SOCIEDAD
Pobre de los cantores
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org)
- El veneno no debe ser ingrediente de las citas
con ángeles, a no ser que éstos
sean caídos. Dicen que para que el mundo
sea tiene que haber de todo.
Silvio Rodríguez utilizó el lanzamiento
en Casa de las Américas de su disco "Cita
con ángeles" para proyectar ponzoña
contra su colega Pablo Milanés, al afirmar,
con sonrisa de Gioconda, que prefiere comunicar
sus opiniones a sus compañeros del parlamento
cubano antes que a la prensa extranjera. Por eso
(según él) es diputado de la monolíticamente
unánime Asamblea Nacional. Sin comentario.
Evidentemente, Silvio aludía a recientes
declaraciones de Pablo a la emisora colombiana
Radio Caracol, donde osó criticar el encarcelamiento
de decenas de opositores, según él,
"por hablar mierda", lo que empaña
las "cosas hermosas", con las que una
vez afirmó quedarse. De paso, opinó
que ya Colombia no aguanta más, que era
hora de que las huestes de "Tiro Fijo"
Marulanda se sienten a negociar la paz.
La zancadilla de Silvio es la última escaramuza
del duelo entre los dos padres fundadores de la
Nueva Trova que se ha prolongado durante más
de 15 años, privando a sus seguidores de
sus dúos, que posiblemente no se produzcan
más, a no ser que el máximo líder
ordene lo contrario.
Más allá de los conflictos personales
y artísticos, y de algún que otro
viaje a Chile, las lealtades al régimen
son una peligrosa arista del diferendo, en el
que Silvio se sigue anotando tantos en el favor
de las altas esferas del poder.
El golpe bajo indirecto de Silvio Rodríguez
pudiera ser, por encargo superior, un disparo
de advertencia por la osadía del "compañero
Milanés" que, entre nosotros, no rompe
esquemas, pese a alguna que otra actitud digna.
Más de 35 años después de
su primer concierto juntos en Casa de las Américas,
Silvio y Pablo, desplazados en el favor de los
jóvenes cubanos por cantautores ambiguos,
contestatarios, rockeros y nihilistas, ofrecen
el triste espectáculo de dos juglares de
la corte, voceros de la propaganda oficial, riñendo
en los pasillos del Palacio, donde alguna vez
posaron de audaces.
Las ligaduras de la Nueva Trova a la maquinaria
estatal como "arma de la revolución",
provocaron su derrumbe.
"El que se presta como peón del veneno
es doble tonto, y no quiero ser bailarín
de su fiesta", dijo Silvio Rodríguez
hace unos años.
Alguna vez Pablo cantó: "Pobre del
cantor de nuestros días que no arriesga
su cuerda por no arriesgar su vida". cnet/50
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