PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 19, 2003

ECONOMIA
A más socialismo ¿más eficiencia?

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Durante una feria del comercio recién celebrada en La Habana, se pusieron carteles alusivos al evento en varios establecimientos de la capital. La frase que más se repetía en los lemas propagandísticos era una que abogaba por un comercio más eficiente y más socialista. Este es un viejo propósito que se han impuesto como meta todos los sistemas de corte marxista, incluidos la Unión Soviética y los países del campo socialista. Todos, sin exclusión, con algunas altas o bajas, quisieron competir desde la óptica ideológica socialista con el sistema capitalista en el terreno de la producción y los servicios. También todos fracasaron aparatosamente en esa meta.

Con una economía que se mueve en dos zonas polarizadas entre el dólar y la moneda nacional, el mercado no es cada vez más socialista, y mucho menos eficiente.

Si lo vemos desde la parte íntegramente socialista, donde la moneda que establece los precios es el peso cubano, se hace más evidente que socialismo y eficiencia están profundamente reñidos. Comercios mal iluminados, con una ambientación que muchas veces atenta contra el usuario y los empleados del lugar, así como la presencia de una gama de productos de mala calidad en su elaboración, teniendo además precios altos.

Pero las deficiencias no sólo se reflejan en estos aspectos. La atención al cliente y el modo en que se brinda el servicio forman parte de las peculiaridades del comercio socialista. Las críticas nunca han faltado, sea en la prensa o por medio de variadas formas de expresión del humor. Se han hecho algunos reportajes por periodistas de la Isla, que han tratado de presentar las situaciones que enfrentan los compradores que asisten a estos centros de venta, tales como la falta de envoltorios para las compras efectuadas. Con ello han hecho sudar y poner en aprietos a las dependientes, quienes realmente no son las verdaderas culpables de estas insuficiencias.

Otro aspecto crítico es la oferta de productos elaborados en el país, cuyos precios resultan estratosféricos, y muchas veces están en demasía en las tiendas en divisa corriendo el riesgo de quedar fuera de la fecha de vencimiento indicada para su comercialización. Desde que los envases irrellenables dejaron de ser una garantía contra la adulteración de su contenido, comprar algunos productos en estos establecimientos resulta un riesgo.

Pero algunas contradicciones del mercado en moneda nacional pueden ser beneficiosas. Por ejemplo, los bombillos incandescentes son más baratos en pesos que los vendidos en divisa. Los huevos cuestan ligeramente un poco menos, aunque, como ocurre en estos días en que han sido rebajados de 2 pesos la unidad a 1.50 -debido a su abundancia en el mercado según lo expresado por una amiga que trabaja en ese sector- desaparecen de casi todos los lugares y la gente tiene que andar buscándolos por toda la ciudad. Entonces desaparecen hasta los que se venden en moneda dura. Algo similar está ocurriendo con los tubos fluorescentes para lámparas de 20 watts. La inestabilidad en el abastecimiento es una de las particularidades del comercio socialista.

Cuando pasamos a la parte donde los principios socialistas han dejado un pequeño espacio al modelo de mercado capitalista, vemos que a pesar de que el aspecto de los comercios es totalmente diferente y la apariencia personal y trato de los empleados son agradables, se dan situaciones que denotan que aunque la eficiencia de la gestión ha aumentado aún no alcanza la deseada meta.

Los precios de los productos son exageradamente elevados. Cuando alguno tiene mayor demanda por tener menor precio, como ocurrió con el hígado de res hace un tiempo, su valor es aumentado mientras se mantiene alto el de los otros productos de menor venta. Tampoco existe una oferta que satisfaga diferentes posibilidades.

Hace unos días buscaba afanosamente un paquete de fideos. No los encontraba en los establecimientos que venden en dólares, los únicos donde puede hallarse este producto. Al fin encontré los fideos en un populoso comercio cercano al lugar donde resido.

Al tratar de franquear la puerta y ver que no podía abrirla, verifico si no estoy siendo torpe en el sentido de apertura. El cartel dice abierto, empuje (que es lo que hago) y el horario de apertura de 9 a.m. a 7 p.m. Son apenas las doce del mediodía, así que todo está en orden.

Trato nuevamente de abrir, y entonces sale muy respetuosamente el portero y me informa que están cerrados. Pienso que sea a causa de algún inventario o arqueo, pero un tropel de empleados del lugar sale en ese momento alegremente, y uno me responde que van a dar un "asalto" a los compañeros de otro establecimiento, en vista a un chequeo de emulación. Hasta que no terminen el acto sindical no reanudarán sus labores. A pesar de trabajar con "verdes", el formato sigue siendo el mismo que se aplica en los comercios con moneda nacional. Y la eficiencia también sigue brillando por su ausencia. cnet/43



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