OLA
REPRESIVA
Ellas
marchan solas
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- A muchas me une una estrecha amistad por más
de una década en la que hemos compartido
alegrías, penas y hasta momentos de extremo
peligro y tensiones, desde que sus esposos, hijos
o hermanos decidieron integrarse a la lucha civilista
contra el régimen opresor. Aunque para
ser honesto y en honor a la verdad, mi relación
con algunas de ellas pasó por períodos
decididamente muy tensos, debido a la propia actividad
en la que estábamos sumergidos.
Y era lógico que esto sucediera, porque
al principio de los años 90, cuando alguien
pasaba a formar parte de la incipiente oposición,
trataba por todos los medios, salvo algunas excepciones,
de mantener a sus familiares más cercanos
"fuera del juego", si se tiene en cuenta
que muchos, por razones obvias, estaban "integrados"
o dependían del engranaje comunista.
Con el tiempo, algunas de estas sufridas pero
a la vez abnegadas mujeres, pasaron a integrar
las filas de las distintas organizaciones contestatarias
en las que militaban sus seres queridos, llegando
a ocupar, en ocasiones, cargos de alta responsabilidad
en el seno de las mismas, aunque en su inmensa
mayoría casi siempre estuvieron desvinculadas
de toda actividad política, limitándose
únicamente, a asistir a más de una
recepción a las que fueron invitados sus
familiares.
Lejos estaban de imaginar el vuelco que darían
sus vidas cuando en la llamada "Primavera
negra de Cuba", sus hogares fueron asaltados
por las fuerzas represivas del régimen,
arrancando de ellos a padres, esposos, hijos o
hermanos, quienes en juicios sumarísimos
y amañados, serían condenados a
largas penas de cárcel.
Tímidamente al principio y, sobreponiéndose
al miedo lógico que acciones como ésta
generan, fueron irrumpiendo en la vida pública
nacional e internacional, denunciando de forma
valiente y sin ambages las precarias e inhumanas
condiciones a las que están sometidos sus
seres queridos en las inmundas e infernales cárceles
castristas.
No sé a ciencia cierta si fue por la "timorata"
reacción de muchos de los hombres que integran
la oposición, que cuando vieron que el
"mambo se puso duro" se tragaron la
lengua y se pusieron a buen recaudo, o los constantes
"dime que te diré" entre las
distintas organizaciones que conforman el espectro
político de la disidencia, o simplemente
por esa enigmática intuición femenina;
lo cierto es que estas madres, esposas, hermanas
de los 75 prisioneros de conciencia, pasando por
alto viejos dogmas y posiciones sectarias existentes
entre grupos, organizaciones y movimientos de
los que formaban parte sus familiares hoy encarcelados,
buscaron el apoyo y la solidaridad a sus penas
entre ellas mismas, conformando uno de los movimientos
más pujantes y admirados tanto dentro como
fuera de la Isla, conocido como "Las damas
de blanco de Santa Rita".
El nombre, como se sabe, fue adquirido cuando
un pequeño grupo de estas mujeres comenzaron
a asistir domingo tras domingo a la iglesia de
Santa Rita, sita en 5ta. Avenida y calle 24, en
Miramar, todas vestidas de blanco, práctica
que paulatinamente se fue extendiendo a otras
iglesias de la capital y del interior del país,
y ya no sólo entre los familiares de los
encarcelados, sino por personas que de forma creciente
se van solidarizando con la justa causa.
El ejemplo que estas sencillas mujeres nos están
dando es impresionante y aleccionador. Todos los
que nos oponemos al régimen despótico,
tanto dentro del país como en el exilio,
debiéramos mirarnos en su espejo y dejar
a un lado los protagonismos estúpidos que
a nada conducen y más que unir, dispersan
las fuerzas, haciéndonos más vulnerables
a ataques y represalias.
Sirva pues su ejemplo como clarinada. Despojémonos
de nuestros prejuicios y de malsanos egoísmos
y seamos un poco más solidarios, démosle
todo nuestro apoyo moral y material si fuera preciso,
y marchemos junto a ellas, porque a pesar de los
grandes y elocuentes discursos de algunos de los
líderes de la oposición sobre la
valiente postura de estas mujeres, aún
ellas marchan solas. cnet/18
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