POLITICA
El Evangelio según San Ernesto el converso
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.rog)
- Ernesto no es un cardenal ateo. Es un místico
que sabe diferenciar a los pobres comunistas de
los capitalistas pobres, y por ello empeña
la sotana, hace bajar la musa a escopetazos y
convierte a Dios, en sus versos, en el heraldo
de Carlos Marx: "Comunismo o reino de Dios
en la tierra, que es lo mismo".
Influenciado por el poeta Thomas Merton, en el
año 1947 viste los hábitos trapenses,
que no trapos -recuerden que estudió Filosofía
y Literatura en las universidades de México
y Columbia, Nueva Cork- e ingresa en el monasterio
Our Lady of Getsemaní, en Kentucky, Estados
Unidos, según expresara Roberto Fernández
Retamar, su apologista, en un reciente encuentro
en la Casa de las Américas.
De vuelta a su natal Nicaragua en el año
de desgracias de 1965, toma los hábitos
sacerdotales y crea una abadía en Solentiname,
para convertirla en un paraíso bajo las
estrellas, aunque sin cabaret Tropicana, y todavía
bien lejos de la Isla en revolución que
lo hizo renegar.
Allí, recostado al lago Nicaragua, en
un paisaje bucólico con una cultura prehispánica
por explotar -no con bombas, sino con oraciones-
descubrió su amor por los hombres, sin
que se preste a confusiones, pues ya había
expresado en uno de sus poemas que "Dios
me perseguía a mí y yo perseguía
a las muchachas".
Nada, que al sacerdote le roncaba la sotana,
y lo mismo acariciaba un rosario que tumbaba a
una miskita mística, recogida en Solentiname,
en una plantación algodonera a la orilla
del río San Juan.
Y por ahí volvieron los ardores de su
misión poética y política
en la tierra, emparentadas con una generación
beat que a la vera de Jack Kerouac, Allen Ginsberg
y William G. Burroughs, entre otros anticonvencionalistas,
decidieron escapar de los opresivos valores de
la clase media a través de la improvisación
artística y la revelación visionaria,
alcanzable mediante las religiones orientales,
la droga, el sexo y el alcohol.
Pero el Cardenal Ernesto no mezcló su
mística con los Vedas, sus yambos con la
marihuana, ni el número de sus padrenuestros
con las 69 posiciones del Kamasutra, y mucho menos
sus devaneos beatíficos con el aguardiente
Flor de Caña.
El, como un poeta comunista en ciernes, contribuyó,
con "su literatura enormemente personal y
subversiva", al advenimiento de una protesta
social que cobró fuerza y dio paso a la
contracultura que asoló las décadas
de los 60 y 70.
Y ahí lo tenemos, boina en ristre, vestido
de fusil y con la sotana en la cabeza, descerrajando
versículos y proverbios contra los opresores
de la tierra que no militen y comulguen en el
bando rojo.
Esto le ha hecho perder el camino de Damasco
al Cardenal, pues en la polvareda que han levantado
las revoluciones que preconiza, por las que ora
y prende una vela si es preciso al mismísimo
Mefistófeles, no ha reconocido a los pobres
que no quieren ser siervos en el rebaño
comunista, y sufren persecuciones y cárceles
por sus opiniones, como en la época del
muy casto Nerón.
Resulta que en su incondicional apoyo a la revolución
cubana, lo mismo en Italia, México que
aquí en Cuba, el beatífico Ernesto,
el místico Cardenal, aprueba las injustas
y largas condenas impuestas a 75 hombres por el
solo hecho de pensar y expresarse de forma diferente
a los preceptos del evangelio comunista, y el
fusilamiento de otros tres que intentaban abandonar
la tierra prometida a quienes doblan la cerviz,
tragan la ostia sin rechistar y ofrecen la lengua,
los ojos y los pies para las ceremonias de los
sumos sacerdotes.
¿Dónde quedaron los textos de sus
libros Vida en el amor, Oración por Marilyn
Monroe y otros poemas, sus Epigramas? ¿A
cuáles pobres les dedica el Evangelio de
Solentiname, Hoce Homo, las Seis cántigas
del Cántico Cósmico y Somos polvo
de estrellas?
¿A los pobres de espíritu, de riqueza
material, de dignidad, o a los pobres de libertades?
Si quedan excluidos de sus versos los pobres
de riqueza material y de libertades, comience
a orar por nosotros, porque lo demás nos
sobra.
Pero responda, Cardenal, ¿ésta
es su Teología de la Liberación?
¿O acaso el Evangelio según San
Ernesto?
Porque de ser así, y si en su Biblia aparecen
los mandamientos No matarás, No levantarás
falsos testimonios, me parece que usted es sólo
un simple vocero de los propios guardianes del
infierno, que hoy le rinden homenaje a Cuba como
pago por su conversión y sus servicios.
cnet/09
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