PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 26, 2003

CORRUPCION
Robo y castigo

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Robar, según mi viejo diccionario de Español significa "tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea". A hurtar lo considera "apoderarse de cosa ajena contra la voluntad de su dueño, sin intimidación en las personas, ni fuerza en las cosas. Dar el peso o medida deficiente los que venden".

Definido de esa forma, el robo es el modo de existencia (subsistencia) de la generalidad de los cubanos en la Isla, ya como ejecutor directo, o como receptor de sus frutos.

Los que ofertan o consumen productos o servicios de la bolsa negra (mercado informal, subterráneo), intenciones aparte, son en muchos casos partícipes de los robos por los que se obtienen los suministros demandados por dicho mercado.

Los cuentapropistas (particulares legalmente autorizados al ejercicio micro empresarial) no escapan a las compras en el mercado negro de tal o cual producto intermedio, equipos e instrumentos. Muchas de estas ventas son "amparadas" por documentos, propiedades o facturas "legales" ilegalmente obtenidas con el fin de encubrir el delito. Pocos escapan a estos manejos para mantenerse competitivos en las desfavorables condiciones que impone el estado.

Hurtan también muchos empleados y administradores o jefes de las unidades pertenecientes al comercio interior, como reconoció en la resolución 152/03 la ministra del ramo, Bárbara Castillo Cuesta.

Puede leerse en dicha resolución que entre las violaciones más frecuentes en el sector se cuentan "robos, autorobos, altos niveles de faltantes o sobrantes de mercancías o monetarios, la adulteración de facturas, conduces u otros documentos oficiales con fines de lucro personal".

Sin embargo, la tensión a que se ven sometidos los participantes de tales manejos, así como las multas, decomisos, expulsiones del trabajo y hasta condenas a prisión constituyen parte del castigo, sólo la parte que afecta individualmente.

El castigo común es lo que deben pagar los que viven en una economía en la que producir con eficiencia no es el objetivo, sino mantener una vitrina de cifras falsificadas, de metas cumplidas, de fotos de entusiastas ganadores de la emulación socialista. El que pagan los que viven en carencias en todos los órdenes de su vida personal y social, y no pueden, a pesar de la promesa de que cada cual ha de recibir según su trabajo, conseguir a través de su trabajo honrado lo mínimo necesario para una vida decorosa.

En Cuba, la mayoría trata de sobrevivir en este paraíso, pecaminoso paraíso sólo para turistas, con el consuelo que les brinda el viejo refrán: "Ladrón que roba a otro ladrón tiene mil años de perdón". Once mil millones de años de perdón nos alientan. Dios sabe. El diablo no sólo tienta; obliga. cnet/38



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