SOCIEDAD
La era del hierro y el arte de vivir tras las
rejas
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- La herrería se desarrolló en Cuba
paralelamente y muy vinculada a la arquitectura
neoclásica del siglo XIX -en barandas de
balcones y escaleras, guardavecinos, ventanas
y rejas- en sustitución a la madera, entre
finales del siglo XVIII y XIX.
Con un carácter funcional y decorativo,
las rejas muestra un estilo romántico donde
resaltan las liras y grecas.
De tal suerte, la república -antes del
59- heredó este arte que se empleó
en viviendas, como barreras nada ofensivas ante
el ojo humano.
Después de las primeras décadas
revolucionarias decayó el uso la herrería
en las viviendas. De hecho no hacía falta.
Delitos como el robo eran tan ínfimos que
apenas se tomaban en cuenta. En realidad se vivían
tiempos tranquilos.
A raíz de los años 90, -el llamado
Periodo Especial- cuando el país entra
en una crisis económica, política
y de valores, el desbarajuste y el desorden hacen
su aparición. Familias enteras se las ven
negra ante la inseguridad de sus hogares, propiedades
e incluso en sus vidas.
La población se ve obligada a tomar por
iniciativa propia medidas terminantes de seguridad.
Los incumplimientos de las fuerzas de orden y
la ley naufragan en el descontrol y falta de combatividad,
mientras el delito comienza a operar a mayor escala.
Brota la delincuencia como un sarpullido hemorrágico:
acechan viviendas, almacenes, áreas de
acceso alimenticio y de valores. Parar protegerse
de ello más de un millón de familias
en el país enrejan ventanas y puertas.
Mas no bastó. Fue necesario incluir al
balón de gas y bombillos exteriores por
su continuo saqueo. También se hizo con
el motor del agua. Para más seguridad se
incluyó la protección de garajes
y autos y los alrededores de las viviendas.
Más allá de las zona urbana, en
el campo, se encierran en jaulas hechas sin arte
ni pulimento todo tipo de animal para evitar el
hurto y sacrificio, vacas, puercos, caballos y
aves de corral. Se vigilan día y noche
porque lo más seguro puede ser lo menos
seguro.
Municipios como San Miguel del Padrón,
Cerro, Víbora y Mantilla cambiaron su fisonomía,
semejando groseras fortalezas de hierro.
A esta década de los 90 pudiéramos
identificarla como la era del hierro.
La improvisación pasó de los sublime
a lo grotesco: verjas, jaulas, rejas
pasaron
a formar parte de toscos monumentos fijados a
la arquitectura doméstica.
La fuerte demanda del hierro se fue agotando
y dio paso a la improvisación y a los ingeniosos
inventos, quedando el tornillo de rosca como sustituto
del candado y como un aporte a los tiempos de
la nada.
Hierro en cabilla y esqueletos de viejos ómnibus
desarticulados sustituyen al de barra. Puertas
de autos Lada, barandas de camiones o raíles
de línea sirven para tapar espacios peligrosos.
Así vivió, así vive el cubano
de hoy. Atemorizado e inseguro por su vida. Enrejado
para protegerse del vandalismo, huyéndole
a esos males incurables que tienen mucha argucia
para esconderse.
Esta es una faceta del delito en Cuba. Se sacude
los pies en el dintel de las puertas y ventanas
y entran a desvalijar la tranquilidad "como
perros por su casa". cnet/20
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