La
educación gratuita no siempre es libre
Claudia Márquez Linares.
El
Nuevo Herald, diciembre 06, 2003.
Cuando la maestra de preescolar de mi hijo le
pidió que llevara una pistola de juguete
a la escuela, realmente me sorprendió.
Le pregunté a mi hijo Cristian, que entonces
tenía 5 años, para qué quería
eso la maestra, pero él no tenía
idea. Fui a la escuela y, cuando llegué
al aula de mi hijo, me encontré a la maestra
repartiendo dos cajas de fusiles y pistolas plásticas.
Mientras se los repartía a los niños,
gritaba: "¡Arriba, disparen, pum, pum!
¡Vamos a matar al imperialismo!''.
Todos los niños, incluido mi hijo, empezaron
a disparar y a gritar ¡pum, pum! contra
ese fantasma invisible que constituía el
imperialismo.
Yo no podía hacer nada. Me quedé
un rato mirando aquello y luego me fui. Aquélla
era una de esas tareas que los maestros cubanos
han de cumplir y en la que los padres no tienen
voz ni voto. Si nos oponemos, corremos el riesgo
de que nos califiquen de contrarrevolucionarios,
nos apliquen la ley por ''actos contra el normal
desarrollo del menor'' y acabemos en la cárcel.
La enseñanza en Cuba es gratuita y obligatoria
hasta los 16 años, pero está impregnada
de la ideología imperante en la isla.
Cristian tiene 6 años y está en
segundo grado, aprendiendo a leer y escribir.
Recientemente, una de sus tareas fue escribirles
cartas a los cinco espías prisioneros en
Estados Unidos. La maestra le dijo a mi hijo que
los espías están en prisión
por defender la patria. Cuando le expliqué
a mi hijo que su padre estaba preso por querer
libertad para todos los cubanos y defender su
patria, me respondió: ''No, mami, los que
están presos por defender la patria son
los cinco héroes prisioneros del imperio''.
Tal como le había enseñado su maestra.
Mucho esfuerzo me ha costado que mi hijo no se
sienta avergonzado de su padre. La directora de
la escuela me llamó a su oficina para decirme
que los niños con padres en prisión
necesitaban un tratamiento ''especial''. Desde
que su padre está en prisión mi
hijo está intranquilo y confuso. Pero,
¿cómo no va a estar intranquilo
cuando no puede decirle a su maestra y a sus amiguitos
que su papá es un hombre bueno que está
preso por defender sus ideales de libertad y democracia?
Sólo habla de su padre con los familiares
más cercanos. El día que le confesé
que su padre estaba preso, me dijo: "¡Ay,
mami, tú no hables mal de Fidel, porque
te van a llevar presa y yo voy a llorar mucho!''
Desde la primaria hasta la universidad los cubanos
debemos aprender e interiorizar que disentir de
la línea del partido comunista constituye
nuestra aniquilación como individuos. El
eslogan de que ''la universidad es para los revolucionarios''
se repite por doquier y cada vez somos más
los cubanos que nos sentimos discriminados en
nuestro propio país por el solo hecho de
aspirar a una apertura en la isla.
En estos momentos Larri Rodríguez Reyes,
estudiante de 21 años de ingeniería
informática en el Instituto Superior Politécnico
José Antonio Echeverría, está
esperando el fallo de la comisión universitaria
que determinará su separación temporal
o definitiva de la universidad. Desde el día
6 de noviembre no le permiten asistir a clases
por ''manifestaciones contrarrevolucionarias,
públicas y notorias'', entiéndase
emitir opiniones contrarias a la revolución
cubana. Larri se siente deprimido y sus padres
lo están presionando para que se arrepienta
públicamente y pueda volver a la universidad.
Larri se ha negado. No se retracta de haber comentado
con sus compañeros de aula que en Cuba
tendrá que haber libertad tarde o temprano.
Se siente profundamente traicionado por los compañeros
de aula que lo denunciaron en el juicio estudiantil,
a pesar de haber coincidido muchas veces con sus
opiniones en privado. Esos mismos compañeros
le decían pocos días después
que habían tenido que delatarlo para salvar
sus propias carreras.
Hoy Rodríguez Reyes dice que luchará
para volver a la universidad porque "nadie
tiene el derecho de privarme de conocimiento por
el solo hecho de disentir''.
Según la propaganda gubernamental éste
es el país más educado del mundo,
pero ¿de qué nos sirve la educación
cuando la convierten en un instrumento de adoctrinamiento
masivo? ¿De qué sirve la educación
sin libertad?
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