SOCIEDAD
Consumir pescado y mariscos: otro dilema en la
Isla
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- Comprar un poco de pescado fresco es una operación
normal en cualquier latitud, pero en Cuba, aunque
resulte paradójico por nuestra condición
de isleños, es algo que acarrea serios
inconvenientes.
Así lo afirman muchos de los que con esa
intención se dirigen a Surgidero de Batabanó,
puerto de mar situado al sur de Ciudad de La Habana.
En este sitio, vendedores y compradores se enfrentan
a la persecución de policías e inspectores
que, obedeciendo disposiciones estatales, decomisan
la compra e imponen multas a los que efectúan
la supuesta "irregularidad".
De acuerdo con la versión de varios de
los afectados, las multas más elevadas
se aplican a los que venden colas de langosta
y camarones. Estas multas oscilan entre mil y
1,500 pesos, además de las que se aplican
a los que comercian otras especies de pescado
de calidad, muy cotizados por el turismo y para
la exportación.
Hay quien afirma, haciendo una parodia del viejo
refrán, que "para comer pescado y
marisco en Cuba hay que tener mucho cuidado".
A las mismas leyes, controles y cuantas restricciones
se pueda imaginar, están expuestos aquéllos
que poseen su propia embarcación, además
de una licencia que los autoriza a pescar.
Algunos de estos pescadores aseguran que a ellos
la capitanía del puerto al que pertenecen
les informa cuándo pueden salir a cuatro
millas de la costa, y lo que pueden pescar para
su consumo. Incumplir estas disposiciones se considera
ilegal, y pueden los pescadores sufrir sanciones
que van desde la imposición de multas hasta
el decomiso de las embarcaciones.
Sin embargo, mientras se cierran y dificultan
las posibilidades de que la población consuma
mariscos y pescado, para otros, los que tienen
dólares, se abren nuevas puertas para el
consumo de esas especies marinas.
Así es como "Las maravillas del mar",
pequeño restaurante recién inaugurado
en la calle 100 y Vento, en La Habana, oferta
variedades de cocteles de camarones y langosta,
así como filetes de pescado, además
de sodas y refrescos, siempre que se pague en
divisas.
Muy cerca de este sitio, una tienda de la corporación
CUBALSE exhibe paquetes de camarones de dos kilogramos,
a un precio de 18 dólares, lo que equivale
a casi 500 pesos moneda nacional, salario promedio
de un médico especialista cubano.
Para los que no tengan dólares ni valor
para comprar en el mercado subterráneo,
existen las llamadas "pescaderías
caras", las que venden algunas variedades
de pescado a precios elevados. Una de sus últimas
ofertas es la croqueta de "tenca", especie
que según la propaganda oficial es muy
aceptada por la población.
En otra pescadería, situada en la provincia
Guantánamo, en la región más
oriental de Cuba, se encontraba a la venta el
"esqueleto de tilapia" (incluida la
cabeza), pez que se reproduce en las presas del
país. Testigos relataron que a pesar del
mal sabor de este pescado, se originó una
gran aglomeración de personas, las que
se disputaron los puestos en la fila con el propósito
de comprar el producto.
Algunas onzas per cápita de un pescado
llamado jurel surte la canasta familiar cada 40
ó 50 días, al menos en la capital,
pues en zonas del interior del país esta
cuota llega con menos frecuencia, o no llega.
Aunque parezca irreal, en este país rodeado
de costas, mares y peces, consumir pescado fresco
o mariscos es un anhelo. cnet/14
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