POLITICA
El implacable almanaque
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- El almanaque, implacable e igualitarista, ciego
a las jerarquías y méritos revolucionarios,
parece estar haciendo de las suyas entre las huestes
de la cúpula gobernante del castrismo.
Así se desprende del anuncio que hizo
el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias,
general Raúl Castro, sobre la afectación
cardiovascular del Comandante de la Revolución
Juan Almeida Bosque.
El anuncio fue hecho durante la Segunda Conferencia
Nacional de la Asociación de Combatientes
de la Revolución Cubana, celebrada el pasado
sábado 6 de diciembre en el Palacio de
las Convenciones de esta capital. Juan Almeida
es el máximo responsable de la referida
asociación surgida en 1995, en pleno período
especial y cuyo propósito fundamental explícito
es la defensa incondicional y a ultranza del castrismo.
Resultó verdaderamente sorprendente y
espectacular cuando el segundo hombre fuerte de
Cuba leyó el mensaje supuestamente escrito
por Almeida. En primer lugar, porque el general
Raúl Castro estuvo ausente de la vida pública
en las últimas semanas, incluyendo los
actos por el aniversario de la fundación
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que
se celebraron el 2 de diciembre, lo cual había
originado rumores sobre su estado de salud.
En el mensaje en cuestión, el comandante
Almeida se disculpaba de no asistir, explicando
que se debía a "dolencias cardiovasculares
que le sugerían evitar emociones fuertes",
pero que "había Almeida para rato".
Pero la segunda razón de la sorpresa y
espectacularidad del anuncio, se debió
a que en los 44 años del castrismo como
poder político, nunca, que yo recuerde,
se le ha informado a la población sobre
la vida personal de ninguno de los mandamases
o pejes gordos. Mucho menos sobre el estado de
salud o sobre una enfermedad que aquejase a un
alto dirigente del gobierno, del estado o del
partido.
En el casi medio siglo de gobierno castrista
la vida de los caciques, "mayimbes",
jerarcas o como quiera llamárseles, ha
constituido un verdadero tabú para la población;
ha sido algo así como un altar o recinto
sagrado, al que se preserva de ser profanado por
la opinión pública.
Generalmente, los de bien arriba se ausentan
de la vista pública por un tiempo, y un
día, de pronto, aparece un pequeño
anuncio, una pequeña nota en la página
interior del periódico Granma, donde se
anuncia su muerte, luego de una penosa y larga
enfermedad. A la gente, por lo general, sólo
le produce curiosidad, pues está convencida
de que entre tantos cuchillos uno solo es el que
corta el bacalao.
Según mi cuenta -y mi memoria no es mala-
en todos estos lustros sólo se han hecho
públicas la pérdida de voz del comandante
en un acto (no quedaba más remedio y además
era al principio); la inflamación de la
pierna del propio Comandante por la picada de
un insecto (nunca se definió el tipo de
insecto, aunque las sospechas apuntaban a un mosquito)
y, finalmente esta situación del comandante
Almeida.
De los suicidios (que han sido varios), las notas
publicadas por el Granma han sido más escuetas
aún y no han contado sus entierros con
el beneficio de la pantalla chica y con la despedida
de duelo junto a una loma de coronas en cuya cúspide
resalta la del Comandante en Jefe.
A los ojos del castrismo, la vida de un compañero
sólo le pertenece a la revolución
y nadie está facultado (ni aún el
suicida) para disponer de lo que es patrimonio
de la ideología.
Estas desapariciones, apariciones y anuncios
de enfermedades dan qué pensar y llaman
a la reflexión.
Es propio de los últimos tiempos la sucesión
de "cosas raras" sobre las cabezas de
los llamados "líderes históricos".
Hace años que andan volando las negras
tiñosas y el diámetro se hace más
pequeño en cada vuelo; porque aunque el
hombre se aferre a la vida a través del
poder, la tiñosa del tiempo es ciega en
su indetenible vuelo. El tiempo no cesa y el almanaque
no perdona. cnet/03
|