SOCIEDAD
Las fiestas navideñas (II)
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- Nadie se sintió sorprendido cuando el
máximo líder de la revolución
anunció a la ciudadanía en un discurso,
la decisión del gobierno de anular el carácter
feriado del día 25 de diciembre. Corría
entonces el año 1969.
Pero, aunque en los últimos 7 años
la Navidad ha sido reconocida por el poder político,
no podemos afirmar que en Cuba existe y se celebra
tal acontecimiento. Pienso que para que las fiestas
navideñas sean una realidad han de cumplirse
dos condiciones, han de estar presentes dos factores:
el espíritu navideño y el ambiente
navideño.
Lo primero, el espíritu navideño,
es algo interno. Está en nosotros; es lo
más profundo de nuestros corazones y al
influjo amoroso de cada latido. Es el sentimiento
de que la Navidad es presencia de Dios habitando
en nosotros. Es sentirla como fuerza que llama
al perdón y a la unión. Es ver al
otro como hermano por encima de cualquier ideología
y comprender que todos, absolutamente todos hemos
de andar unidos bajo el cielo común de
la patria y bañados por la luz del mismo
sol, cuyos rayos no conocen exclusiones.
La familia dividida por razones políticas,
la filiación por las ideas y no el amor
como identificación de la familia; sus
miembros separados y a veces disgregados por el
mundo; la pena por la ausencia de tantos prisioneros
políticos; el dolor de las frías
mazmorras que también es dolor en nosotros,
constituyen obstáculos para el surgimiento
y expansión del espíritu navideño.
El ambiente navideño es lo externo, lo
que de nosotros se proyecta al medio ambiente.
Es el tráfico marcadamente aumentado en
calles y avenidas; las calles y aceras abarrotadas
de gente que en esta época, y por imperativo
del corazón, visita al familiar y amigo
y saluda al conocido con un saludo más
efusivo que el de costumbre. Son las comadres
que en las noches navideñas se complacen
en salir a pasear para observar las vidrieras
de las tiendas, por esos días exquisitamente
adornadas, exhibiendo todo lo usual y necesario
para la época. De paso van preseleccionando
lo que posteriormente comprarán. Son los
comercios de todo tipo, colmados de mercancías
propias del tiempo navideño, animados y
activos como nunca, impulsados por la corriente
del dinero que se potenciaba con los aguinaldos
pascuales. Es el campo por cuyos montes, valles
y praderas la vida adquiere mayor dinamismo y
vigor, y por cuyos atajos, bajíos y caminos,
va y viene el guajiro del pueblo, llevando sus
productos de la tierra y trayendo mercancías
propias de la industria.
Pero para que se haga visible el ambiente navideño
es necesario que la sociedad, en su conjunto,
esté impregnada del entusiasmo de la época,
el poder político, las instituciones del
estado y el gobierno, la sociedad civil. Es necesario
un espacio amplio de libertad, democracia, respeto,
tolerancia y seguridad personal. Un marco de prosperidad
económica del cual se beneficien todos
los ciudadanos.
La actualidad nacional dista mucho de propiciar
un ambiente navideño.
Sin embargo, de una cosa estoy tan seguro como
de la luz del día: los cubanos tendremos
nuestra Navidad en un futuro próximo. Cuando
el cubano y la Navidad se reencuentren la unión
será definitiva. Porque Dios está
en la Navidad y Él nunca se apartó
de nosotros. Por nuestra parte, estaremos en la
Navidad porque además de que sólo
somos en Él, nadie sabe lo que tiene hasta
que no lo pierde. cnet/03
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