PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 23, 2003

POLITICA
Confesiones y reflexiones

SANTA CLARA, octubre (www.cubanet.org) - Soy un ferviente luchador por los derechos humanos en mi país. Durante varios años fui servil al régimen, pero tras un largo proceso de concientización y búsqueda arribé a la conclusión de que había sido engañado y manipulado al antojo por el Partido Comunista de Cuba, y lo que es peor aún: engañé a cientos de jóvenes que pasaban por mis aulas donde enseñaba Geografía. Es algo que me remuerde y debo enmendar. Asqueado de tanta bajeza ha crecido en mí paulatinamente una indignación sin fronteras contra esa especie de esclavitud de conciencia, impuesta desde niño, basada en la ignorancia y la mentira. Por eso recuerdo en este minuto al ilustre filósofo y político cubano Enrique José varona, cuando en 1899 presentando marcial y gallardamente la escoba, le decía al de al lado: "Vecino, yo por mi parte barro, ¿quiere Ud. barrer?"

Este grito de Varona nos convoca a todos los cubanos de hoy a la lucha, para arribar en cualquier día del calendario a un nuevo 20 de Mayo e instaurar la democracia en nuestro país y construir una verdadera sociedad civil, fuente inspiradora de desarrollo económico-social y eje central del discurso de igualdad y de bienestar social, controlada hoy con celo permanente por la dictadura por el temor de perder el control de las calles y la gobernabilidad en el país. Cuando llegue ese momento, cesarán obligatoriamente el terrorismo de estado, las expulsiones masivas, saqueos a domicilios, acoso a familiares de los luchadores pro-democráticos, actos de repudio, escándalos, golpizas en la vía pública, los juicios sumarios, cárcel, destierro forzoso. Se promoverá entonces la libertad con igualdad, imposible de obtener con la retórica y la dinámica jurásica de la actualidad.

Cuando la revolución arribó al poder en 1959, desmanteló la sociedad civil republicana, demoliendo sus valores y virtudes, mientras el poder diseñaba un modelo social donde el Estado se convirtió en rector de la vida social como proyecto totalizador y unipartidista. El nuevo Estado democrático que se instaure en mi país, estará obligado a proteger la esfera civil y garantizar su existencia, así cada cubano podrá canalizar sus energías en varias esferas de la vida, donde la propiedad privada sea la institución fundamental de integración política, al crear compromisos legales para la actuación soberana de los ciudadanos.

Es precisamente la propiedad privada el vínculo que cohesiona y preserva a la sociedad civil moderna. En una transición democrática, el Estado rendirá cuentas a la sociedad civil como máximo protector y regulador de la vida de los ciudadanos, con normas legales definidas y en este esquema pluralista, los sindicatos, empresas, organizaciones filantrópicas o benéficas, la prensa libre, las cooperativas, incrementarán su poder para mantener sus representantes políticos para que vigilen sus intereses. El cubano de hoy no quiere ser príncipe ni mercader, sino simples ciudadanos que pueden probar sus capacidades, -limitadas y controladas desde arriba en la actualidad- en la vorágine de la nueva república, que clamará por el retorno simbólico de los postulados de la Carta Magna de 1940 y de marcos culturales que reelaboren la esfera simbólica y sus segmentos autónomos generativos.

De Martí aprendí que el ser humano tiene dos alternativas de opciones en la vida: el yugo a través del cual el hombre acepta la imposición, o la estrella como emblema de libertad. Al hablar de Agramonte nuestro Apóstol recuerda que el Ballardo le decía en cartas a su esposa Amalia: "Jamás seré militar cuando acabe la guerra. Hoy es grandeza y mañana será crimen". ¿Y no es acaso un crimen lo que ha hecho el caudillo por más de 40 años? Ese yugo impuesto a la fuerza a la mayoría de los cubanos, ha traído consigo la debacle en todos los órdenes de la vida.

Para arribar a la nueva República tenemos que utilizar el reflejo de la estrella, ésa que quema y mata, recordando al más universal de los cubanos: "La ley primera de la república debe ser el culto a la dignidad plena del hombre", porque Martí aspiraba a una nación moderna que fuera incluyente "con sus hijos todos" y donde se lograra la paz social a través del respeto de los derechos ciudadanos.

En resumen, un nuevo 20 de Mayo sería como rescatar a la República del fondo del mar y darle a los cubanos el lugar que realmente merecen; es acabar con esta larga pesadilla llena de penuria y amargura, de sufrimiento y dolor; es detener el éxodo diario y devolvernos la risa, ese sabor criollo perdido; es volver a saborear el agua transparente de nuestros manantiales; es volver a ser cubanos, volver a ser hombres. cnet/46



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