor del bienestar que proviene
del exterior a la sociedad cubana. En este marco,
Europa se convertía en cómplice
y en extensión de la maquinaria de represión
del régimen. La Unión Europea combina
sabiamente el distanciamiento del régimen
con el ofrecimiento de legitimidad internacional
a los líderes de la sociedad civil cubana.
Algunas noticias sirven de prueba de lo anterior.
Hace días se hablaba si Grecia le permitiría
a Castro asistir a las Olimpiadas del 2004. Hoy
Alemania declina participar en la feria cubana
del libro. Mientras, continúan las invitaciones,
los títulos y premios internacionales a
los líderes de la sociedad civil como Vladimiro
Roca y Oswaldo Payá, pero también
a los de de ''sociedad civil'' oficial, como Eusebio
Leal.
Las sanciones están muy bien diseñadas,
pero pueden fracasar si no son precisas con objetivos
verificables y llevadas en modo y tiempo razonable.
Hasta ahora, Europa se ha limitado a exigir la
liberación de los presos políticos
encarcelados, algo general que no apunta a Castro.
El comandante puso a prueba la determinación
europea y ha recibido una señal clara:
cambio de perspectiva. Pero el cambio de la percepción
europea no equivale a una política activa.
Castro tiene muchas razones para subirle la parada
a Europa. Por ejemplo, su amigo Robert Mugabe,
de Zimbabwe, ha permitido partidos políticos
y prensa independiente, y sin embargo, se encuentra
bajo presiones ''inteligentes''. ¿Y qué?
Mugabe sigue haciendo lo que le da la gana en
el país africano. Los caminos comienza
con un paso, es cierto, pero un paso no hace el
camino.
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