PRENSA INDEPENDIENTE
Diciembre 2, 2003

SOCIEDAD
Pobre de los cantores

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - El veneno no debe ser ingrediente de las citas con ángeles, a no ser que éstos sean caídos. Dicen que para que el mundo sea tiene que haber de todo.

Silvio Rodríguez utilizó el lanzamiento en Casa de las Américas de su disco "Cita con ángeles" para proyectar ponzoña contra su colega Pablo Milanés, al afirmar, con sonrisa de Gioconda, que prefiere comunicar sus opiniones a sus compañeros del parlamento cubano antes que a la prensa extranjera. Por eso (según él) es diputado de la monolíticamente unánime Asamblea Nacional. Sin comentario.

Evidentemente, Silvio aludía a recientes declaraciones de Pablo a la emisora colombiana Radio Caracol, donde osó criticar el encarcelamiento de decenas de opositores, según él, "por hablar mierda", lo que empaña las "cosas hermosas", con las que una vez afirmó quedarse. De paso, opinó que ya Colombia no aguanta más, que era hora de que las huestes de "Tiro Fijo" Marulanda se sienten a negociar la paz.

La zancadilla de Silvio es la última escaramuza del duelo entre los dos padres fundadores de la Nueva Trova que se ha prolongado durante más de 15 años, privando a sus seguidores de sus dúos, que posiblemente no se produzcan más, a no ser que el máximo líder ordene lo contrario.

Más allá de los conflictos personales y artísticos, y de algún que otro viaje a Chile, las lealtades al régimen son una peligrosa arista del diferendo, en el que Silvio se sigue anotando tantos en el favor de las altas esferas del poder.

El golpe bajo indirecto de Silvio Rodríguez pudiera ser, por encargo superior, un disparo de advertencia por la osadía del "compañero Milanés" que, entre nosotros, no rompe esquemas, pese a alguna que otra actitud digna.

Más de 35 años después de su primer concierto juntos en Casa de las Américas, Silvio y Pablo, desplazados en el favor de los jóvenes cubanos por cantautores ambiguos, contestatarios, rockeros y nihilistas, ofrecen el triste espectáculo de dos juglares de la corte, voceros de la propaganda oficial, riñendo en los pasillos del Palacio, donde alguna vez posaron de audaces.

Las ligaduras de la Nueva Trova a la maquinaria estatal como "arma de la revolución", provocaron su derrumbe.

"El que se presta como peón del veneno es doble tonto, y no quiero ser bailarín de su fiesta", dijo Silvio Rodríguez hace unos años.

Alguna vez Pablo cantó: "Pobre del cantor de nuestros días que no arriesga su cuerda por no arriesgar su vida". cnet/50



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