ECONOMIA
INFORMAL
Las
ollas prohibidas
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Cocinar
con leña o carbón no siempre es
grato. En la provincia de Pinar del Río
muchos logran hacerlo con electricidad, gracias
al ingenio de los que en momentos difíciles
tienen la "chispa encendida".
Se trata de una olla de aluminio eléctrica
artesanal. Con una resistencia eléctrica
colocada en su parte interior, al conectarse a
la electricidad se puede lo mismo freír
un huevo que ablandar frijoles, por duros que
éstos sean.
Al menos eso afirman los residentes de El Rancho,
en el reparto Cuba Libre, en la mencionada provincia,
quienes aseguran que son muchos los hogares que
cocinan con esta copia artesanal de la tecnología
moderna.
La idea original partió de unas ollas
arroceras eléctricas que se vendieron hace
algún tiempo en las tiendas comercializadoras
de divisas, y fueron recogidas (de acuerdo con
una versión extraoficial) porque chocaba
con el plan de ahorro de electricidad desplegado
en el país.
Aparentemente, algunos de esos ingenieros eléctricos
que andan ociosos, con deseos de aumentar un poco
más su remuneración económica,
copiaron el diseño original y lo lanzaron
al mercado ilegal a un precio de 150 pesos cada
olla.
De acuerdo con la versión de los lugareños,
comenzaron a desaparecer misteriosamente los tubos
para regadíos, señalizaciones del
tránsito, números colocados frente
a las viviendas y cuanto objeto fuera confeccionado
con aluminio.
Según aseveran los usuarios, las mencionadas
ollas han tenido tanta aceptación que amenazan
con extenderse hacia las provincias habaneras,
por lo que los encargados de los controles gubernamentales
han tenido que tomar cartas en el asunto. Quien
sea descubierto por la policía en la confección
de las perseguidas ollas, serán multados
con sumas de 500 pesos, además, les serán
decomisadas las herramientas y el material de
aluminio que posean.
"Los que tienen la prohibida olla en su
vivienda tratan de no exhibirla, por temor a ser
delatados a la policía, y que se la decomisen",
dijo un residente de la región. Y agrega:
"La gente tiene miedo, pero no le queda más
remedio que resolver, pues el combustible que
venden por la canasta familiar, keroseno, es muy
poco y el litro de éste en el mercado negro
vale siete pesos, lo que es imposible de costear".
En el reparto Cuba Libre, como en otros muchos
lugares de este país, la subsistencia cotidiana
se ha convertido en un riesgo constante, debido
a las innumerables prohibiciones. Inventar, resolver,
conseguir son la orden del día, porque
al decir de algunos: "la realidad se va por
encima de todo". cnet/14
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