POLITICA
Resumen del año 2003
Claudia Márquez Linares
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- Si pudiéramos catalogar el año
2003 podríamos decir sin lugar a dudas
que ha sido el año de la represión.
En mayúsculas. No sólo contra la
disidencia y la prensa independiente sino contra
el pueblo en general. Cuando escuchamos y vemos
los resúmenes del año por parte
de la prensa oficial percibimos una sociedad irreal
que se pretende demostrar perfecta e incorruptible.
Pero escuchemos qué sucedió en Cuba.
Enero y febrero transcurrieron bajo la ofensiva
gubernamental contra el flagelo de la droga. Cuando
vimos los operativos policiales en cada barrio
de la capital y en otras provincias del país
pudimos percatarnos de la magnitud del consumo
y venta de la cocaína y la marihuana. El
gobierno emitió en enero un Decreto-Ley
que prevé confiscaciones de las viviendas
y de los bienes además de largas condenas
de cárcel contra todo aquel que tenga que
ver con las drogas.
Pero todo no terminó ahí. La ofensiva
contra la droga terminó convirtiéndose
en una ofensiva contra cualquier manifestación
ilegal por parte de los cuentapropistas privados.
Todo ciudadano cubano que tenía un pequeño
negocio, a escondidas por supuesto, fue víctima
de multas y confiscaciones por parte de los inspectores
y la policía. Nadie se atrevía a
vender ni una libra de arroz o un litro de aceite,
pues los responsables de mantener el orden se
mostraban implacables.
Para mejor comprensión, debo explicar
que para abrir una cafetería privada o
alquilar un bicitaxi en Cuba el ciudadano debe
pedirle a la Oficina Nacional de Administración
Tributaria (ONAT) una licencia o permiso. Pero
el gobierno, en su afán de eliminar cualquier
vestigio de iniciativa privada, reduce la entrega
del permiso a niveles ínfimos y obliga
al ciudadano común a mantener sus negocios
a escondidas, exponiéndose así a
las multas de los inspectores que pueden alcanzar
hasta los 1,500 pesos, equivalentes a unos 50
dólares, es decir, varios meses de trabajo
de cualquier profesional.
Llegamos al mes de marzo, cuando la brutalidad
y el abuso alcanzaron su máxima expresión.
A partir del día 18, setenta y cinco opositores
pacíficos y periodistas independientes
fueron víctimas de sendos registros en
sus casas por parte de la Seguridad del Estado
cubana. Sólo se encontraron libros, revistas,
artículos de opinión, crónicas,
máquinas de escribir, algunas computadoras
y muchos libros. Todos los documentos que hablaban
de libertad, democracia, pluripartidismo fueron
llevados a los diferentes órganos de instrucción
de la Seguridad del Estado para levantar cargos
de mercenarios contra estos librepensadores.
Apenas quince días después al fatídico
18 de marzo comenzaron los juicios sumarísimos.
A pesar de que Cuba no se encontraba bajo amenaza
de guerra, estas personas, cuyas únicas
armas eran la palabra y el sentido común,
fueron condenados a penas de hasta 28 años
de privación de libertad. Para once de
los 75, líderes políticos a escala
nacional, la Petición Fiscal era de Cadena
Perpetua, pero finalmente la mayoría de
las sentencias fueron de más de 15 años
de cárcel.
Los juicios se celebraron a puerta cerrada, y
sólo se permitió la entrada a familiares
muy cercanos y el resto del personal que llenaba
las salas de los diferentes tribunales formaba
parte del Partido Comunista, la Unión de
Jóvenes Comunistas y el Ministerio del
Interior. También se impidió la
entrada a diplomáticos y prensa extranjera
aunque los juicios fueron filmados por la policía
política cubana.
Todo esto ocurrió mientras el pueblo sólo
escuchaba que decenas de mercenarios y contrarrevolucionarios,
como le llama el gobierno a los disidentes, iban
a ser juzgados con el rigor de la denominada "legalidad
socialista".
Además de la represión contra la
disidencia la condena a muerte de tres jóvenes
en abril que intentaron desviar una lancha hacia
la Florida acabó con la imagen de una revolución
humanista y defensora de los derechos humanos.
Los tres jóvenes no llegaron a herir a
nadie, pero en apenas unos cuatro días
y por decisión del Consejo de Estado fueron
asesinados.
Estos sucesos de tan magna injusticia despertaron
la repulsa internacional, tanto de personalidades
y gobiernos de derecha como de la izquierda, siempre
reticente a reconocer los errores de Castro.
Se sucedieron condenas y peticiones por parte
de la Unión Europea de que exista en la
Isla una apertura democrática y respeto
a la libertad de expresión, pero en Cuba,
a costa de la llamada soberanía e independencia
nacional, se reprime a los que discrepan de la
línea del Partido Comunista y por ende,
el gobierno presta oídos sordos al llamado
de las naciones democráticas y más
prósperas del mundo al respeto a la dignidad
humana.
Organizaciones de prestigio internacional como
Amnistía Internacional, Reporteros Sin
Fronteras y el Comité para la Protección
de los Periodistas (CPJ) han permanecido durante
todo el año atentas a las violaciones de
los derechos humanos y preocupadas por la situación
de los periodistas y disidentes presos. En estos
momentos Cuba es la mayor cárcel de periodistas
del mundo.
Luego de varios meses de trabajo, en el mes de
septiembre, la oposición interna dio un
golpe inesperado al gobierno al presentar más
de 14 mil firmas pidiendo libertades básicas
como libre asociación, libertad de prensa
y expresión, libertad económica,
entre otros. Hasta el momento el gobierno no permite
que se publique el texto del Proyecto Varela y
se muestra reacio a cualquier llamado de apertura
por parte de la oposición interna.
Ese mismo mes la prensa independiente también
se vio reanimada luego de publicar el tercer número
de la revista De Cuba dedicada a todos los prisioneros
de conciencia cubanos. La revista De Cuba constituyó
una de las principales acusaciones por parte de
la Fiscalía para condenar a Ricardo González,
su Director y al poeta y periodista Raúl
Rivero a 20 años de privación de
libertad.
La crisis económica se acentúa
y sólo pueden sobrevivir quienes trabajen
para el turismo (gracias a las propinas de los
turistas) y los que reciben remesas en dólares
de sus familiares en el exterior. El resto debe
acudir al robo en su centro laboral, o a la delincuencia
y a la prostitución, males que han generado
la pérdida de los valores dentro de la
juventud cubana y la población en general.
El escándalo de corrupción en el
Grupo Cubanacán, la mayor empresa turística
y comercial de Cuba, dado a conocer por la prensa
extranjera acreditada a principios de diciembre,
resultó un duro golpe para los principales
círculos de poder en la Isla. Se estima
que varios millones de dólares han desaparecido
y el peso de la culpa recae sobre Juan José
Vega, presidente de dicha empresa, quien se desconoce
sí permanece arrestado o bajo prisión
domiciliaria. El gobierno cubano ha guardado silencio
sobre el caso.
Cuba necesita una transición hacia la
democracia, pues de nada sirven los logros en
la salud y la educación sí se nos
priva de uno de los dones más preciados
por el hombre moderno: la libertad.
¡Que Dios regale para el 2004 este don,
definitivamente, al pueblo cubano!
|