PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 17, 2003

CULTURA
El rock del transgresor

Entrevista con Andrei Céspedes

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - El rock made in Cuba tiene defensores ejemplares. Andrei Céspedes es uno de ellos. Sus estudios de historia del arte, especialmente de las manifestaciones que tuvieron como escenario al pasado siglo XX, y una devoción sin límites por la que él llama "la música de la libertad", le han convertido además en uno de los críticos más atinados del fenómeno musical rockero en la Isla. Este diálogo tuvo lugar a propósito de dos lamentables hechos: el encarcelamiento de Gorki Aguila, líder de la banda Porno para Ricardo, una de las más interesantes que podían ser escuchadas en los poco publicitados festivales de rock que organizan algunas ciudades de la Isla, y el posterior cierre en La Habana del célebre Patio de María, suerte de templo del rock aquí.

P: ¿De qué son muestras estos hechos, además de la represión?

AC: Son muestras de muchas cosas. Hoy se realizan conciertos y festivales, además de algunos programas de radio y televisión. Hay instituciones culturales que capitalizan y canalizan, desde arriba, la pujanza del fenómeno. Al cerrar el Patio se dijo que potenciarían otros espacios. Pero no debemos engañarnos. Eso es sólo una gradual permisibilidad, oportuna y necesaria al poder, para crear una ilusión de libertad y apertura. La del rock cubano es una historia típica de los fenómenos culturales en una sociedad cerrada. Historia de dosificación a cuentagotas. Mecanismo de contención frente al desborde social. Historia de marginación regulada y tácita. Lo inducido cuando no queda más remedio. Sucede que en cualquier historia similar hay una cadena de logros parciales cuyo enfoque estrecho y autocomplaciente puede falsear el análisis.

El Patio de María significa libertad. Gorki y Porno significan el rock más duro y agresivo en música, escena y textos, y dentro de ello el punk. No les interesa la fusión con otros géneros para acceder a los medios de difusión controladísimos por el gobierno.

P: ¿Es común este tipo de propuesta entre las bandas rockeras en la Isla?

AC: En Cuba surgieron grupos auténticamente punk a principios de los 90. Quizá aparecieron con cierto retraso si pensamos en los Sex Pistols, por ejemplo. Pero no puede verse desligado del problema político porque en la Cuba de los años 60, 70 y 80 era inconcebible e imposible el fenómeno punk. Recuerda que todo lo que negara o cuestionara el orden y la unidad sostenidos por el poder era excluido sin titubear. Se pretendía fomentar la cultura por decreto mediante normas muy restrictivas. Una banda de ese género no tenía cabida. Si en un país democrático occidental los Sex Pistols fueron censurados, qué podría esperarse de la integridad solemne de la isla caribeña.

Fue a partir de 1989 que se abrieron brechas para el punk y otras cosas más en la Isla. Una vez más la gente se dio cuenta de que al menos tenía derecho a ladrar. En 1991 apareció el grupo Rotura y en el 92, Detenidos, que fue el núcleo fundamental de donde salió el actual Garage H. En el 94 se formó Eskoria. Lo principal de estos grupos era la crónica y el ataque a determinadas zonas de la realidad nacional: los excesos de la policía, el turismo de apartheid, el jineterismo… Cosas que todos veían, pero de las cuales no se permitía hablar.

En 1999 surge Porno para Ricardo, una banda punk cuyo trabajo tenía presupuestos menos simples. Y claro, un grupo así no genera nada vendible ni exportable. No es el tipo de catarsis que necesita el poder. Esta banda, en su proyección como fenómeno sociocultural, fue un verdadero suceso postmoderno.

P: ¿Postpunk quizás?

AC: Exactamente. Su primer demo es elocuente, indica una intención que pretende rebasar la superficie de lo cotidiano. A eso agrégale el humor algo ríspido en los textos, más allá de los chistes tópicos sobre la realidad. El demo contiene cuatro temas y de ellos el titulado Nueve Cuentos puede resultar el más interesante. El estribillo dice: "Sospecho que toda la gente conspira para hacerme feliz", y en una de sus estrofas hay un ataque frontal al totalitarismo: "Hay un hombre sentado en un trono/ Que se perpetua como un verdugo/ Y quiere hacerme siempre en el futuro/ Feliz, feliz, feliz".

P: Tengo entendido que algunos dijeron que esta banda echaba a perder los logros del movimiento de rock cubano.

AC: Lamentable. Pero eso no es más que una pobre autodefensa esgrimida por la autocensura de los mismos rockeros. Los Porno critican a los trovadores por su solemnidad y sus nupcias con el poder y plantean la necesidad de mirar con otros ojos la bisexualidad, además de liberar la pornografía. Hablan de asuntos que son normales en cualquier país y que deberían ser respetados en Cuba.

P: La actitud en los conciertos en vivo es llamativa, casi performática.

AC: Es lo fundamental para comprender a esta banda y su director. Sus presentaciones en vivo no sólo son el despliegue habitual de un rockero en escena, es más. Gorki comienza lo performático en su vida cotidiana, su manera de vestir, los textos que escribe en las camisas que usa para los conciertos. Y también puede aparecer disfrazado de pionera. Unas veces se ha aparecido con viejas guitarras rusas en las cuales escribe "esta guitarra es rusa y tiene que morir", él las compra para destruirlas a golpes en escena. Ahora Gorki está preso, acusado de tráfico de drogas sin que le hayan podido probar nada, pero es que en Cuba todos son culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Los cubanos son un delito ambulante para Fidel Castro.

P: ¿Su encarcelamiento es señal del doble carácter de las leyes antidrogas en la Isla?

AC: Sin dudas. Es una operación no sólo para desarticular el tráfico de drogas, sino para asfixiar la iniciativa individual. Y no sólo en el plano más pedestre de lo económico. La coherencia de un grupo como los Porno es una iniciativa individual que defiende y ejercita la libertad de expresión. Ése sí es delito. Gorki sólo lleva unos meses en prisión y ya padece de amebiasis y defeca con sangre. Lo de Gorki, que trabajaba en el Taller de Serigrafía de La Habana, no es nada fortuito ni casual. Traspasó los límites de lo tácitamente permitido. cnet/49



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