CULTURA
La Habana en azul
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- Un nuevo grupo de jazz acaba de nacer en La
Habana para divulgar entre los cubanos el gusto
por el blues: Sociedad Havana Blues, integrado
también por músicos de los Estados
Unidos y España.
Al grupo de músicos se han sumado tres
relativamente jóvenes poetas reconocidos
en el mundo cultural oficial: Atilio Caballero,
Víctor Fowler y Sigfredo Ramos, miembros
del Proyecto Van Gogh que, al decir de Pete, el
norteamericano del grupo, aportan textos "algo
inteligentes" para fomentar y desarrollar
el gusto por el blues en Cuba.
Pero, increíblemente, su fusión
es be-bop típico del ragtime de los años
50, el mismo que, "por decadente", fue
barrido de la faz de los clubes nocturnos de La
Habana en la década del 60, cuando cayó
la cortina negra sobre la cultura cubana.
Eso explica que toda una generación ya
cuarentona desconozca la tradición jazzística
cubana, que no sólo aludía al sonar
de la tumbadora que Chano Pozo aportó a
la llamada "fusión".
En realidad, jazz del bueno y blues hacen fuera
de Cuba los balseros cubanos en Londres y Mónaco,
donde los ritmos y letras disonantes de la llamaba
timba cubana no "cuadran" a la sofisticada
audiencia del jet set europeo, ni a los sensibles
tímpanos del príncipe Alberto, anfitrión
de orquestas como "NG la Banda" y los
infaltables "Irakere".
Esta, la fusión de poetas "transgresores"
y músicos jóvenes desconocidos pretende
descubrir el agua tibia, pero tiene una evidente
explicación en el hecho de que se agrupan
en el exclusivo Jazz Café de las galerías
Paseo, dentro de la mole de Paseo y Primera, en
el Vedado, que alberga las más caras tiendas
en divisas de la ciudad: el afán de apresar
al elusivo dólar.
Una de las canciones más interesantes,
es un texto de Atilio Caballero titulado "S.O.S
hombre al agua", con un críptico estribillo:
"Amo a los ingleses que violaron La Habana",
aludiendo a un viejo chiste local que se pregunta
si en 1762 los británicos hubieran dominado
a Cuba permanentemente, hoy los cubanos seríamos
angloparlantes y quizás ciudadanos norteamericanos.
No sé qué diría de ello
mi inolvidable profesor Manuel Moreno Fraginals,
un experto en la economía de plantación
azucarera del Caribe, que ahora tampoco seremos
más.
De los clubes/cueva de La Rampa sobrevive sólo
La zorra y el cuervo, que admite exclusivamente
a clientes que carguen dólares en los bolsillos.
La marquesina de entrada del club exhibe una vieja
cabina telefónica londinense, dicen que
enviada por la embajada cubana cuando esas antiguallas
fueron desechadas en la capital británica.
¡Quién sabe! cnet/05
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