SOCIEDAD
El
Aedes aegypti
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- A la persona encargada de inspeccionar los hogares
para detectar posibles focos de mosquitos transmisores
del dengue, el cubano le dice Aedes aegypti. Es
decir, los identifica con el nombre del mosquito.
El inspector no se siente ofendido porque lo
llamen como a tan fastidioso insecto, pues ello
se hace de forma muy natural, sin ninguna intención
de burla o broma, mucho menos con ánimo
peyorativo. Además, acá parecen
estar de moda los nombres extraños, como
Misileysi para identificar a una niña o
Hassandy a un niño.
La ocupación no es tan mala si se tiene
en cuenta lo mal que andan las cosas en Cuba.
El salario mensual es de 300 pesos -equivalentes
a 11.54 dólares- incluyendo el almuerzo.
Cierto es que si a eso que dan en los comedores
comunitarios se le puede llamar almuerzo, a la
lanchita de Regla bien podría llamársele
trasatlántico. Así y todo, es algo
caliente que cae en el estómago y así
se va entreteniendo hasta que llegue la hora de
la comida. Los tiempos no están como para
andar con muchas pretensiones ni protestas.
Pero lo mejor que tiene el trabajito es que no
exige un horario fijo. El salario está
en función de 25 visitas que diariamente
han de realizarse, utilizando cualquier horario,
ya sea en la jornada matutina o vespertina. De
tal modo que si se realizan las visitas por la
mañana, le quedaría la tarde para
emplearla en cualquier invento que a su vez le
proporcione una entrada extra. Porque eso sí:
los 300 pesos, aunque lleven dos ceros después
del tres no alcanzan para nada.
Cuando hay cierta demanda de trabajo (como durante
los brotes epidémicos) se pueden realizar
visitas adicionales e incrementar el salario,
pero siempre será más remunerativo
emplear ese tiempo en cualquier trabajito particular.
Como todos los inspectores visten el mismo uniforme
grisáceo, se tiende a pensar que todos
los aedes aegypti son iguales. Pero ellos se diferencian
entre sí por la tarea que realizan, la
denominación del cargo que ocupan y el
salario que devengan; aunque en esto último
no hay mayor diferencia.
Entre ellos está el "larvicida"
que es el encargado de detectar las larvas y combatirlas,
que es fácil de identificar porque suele
andar con un sobre de nylon conteniendo el producto
para combatir las larvas en la mano izquierda
y una cucharita en la derecha a modo de dosificador.
El otro personaje es el técnico en control
de la calidad, que como su nombre lo dice, supervisa
el trabajo comprobando el grado de eficiencia.
Por último está el fumigador, cuya
función es aplicar el fumigante o agente
químico, ya sea por el método de
esperjamiento o rociando, o a través de
la nebulización o gasificación.
Esta innecesaria complicación de la tarea
es resultado de la llamada Organización
Científica del Trabajo, copiada al carbón
de la escuela soviética y transplantada
al escenario cubano; que más bien contribuye
a la desorganización, y que nada parece
tener de científica. Pero posee un nombre
bonito, y a los comunistas les gustan los nombres
rimbombantes.
Por otra parte, emplea un mayor número
de trabajadores de los necesarios, y ello encaja
en la intención marxista de eliminar el
desempleo mediante el subempleo. Todo ello causa
molestias innecesarias a la población que
a veces se ve visitada por dos o hasta tres personas
cuya finalidad es la misma.
Como acá todos viven del mercado negro
y sorteando alguna que otra ilegalidad, todos
tienen algo que ocultar de la vista ajena. Por
ello los moradores se "erizan" ante
las visitas de extraños y ante las miradas
imprudentes. No obstante, todos les abren sus
puertas al Aedes aegypti, aunque no le ofrezcan
la bienvenida. Negarles la entrada sería
contravenir las normas y ser afectados con una
multa. Por otra parte, y lo que es peor, estarían
obstaculizando el cumplimiento de una tarea "revolucionaria".
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