HISTORIA
Si España tuvo su Platero, Santa Clara tuvo su
Perico
SANTA CLARA, diciembre (www.cubanet.org)
- Hace algún tiempo el rotativo "Vanguardia",
editado en Santa Clara, publicó un artículo
del periodista José Antonio Fulgueiras,
a propósito de un comentario realizado
en un programa televisivo, donde comparaban a
los peloteros Javier Méndez, del equipo
Industriales, con Víctor Mesa, el insigne
center filder del equipo naranja. Fulgueiras afirma
categóricamente en el artículo que
comparar a las dos estrellas del baseball cubano,
era como cotejar una estatua de Bounaroti con
la del burro Perico, porque esta última
al menos sirve para que cuando los niños
la vean digan: "Mira, papá, qué
conejo más lindo". A esa hora, según
Fulgueiras, el padre se verá precisado
a hacer la historia del animal más inteligente
que ha pasado por las calles de esta ciudad.
Aunque lo de la confusión del burro con
el conejo ocurre a diario, es raro el día
que no se encuentre a un adulto parado frente
a la estatua relatando la historia del burro Perico
a su prole.
Inmerso en una historia de fantasías y
en las más profundas tradiciones y elementos
folclóricos de Santa Clara, hace más
de ochenta y tantos años en la finca de
los Pacheco, vivió Perico, un pequeño
burro adquirido en apenas unas monedas para contribuir
a la economía familiar.
La finca, ubicada en las inmediaciones de Cerro
Calvo, era el refugio favorito del animal cada
vez que se le escapaba a Eusebio, un heladero
ambulante a quien su dueño, Lea, se lo
había prestado para tirar el carro de helados.
Lea lo utilizó en la venta de productos
de ferretería, la recolección de
tercerolas de manteca y por último para
la recogida de botellas. Luego de tres lustros
de beneficios aportados, agradecido el dueño,
le concedió el bien merecido retiro y una
suculenta pensión diaria de maíz.
Ante la protesta de algunos, la mayoría
de los santaclareños aceptaba que el burro
Perico deambulara por las empedradas calles de
la floreciente ciudad. Esa fue su primera conquista
para además ingeniárselas en buscar
golosinas. Los niños le ofrecían
caramelos y dulces, y los mayores le brindaban
su alimento favorito: el pan, el que saboreaba
con especial agradecimiento.
Más tarde aprendió a tocar a las
puertas de las casas de sus "amigos "
con uno de sus cascos delanteros. Fue como tocar
a las puertas de la historia porque de allí
trascendió su celebridad y fama. Brindarle
el pan, más que una limosna, era un acto
de gratitud por el simpático gesto de tocar
a las puertas para saludar a sus amigos, los que
crecían por semanas.
El itinerario del recorrido siempre era el mismo.
En su periplo diario visitaba los barrios de La
Pastora, El Carmen, Buen Viaje, La Plaza Mayor
y otros importantes lugares de la ciudad. Ingeniosamente
no ingería agua en su trayecto porque sólo
lo hacía de manos de Victoria, la esposa
de Lea, quien mimosamente se la servía
cuando al atardecer regresaba de sus andanzas,
luego de pedirle unos rebuznos.
Pero pobre del visitante, agente del orden o
coprovinciano que intentara golpearle o reírse
de él. Sus cuescos o la amonestación
pública no se harían esperar. Hasta
los funcionarios sabían que el burro gozaba
de los mismos derechos que cualquier ciudadano
de la república. Así, poco a poco
se convirtió en una mascota amada y predilecta
de los vecinos del centro del país.
No faltaron los elementos inescrupulosos que
quisieron utilizarlo como fuente de conflictos
políticos y económicos de la época,
levantaron injurias del burro y de su dueño.
Otros en una ocasión intentaron robarlos
para hacerlo tasajo, pero descubiertos por los
guardias, terminaron en el calabozo.
Perico no era un mendigo; él prefería
la dádiva popular aunque tuviera garantizado
su sustento en la botellería, la cual era
su casa. Los estudiantes lo utilizaron como punto
de lanza en las manifestaciones . Se le podía
ver con carteles de protesta en el Instituto,
en la Universidad o pidiendo contra el tirano
Batista o rebuznando entre consignas o peticiones
populares.
En cierta ocasión Artiles, el alcalde,
lo vio metido en los jardines del Parque Vidal
y mandó a cogerlo preso, pero cuando los
estudiantes y el pueblo en general se enteraron
de la noticia se lanzaron a la calle protestando.
Al otro día se vería a Perico pasearse
por la ciudad con un cartel escrito en tinta sobre
su lomo que decía: " No voten por
Artiles, no me deja entrar en el parque".
A nadie le extrañaba verlo arroyando en
la comparsa "Los Pilongos", y en época
de carnaval la gente aprovechaba para brindarle
cualquier cantidad de cerveza Polar, su marca
favorita. Tenía que estar bien fría,
porque de otra forma el inteligente solípedo
ni la probaba. Fuera de su ambiente, entre las
clases privilegiadas del "Tenis Club"
, se aburriría, pero le encantaba que lo
montaran los niños o Navarrito, el mejor
de sus amigos, único villaclareño
adulto que podía montarlo siempre y cuando
no estuviera en estado de embriaguez. Los demás
caerían al pavimento con los saltos y coces
del animal.
Zoila fue la mejor amiga de Perico. Al igual
que otras personas, cuando un día fallaba
en su habitual recorrido, llamaba a la botellería
para conocer sobre su estado de salud. Consternada
Santa Clara, nadie podía explicarse su
muerte aquel 26 de febrero de 1947. Los centros
de trabajo y las escuelas cerraron al conocer
la noticia. Los niños le llevaron flores
y los obreros coronas. Los estudiantes del Instituto
de segunda enseñanza quisieron enterrarlo
en la necrópolis municipal, pero Lea no
permitió que su cadáver fuera sacado
a la calle. Entonces el Ayuntamiento local autorizó
a enterrarlo en el patio de la botellería,
donde durmiera toda su vida. El pueblo cavó
una fosa de cuatro metros cúbicos para
que entre arena y cal quedara sepultado el más
inteligente de los animales que han vivido en
Santa Clara.
Durante mucho tiempo las condolencias siguieron
llegando a casa de Lea, los carteros transportaban
las cartas por sacos. Eran miles las esquelas
mortuorias que hubo que imprimir, los artículos
en diarios y revistas le daban la vuelta al mundo:
El País, El Crisol, Evening Post, The New
York Times, Bohemia, El Mundo y Life entre otras.
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