PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 30, 2003

POLITICA
Resumen del año 2003

Claudia Márquez Linares

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Si pudiéramos catalogar el año 2003 podríamos decir sin lugar a dudas que ha sido el año de la represión. En mayúsculas. No sólo contra la disidencia y la prensa independiente sino contra el pueblo en general. Cuando escuchamos y vemos los resúmenes del año por parte de la prensa oficial percibimos una sociedad irreal que se pretende demostrar perfecta e incorruptible. Pero escuchemos qué sucedió en Cuba.

Enero y febrero transcurrieron bajo la ofensiva gubernamental contra el flagelo de la droga. Cuando vimos los operativos policiales en cada barrio de la capital y en otras provincias del país pudimos percatarnos de la magnitud del consumo y venta de la cocaína y la marihuana. El gobierno emitió en enero un Decreto-Ley que prevé confiscaciones de las viviendas y de los bienes además de largas condenas de cárcel contra todo aquel que tenga que ver con las drogas.

Pero todo no terminó ahí. La ofensiva contra la droga terminó convirtiéndose en una ofensiva contra cualquier manifestación ilegal por parte de los cuentapropistas privados. Todo ciudadano cubano que tenía un pequeño negocio, a escondidas por supuesto, fue víctima de multas y confiscaciones por parte de los inspectores y la policía. Nadie se atrevía a vender ni una libra de arroz o un litro de aceite, pues los responsables de mantener el orden se mostraban implacables.

Para mejor comprensión, debo explicar que para abrir una cafetería privada o alquilar un bicitaxi en Cuba el ciudadano debe pedirle a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) una licencia o permiso. Pero el gobierno, en su afán de eliminar cualquier vestigio de iniciativa privada, reduce la entrega del permiso a niveles ínfimos y obliga al ciudadano común a mantener sus negocios a escondidas, exponiéndose así a las multas de los inspectores que pueden alcanzar hasta los 1,500 pesos, equivalentes a unos 50 dólares, es decir, varios meses de trabajo de cualquier profesional.

Llegamos al mes de marzo, cuando la brutalidad y el abuso alcanzaron su máxima expresión. A partir del día 18, setenta y cinco opositores pacíficos y periodistas independientes fueron víctimas de sendos registros en sus casas por parte de la Seguridad del Estado cubana. Sólo se encontraron libros, revistas, artículos de opinión, crónicas, máquinas de escribir, algunas computadoras y muchos libros. Todos los documentos que hablaban de libertad, democracia, pluripartidismo fueron llevados a los diferentes órganos de instrucción de la Seguridad del Estado para levantar cargos de mercenarios contra estos librepensadores.

Apenas quince días después al fatídico 18 de marzo comenzaron los juicios sumarísimos. A pesar de que Cuba no se encontraba bajo amenaza de guerra, estas personas, cuyas únicas armas eran la palabra y el sentido común, fueron condenados a penas de hasta 28 años de privación de libertad. Para once de los 75, líderes políticos a escala nacional, la Petición Fiscal era de Cadena Perpetua, pero finalmente la mayoría de las sentencias fueron de más de 15 años de cárcel.

Los juicios se celebraron a puerta cerrada, y sólo se permitió la entrada a familiares muy cercanos y el resto del personal que llenaba las salas de los diferentes tribunales formaba parte del Partido Comunista, la Unión de Jóvenes Comunistas y el Ministerio del Interior. También se impidió la entrada a diplomáticos y prensa extranjera aunque los juicios fueron filmados por la policía política cubana.

Todo esto ocurrió mientras el pueblo sólo escuchaba que decenas de mercenarios y contrarrevolucionarios, como le llama el gobierno a los disidentes, iban a ser juzgados con el rigor de la denominada "legalidad socialista".

Además de la represión contra la disidencia la condena a muerte de tres jóvenes en abril que intentaron desviar una lancha hacia la Florida acabó con la imagen de una revolución humanista y defensora de los derechos humanos. Los tres jóvenes no llegaron a herir a nadie, pero en apenas unos cuatro días y por decisión del Consejo de Estado fueron asesinados.

Estos sucesos de tan magna injusticia despertaron la repulsa internacional, tanto de personalidades y gobiernos de derecha como de la izquierda, siempre reticente a reconocer los errores de Castro.

Se sucedieron condenas y peticiones por parte de la Unión Europea de que exista en la Isla una apertura democrática y respeto a la libertad de expresión, pero en Cuba, a costa de la llamada soberanía e independencia nacional, se reprime a los que discrepan de la línea del Partido Comunista y por ende, el gobierno presta oídos sordos al llamado de las naciones democráticas y más prósperas del mundo al respeto a la dignidad humana.

Organizaciones de prestigio internacional como Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) han permanecido durante todo el año atentas a las violaciones de los derechos humanos y preocupadas por la situación de los periodistas y disidentes presos. En estos momentos Cuba es la mayor cárcel de periodistas del mundo.

Luego de varios meses de trabajo, en el mes de septiembre, la oposición interna dio un golpe inesperado al gobierno al presentar más de 14 mil firmas pidiendo libertades básicas como libre asociación, libertad de prensa y expresión, libertad económica, entre otros. Hasta el momento el gobierno no permite que se publique el texto del Proyecto Varela y se muestra reacio a cualquier llamado de apertura por parte de la oposición interna.

Ese mismo mes la prensa independiente también se vio reanimada luego de publicar el tercer número de la revista De Cuba dedicada a todos los prisioneros de conciencia cubanos. La revista De Cuba constituyó una de las principales acusaciones por parte de la Fiscalía para condenar a Ricardo González, su Director y al poeta y periodista Raúl Rivero a 20 años de privación de libertad.

La crisis económica se acentúa y sólo pueden sobrevivir quienes trabajen para el turismo (gracias a las propinas de los turistas) y los que reciben remesas en dólares de sus familiares en el exterior. El resto debe acudir al robo en su centro laboral, o a la delincuencia y a la prostitución, males que han generado la pérdida de los valores dentro de la juventud cubana y la población en general.

El escándalo de corrupción en el Grupo Cubanacán, la mayor empresa turística y comercial de Cuba, dado a conocer por la prensa extranjera acreditada a principios de diciembre, resultó un duro golpe para los principales círculos de poder en la Isla. Se estima que varios millones de dólares han desaparecido y el peso de la culpa recae sobre Juan José Vega, presidente de dicha empresa, quien se desconoce sí permanece arrestado o bajo prisión domiciliaria. El gobierno cubano ha guardado silencio sobre el caso.

Cuba necesita una transición hacia la democracia, pues de nada sirven los logros en la salud y la educación sí se nos priva de uno de los dones más preciados por el hombre moderno: la libertad.

¡Que Dios regale para el 2004 este don, definitivamente, al pueblo cubano!



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