SOCIEDAD
El
quilo no tiene vuelto (II)
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org)
- Aunque el quilo, centavo de peso en Cuba, ya
despareció virtualmente, y antes se decía
que no tenía "vuelto", ahora
una nueva moneda lo ha sustituido: la vivienda.
Resulta común que cuando alguien quiere
cambiar de casa (permuta), se le reclame que quieren
un "vuelto".
La diabólica legislación socialista
del que todo lo estatiza, establece un vericueto
de requisitos para los cubanos que deseen cambiar
de vivienda o quieran tener una por primera vez.
La ley penaliza severamente la compra-venta de
casas si no es con el estado, pues en Cuba no
existe el mercado de bienes raíces, a pesar
de que la población casi se duplicó
desde 1959: seis millones de habitantes entonces,
más de 11 millones en la actualidad. El
déficit anual de viviendas se calcula en
100 mil.
Como sucede con todo lo prohibido, existe un
floreciente mercado negro de viviendas que pervive
pese a los periódicos operativos policiales,
y se encubre en la figura semi legal del corredor
de permutas, persona encargada, a cambio de una
comisión, de localizar y acordar con los
interesados el trueque de una casa por otra.
En la época de las "vacas gordas",
1990, cuando una tubería invisible pero
poderosa sostenía desde Moscú al
socialismo real cubano, miles de pequeños
e incómodos apartamentos se construyeron
en las capitales de provincia, con modelos constructivos
calcados de los fríos países de
Europa oriental, para albergar a familias cubanas
extendidas: padres, hijos, abuelos y nietos.
El resultado fue que en lugar de resolver un
problema se crearon muchos en el tórrido
calor cubano, pues son casas poco ventiladas y
con deficientes instalaciones eléctricas
y sanitarias, y cocinas de queroseno en lugar
de gas butano, como se prometió.
Encima de ello, la construcción de estos
barrios se realizó en los arrabales de
las ciudades, con escasa o ninguna infraestructura.
Así, surgieron Alamar (en La Habana), Moa
(Holguín) y el distrito José Martí,
en Santiago de Cuba, donde no se contó
por años con tiendas de víveres,
escuelas, círculos infantiles, policlínicas,
ni medios de transporte para salir de allí.
Era una odisea salir o entrar de los edificios
cuando llovía, pues no había aceras
y las calles, verdaderos fanguizales, estaban
sin pavimentar.
Desesperados, algunos de esos vecinos emprendedores
acudieron al sistema de trueque (permuta) para
acceder a una casa más cómoda y
cerca de la ciudad.
Y surgió el "vuelto" que consiste
en el pago de una suma de dinero (a veces muy
alta y cotizada en dólares), además
de la vivienda que se quiere cambiar.
En el mercado subterráneo de bienes raíces,
está establecido que alguien pague si quiere
vivir en una casa más amplia. En La Habana,
la cuantía se establece entre tres y cinco
mil dólares por cada dormitorio adicional,
o si la casa tiene garaje (algo muy importante
para la nueva clase de empresarios oficiales que
tiene automóvil e ingresos en moneda convertible).
El objetivo de este sector y de algunos inversionistas
extranjeros casados con jóvenes jineteras,
son las casas del Vedado, Miramar, Santa María
del Mar o Santa Fe, habitadas por ancianos solos,
dispuestos a reducirse a cambio de un "vuelto"
que les asegure sobrevivir lo que les resta de
vida.
Es frecuente, en el habla del cubano actual,
referirse a algo que no tiene remedio con la expresión:
"el quilo no tiene vuelto". Pero la
vivienda sí. cnet/05
El
quilo no tiene vuelto (I)
|