PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 9, 2003

SOCIEDAD
Las fiestas navideñas (I)

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - La Navidad era aquella época del año en que la realidad cubana parecía inmersa en una aureola de luz cuyos fulgores invitaban al amor, sugerían esperanzas y llenaban el paisaje de alegría. En realidad, el ambiente se permeaba de un aroma distinto, diferente. No es que en ello hubiera una manifestación de la naturaleza obediente a los designios de Dios. A tal pensamiento podría oponerse el hecho de que el 25 de diciembre no es considerado por los estudiosos y especialistas como el día de la natividad de Jesucristo. Tal día no está definido y es objeto de investigaciones, pero se adoptó el 25 como sustituto de la fiesta pagana al nacimiento del sol en el siglo IV.

Pero puesto que en la Navidad se evidenciaba lo mejor del hombre y el llamado al amor hacía difundir tal sentimiento en el ambiente, la presencia de lo divino se hacía realidad. La Navidad estaba en Dios y Dios estaba en la Navidad. Dañarla equivalía a dañar lo mejor y más noble del corazón cubano.

Por eso, Cuba pudo haber tenido gobiernos deficientes, pero aún los que pudiéramos calificar de malos gobernantes supieron respetar y promover las festividades navideñas. Nadie jamás en la república osó atentar contra la Navidad. Tal conducta hubiese sido tenida por monstruosa.

Por estar tan profundamente arraigada en el corazón de este pueblo y porque casi cinco siglos de celebraciones afianzaban sus raíces en lo más profundo de nuestras tradiciones, nadie pensó nunca que un día el cubano fuera despojado de la Navidad.

¿Cuándo dejó de celebrarse o cuándo fue prohibida? A estas dos preguntas, tan frecuentes, no es posible responder de modo directo.

Las Navidades nunca murieron del todo porque siempre vivieron en el sentimiento de no pocos cubanos, muchos de los cuales las siguieron celebrando, aunque fuera en silencio. La quisieron ir matando poco a poco de forma taimada y sutil. El primer golpe, y quizás el más fuerte de todos fue el que resultó de aquella campaña emprendida contra la Iglesia (principalmente la católica) expresada en mítines de repudio contra los sacerdotes católicos. Contra ellos se lanzaron las multitudes fanatizadas y manipuladas por el gobierno al grito de "paredón para los curas traidores". Ello sucedía en fecha tan temprana como finales de 1960 y duraría hasta los años siguientes; hasta que el daño infringido a la Iglesia la hizo "inofensiva" a los ojos de los nuevos dueños del poder político.

Las instituciones docentes-religiosas eran confiscadas; algunos templos clausurados y centenares de sacerdotes obligados a abandonar el país.

Las Navidades, que por su naturaleza cristiana abarcaban una etapa del año litúrgico católico, se iniciaban el 25 de diciembre y finalizaban el 13 de enero con el Día del Bautizo del Señor, después de pasar por las fiestas del primero de enero o Día de Santa María madre de Dios, y la Epifanía o Día de los Reyes Magos que tienen lugar el 6 de enero de cada año.

El período en que se celebraban las Navidades fue el argumento que sirvió de pretexto al gobierno para anunciar en 1970 la cancelación del 25 de diciembre como día feriado, ya que se argumentó que estas celebraciones coincidían con el período más crítico de la zafra azucarera y que por tanto representaban un escollo, un entorpecimiento al buen ritmo de la principal actividad económica de la nación. Tales razones se reforzaron con el propósito gubernamental de producir 10 millones de toneladas de azúcar en aquel año de 1970.

Pero no puede tomarse esta fecha como aquélla en que dejó de celebrarse la Navidad. Ya por aquel entonces eran pocos los que la celebraban, y quienes lo hacían era de forma clandestina. Porque en los diez primeros años del castrismo ya la Iglesia había sido diezmada.

Los golpes más demoledores contra la Navidad no estuvieron representados por las confiscaciones de escuelas, instituciones, cierre de iglesias, éxodo de sacerdotes y otros; sino por una labor coercitiva e intimidatoria, sucia y repugnante, mediante la cual el ciudadano de filiación religiosa era discriminado, marginado, impedido del progreso y la superación personal; marcado por el estigma de "desafecto", y en caso de ser jóvenes, confinados a los predios de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), verdaderos campos de trabajo forzado. cnet/03



Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba controla el acceso a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente
.

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:

Palabras claves:

CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster