SOCIEDAD
El cumpleaños de Elián
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- El sábado 6 de diciembre el niño
Elián González cumplió 10
años. Por tal razón, en la escuela
Cepero Bonilla de Cárdenas, donde cursa
el 5to. grado, se celebró la fiesta de
cumpleaños.
Con toda seguridad a todo lo largo y ancho de
nuestra verde y desdichada geografía, miles
de niños cubanos cumplían años.
Pero sus fiestas eran ignoradas por nosotros,
pasaban inadvertidas.
Es que en realidad Elián es un niño
especial que ocupa un lugar obligado en el corazón
de cada cubano. La suerte del niño y sus
seres allegados no fue algo buscado por nadie
porque nadie pudo haberla premeditado ni soñado
siquiera.
"Fue un giro brusco y caprichoso del destino
lo que cambió la vida de Elián y
los suyos", dirán unos; "fue
la mano de la suerte agazapada que, para bien
o para mal, tocó sus existencias de modo
radical", dirán otros; muchos afirmarán
que fue la amorosa y omnisciente voluntad divina,
cuyos caminos no son siempre del todo comprensibles,
la que determinó el rumbo definitivo de
los acontecimientos.
Porque si bien Cuba está llena de hogares
que ocultan o muestran el dolor de un familiar
desaparecido en el Estrecho de Florida; si bien
existen casos similares al del pequeño
cardenense, donde los padres han desaparecido
entre las olas mientras el pequeño ha logrado
sobrevivir, en el caso de Elián concurrieron
una serie de circunstancias muy específicas
(incluyendo la tierna y casi angelical expresión
del niño), que moldearon los hechos, dándoles
una forma y apariencia únicas. Todo ello
y todo lo demás fue ensanchado, magnificado
y hasta en grado sumo manipulado por intereses
políticos.
Pienso que los sucesos relacionados con esta
tragedia constituyen una página triste
en la historia de nuestro país. Muchos
cubanos, cuando se haga pública toda la
verdad y salgan a relucir los aviesos y oscuros
propósitos y procederes del gobierno cubano,
sentirán el bochorno de haberse prestado
a una campaña manipuladora tan burda e
inescrupulosa.
Mientras tanto, el pequeño cardenense
va espigando entre cumpleaños, que ya hacen
aparecer lejanos aquellos días, cuando
de brazos y sujeto del hombro de su tío
abuelo recorría las calles de Miami, regalando
una sonrisa, que pese a todos los esfuerzos de
acá, nunca se ha vuelto a ver en la cara
del muchacho durante las fiestas cumpleañeras.
Ojalá y la noche de la patria se desvanezca
a tiempo como para que las tinieblas no tengan
oportunidad de ensombrecer el corazón del
pequeño. Ojalá y los vientos saturados
de ponzoña se alejen del suelo nacional,
porque soplando tan cerca del muchacho como lo
hacen, bien podrían asfixiarlo de odio
y resentimientos. Ojalá y los fantasmas
que andan de uniforme y a veces de paisano, no
secuestren al pequeño y lo hagan prisionero
de la intolerancia y el rencor.
Pidamos a Dios porque el niño pueda celebrar
muchos cumpleaños futuros. Este de ahora
tuvo lugar en el patio de su escuela y fue mostrado
por todos los canales de la televisión.
Fue una fiesta en la que hubo payasos, magos
y títeres; danzarines, malabaristas y adivinos.
Había también, según pude
ver, muy pocos negritos y muchos niños
de tez blanca. Nunca pensé que, dada la
composición racial de la ciudad de Cárdenas,
en una de sus escuelas pudieran haber tantos blanquitos
y tan pocos negritos.
Estaban también, como invitados de honor,
los familiares de los cinco héroes de la
revolución, que es como decir de la patria,
pues según el castrismo, ambos conceptos
convergen y se confunden en la persona del líder.
Estuvo presente, además, el Pionero Mayor.
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