OLA
REPRESIVA
Carta a los cinco cubanos presos en Estados Unidos
Miriam Leiva
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Acato
gustosamente la orientación del gobierno
y las organizaciones políticas y de masas,
de escribir a ustedes para que compartan la vida
de los cubanos. Sé que inmediatamente podrán
leerla a través de Internet. Lamentablemente,
no podrá aparecer en los periódicos
Granma, Juventud Rebelde o Trabajadores ni en
los noticieros o la Mesa de Redonda de la TV;
ni por la radio de Cuba, salvo que yo sea reprimida
por su causa.
A pesar de los cientos de kilómetros o
millas que nos separan, como personas muy al tanto
del acontecer criollo, estoy convencida de que
ustedes conocen bien los nombres de los 74 hombres
y una mujer sometidos a juicios sumarísimos
a comienzos de abril, así como los tratos
crueles y degradantes que sufren en las cárceles.
Por cierto, poco ayudan a ustedes esas actuaciones
del Sistema Judicial y el Régimen Penitenciario
cubanos.
Si se contrastan las condiciones de que ustedes
disponen con aquéllas de los prisioneros
aquí, sean de conciencia, políticos
o comunes, habría que reconocer que ustedes
gozan de privilegios extraordinarios allá,
donde "no se respetan los derechos humanos",
con respecto a los miles de seres que enfrentan
el calvario aquí, donde "se respetan
los derechos humanos" (no lo digo yo, lo
dice el gobierno de éste, nuestro país).
Yo he podido leer las cartas de ustedes. Poseo,
ahora en mis manos, los libros "El Humor
Todo lo Puede", de Gerardo Hernández
Norderlo, y "Desde mi Altura", de Antonio
Guerrero. También he tenido la oportunidad
de apreciar el intercambio de correspondencia
con personas de toda la Isla; ver sus fotos en
los diarios cubanos por sus cumpleaños,
así como los mensajes y caricaturas a los
dirigentes de acá en ocasión de
los de ellos. ¿Han sufrido ustedes represalias
por eso?
Me sorprende el prolongado proceso de juicio
y apelación, y las muchas reuniones con
los abogados norteamericanos que los representan,
e incluso cierta participación de un letrado
cubano, hermano de uno de ustedes. Los 75 no tuvieron
que desgastarse tanto. Sus juicios y apelaciones
fueron expeditas, incluida la apelación
al Tribunal Supremo de la Republica. ¿Creen
ustedes que podríamos solicitar una revisión
del proceso pronto? Como llevan tanto tiempo en
esos papeleos, quizás pudieran asesorarnos.
Casualmente les comento que nosotras, las esposas
y madres, no podemos viajar al exterior. Ya una
de las esposas recibió la negativa de las
autoridades cubanas. Afortunadamente, los familiares
de ustedes pueden salir a visitarlos y a exponer
sus criterios en el extranjero.
El 29 de noviembre, Oscar Espinosa Chepe cumplió
63 años. Por supuesto, no tuvo visita.
Ni siquiera ha podido hablar por teléfono
con su mamá, de 95 años. En prisión,
nunca le han permitido retratarse con ella.
También tiene prohibido recibir o enviar
correspondencia. No puede leer o ver las pocas
cartas y fotos que poseía, porque se las
arrebataron hace meses. No tiene lápiz
o papel para escribir sus pensamientos, plasmar
una poesía o dibujar una caricatura. ¿Internet?
¡Qué es eso! Además, ¿con
cuál ordenador?
Como se sabe, Oscar padece cirrosis hepática
y otras enfermedades, por lo que disfruta de una
pequeña celda, prácticamente sin
ventilación, en la Sala de la Seguridad
del Estado del Hospital Militar Carlos J. Finlay,
en La Habana.
Allí ha sido sometido a innumerables presiones.
En una ocasión, que sepamos, le impusieron
un psiquiatra, y luego lo vimos drogado. Nuestras
visitas son vigiladas por oficiales de la Seguridad
del Estado, quienes se sientan a nuestro lado.
Esto ocurre en un hospital, a un enfermo con una
dolencia prácticamente irreversible. No
obstante, siempre puede compartir la aurora, pues
la luz eléctrica de su celda permanece
encendida las 24 horas.
Nada de eso quebranta sus convicciones ni borra
sus ideas. No lo han logrado en más de
ocho meses mediante cruel ensañamiento.
Como dijera José Martí: ¡Qué
placer es pensar! Pues ¿pensar qué
es, sino fundar?
La periodista independiente Miriam Leiva es
la esposa del economista y periodista independiente
Oscar Espinosa Chepe, condenado a 20 años de prisión
en la ola represiva desatada este año contra la
sociedad civil.
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