Cuba
y la especulación bursátil
José Santiago Núñez
Gómez. El
Universal. Venezuela, 23 de diciembre de 2003.
Cuba ha aceptado usar indicadores bursátiles
de Chicago para la compra de productos agrícolas
en transacciones internacionales (El Universal
del 17-12-2003), es decir: que las organizaciones
y representantes del Estado cubano porque en Cuba
el único que importa y exporta es el Estado
comprarán y venderán utilizando
precios de bolsa. Se trata de un "desplazamiento"
revelador: los precios en la bolsa se forman con
la incorporación de una serie de variables
que las economías comunistas se niegan
a reconocer.
En 1978 acompañando a mi fraterno Jorge
Redmond visité la Bolsa del Cacao de Londres;
allí se nos dijo que en esa bolsa se transaba
una determinada cantidad anual de cacao; observé
que el volumen mencionado era más de cinco
veces el total de la producción mundial
del grano; amablemente el anfitrión me
explicó que sólo una quinta parte
de las transacciones de la bolsa llega a materializarse;
que la mayoría se cancela sin que llegue
a concretarse despacho de producto alguno. La
bolsa es un juego de anticipaciones, de información
y corazonadas; poco tiene que ver con algunas
realidades y, particularmente con el costo de
producción de los bienes que en ella se
transan.
En un territorio comunista hay una autoridad
que saca cuentas y decide así: como la
tierra vale tanto, y las semillas tanto, y el
abono tanto, y los plaguicidas tanto, y la maquinaria
agrícola tanto, y el "justo"
salario es tanto, entonces yo el iluminado y sabelotodo
fijo que el "justo" precio es tanto.
El mismo proceso se cumple con todos los precios
y/o valores, así que el iluminado y sabelotodo
decide que es lo "justo" en todas y
cada una de las operaciones económicas
que se cumplen en su jurisdicción. El resultado
de ese ejercicio es, por supuesto, que todo es
"justo" y, por tanto, todos son felices;
"el mar de la felicidad" que diría
nuestro Presidente.
Pero ocurre que una razón íntimamente
vinculada a la condición humana conduce
a que ese mar de justicia y felicidad no se dé,
y por ello lo que queda al final de esos ejercicios
es atraso y pobreza, como ocurrió en Alemania
Oriental, en la Unión Soviética
y ocurre en Cuba.
Hay otra posibilidad, aun peor: un ejercicio
comunista tiene necesariamente que ser dictatorial;
y, a la inversa, a un propósito dictatorial
lo que le queda "a la medida" es un
predicamento comunista. De ello nos ocuparemos
en nuestra próxima entrega.
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