CORRUPCION
Robo y castigo
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- Robar, según mi viejo diccionario de
Español significa "tomar para sí
lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea".
A hurtar lo considera "apoderarse de cosa
ajena contra la voluntad de su dueño, sin
intimidación en las personas, ni fuerza
en las cosas. Dar el peso o medida deficiente
los que venden".
Definido de esa forma, el robo es el modo de
existencia (subsistencia) de la generalidad de
los cubanos en la Isla, ya como ejecutor directo,
o como receptor de sus frutos.
Los que ofertan o consumen productos o servicios
de la bolsa negra (mercado informal, subterráneo),
intenciones aparte, son en muchos casos partícipes
de los robos por los que se obtienen los suministros
demandados por dicho mercado.
Los cuentapropistas (particulares legalmente
autorizados al ejercicio micro empresarial) no
escapan a las compras en el mercado negro de tal
o cual producto intermedio, equipos e instrumentos.
Muchas de estas ventas son "amparadas"
por documentos, propiedades o facturas "legales"
ilegalmente obtenidas con el fin de encubrir el
delito. Pocos escapan a estos manejos para mantenerse
competitivos en las desfavorables condiciones
que impone el estado.
Hurtan también muchos empleados y administradores
o jefes de las unidades pertenecientes al comercio
interior, como reconoció en la resolución
152/03 la ministra del ramo, Bárbara Castillo
Cuesta.
Puede leerse en dicha resolución que entre
las violaciones más frecuentes en el sector
se cuentan "robos, autorobos, altos niveles
de faltantes o sobrantes de mercancías
o monetarios, la adulteración de facturas,
conduces u otros documentos oficiales con fines
de lucro personal".
Sin embargo, la tensión a que se ven sometidos
los participantes de tales manejos, así
como las multas, decomisos, expulsiones del trabajo
y hasta condenas a prisión constituyen
parte del castigo, sólo la parte que afecta
individualmente.
El castigo común es lo que deben pagar
los que viven en una economía en la que
producir con eficiencia no es el objetivo, sino
mantener una vitrina de cifras falsificadas, de
metas cumplidas, de fotos de entusiastas ganadores
de la emulación socialista. El que pagan
los que viven en carencias en todos los órdenes
de su vida personal y social, y no pueden, a pesar
de la promesa de que cada cual ha de recibir según
su trabajo, conseguir a través de su trabajo
honrado lo mínimo necesario para una vida
decorosa.
En Cuba, la mayoría trata de sobrevivir
en este paraíso, pecaminoso paraíso
sólo para turistas, con el consuelo que
les brinda el viejo refrán: "Ladrón
que roba a otro ladrón tiene mil años
de perdón". Once mil millones de años
de perdón nos alientan. Dios sabe. El diablo
no sólo tienta; obliga. cnet/38
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